Los
consumidores y usuarios tenemos derecho a utilizar la Hoja de
Reclamaciones en comercios, oficinas de la administración, etc. Si no la
tienen o no la facilitan se puede denunciar, por ejemplo, llamando a la
policía municipal. Esa Hoja se debe rellenar en el propio
establecimiento por el consumidor o usuario. En ella hay un apartado de
diez líneas y media para exponer los motivos de la reclamación, otro de
una sola línea para escribir lo que se solicita, otra línea para hacer
referencia a la documentación que se adjunta, también tiene unas siete
líneas para que el reclamado exponga sus alegaciones. En la parte
superior figura la dirección de la Oficina Municipal de Información al
Consumidor (OMIC) en la que el consumidor debe entregar esta Hoja, que
ha de llevar también firma y sello del reclamado. Éste se queda con la
copia rosa, la OMIC con el original blanco y el consumidor con la copia
verde, la que peor se lee.
Así
pues, con el papel blanco y el papel verde -han de sellarse los dos- me
dirigí a la OMIC del ayuntamiento donde tiene su sede el comercio en
cuestión. Cada vez es más sofisticado. Hace dos años podía en ese mismo
ayuntamiento dirigirme con la Hoja de Reclamaciones directamente a las
oficinas de la OMIC donde era atendida por funcionarias que recogían y
sellaban estos papeles, también se les podía hacer algunas consultas
sobre trámites y funcionamiento. Pero este año ya no es así, como en El Castillo de Kafka, hay oficinas que son antesalas de otras oficinas con sus
escribientes recogepapeles. Primero tuve que pedir número en la
recepción, después pasé a una sala a esperar a que saliese mi número en
un panel luminoso y me señalara qué mesa me correspondía. Así que a
esperar turno. Una vez que llega te diriges a tu mesa, explicas que
quieres entregar una reclamación para la OMIC. Tres veces que he ido
para reclamar por lo de la megatienda, tres funcionarios distintos con
comportamientos diferentes. La primera fue una funcionaria aséptica.
LLegas a la mesa "Buenos días", "Buenos días", entrego mi documento, me
pregunta mis datos, sella las hojas y escribe el número de registro. Le
pregunto cómo funciona y se limita a remitirme a la OMIC, indicando que
es la oficina de enfrente a la derecha. En la segunda ocasión que llevé
las hojas -blanca y verde, repito- topé con un funcionario joven, mal
educado, autoritario, grosero. Éste ni "buenos días", ni leches. Me
siento, me da un boli y dice: "Apunta el número que yo te diga". Me
tutea, no lo pide por favor, no me explica el motivo, me da órdenes. Le
hago preguntas, no sabe. ¡Vaya un listo! La tercera funcionaria -la que
me atendió cuando llevé mi tercera reclamación- fue todo lo contrario
que el menda anterior. Ella fue amable, educada y servicial. Rellena
ella misma todos los datos -es su trabajo-, me informa sobre el trámite,
me dice que desde la OMIC me enviarán una carta en unos treinta días y
me da una hoja con teléfonos y servicios de la OMIC; y todo sin que yo
se lo pida. En fin, lo de siempre, gente que trabaja bien y mal hay en
todas partes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario