martes, 16 de diciembre de 2014

Ley mordaza: la muerte de la democracia

En España el diez de diciembre se puede conmemorar la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y al día siguiente condenar a muerte el derecho a la información y el derecho de reunión, sin pudor, sin vergüenza, sin decencia; con “dos cojones” les  gusta decir a los fascistas y machistas, seguro que siguen empleando ese lenguaje cuando no les ve nadie. El once de diciembre de 2014 el Partido Popular en el Congreso de los Diputados hizo revivir el espíritu franquista y aprobó con su mayoría absoluta la ley mordaza, a la que llaman engañosamente Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana. Con ello las señorías peperas daban una patada en toda la boca ­—para que no hable—, en los ojos —para que no vea—, en las manos —para que no fotografié ni grabe— a una democracia que ya agoniza, escuálida por tantos  recortes. El Gobierno de Mariano Rajoy intenta silenciar a los ciudadanos que vienen poniendo en evidencia su devastadora política y para ello se sirve de la ley mordaza que dará paso a una situación que causa espanto, por ejemplo: menos poder para los jueces y más para la policía; multas desorbitadas para casi todo tipo de protesta (escraches, paralización desahucios, escalamiento de edificios, manifestaciones no comunicadas…); ocultamiento de información sobre abusos policiales; indefensión del ciudadano ante la palabra del policía. El día de los Derechos Humanos, previendo que al día siguiente se iba a aprobar la ley, los activistas de No Somos Delito convocaron una protesta para despedir educada y pacíficamente a la democracia, a la que con la ley mordaza se da por muerta. Quizá en el acto no estaban todos los que se esperaban, pero no hay duda de que los que acudieron eran los polítes (πολίτης), los que ejercen plenamente sus derechos de ciudadanía, los que generosamente participan en la vida pública. Son ellos los merecedores de profundo respeto y máximo agradecimiento pues resisten pisando la calle a pesar del hastío que la sinrazón fascista produce.
El cortejo fúnebre
Eran las siete y media de la tarde, había oscurecido, hacía algo de frío y las calles del centro de Madrid estaban repletas de gente como siempre ocurre en días próximos a las fiestas navideñas. Por la Puerta del Sol y sus aledaños abundan en estas fechas los que van a comprar regalos o lotería, los que van a tomar algo con los allegados y los que acuden por cualquier otra cosa, aunque solo sea para ver y ser vistos. Desde Ópera a Sol por la calle del Arenal, abriéndose paso entre el gentío, avanzaba el cortejo fúnebre en una marcha triste de verdad. Se hizo el recorrido de forma monótona, sobriamente, hasta se percibía algo de recogimiento. Encabezaban el cortejo cuatro personas vestidas de luto que portaban un ataúd en el que se leía: “No Somos Delito. Asistimos al entierro de la libertad de expresión y el derecho de manifestación. RIP”. Algunas mujeres llevaban velos negros o gafas de sol; tras ellas un hombre alto con abrigo de paño y bombín exhibía un cartel con la palabra “Represión”. Después seguían cuatro violinistas cuya delicada melodía quedaba sepultada por el murmullo incesante del hervidero humano. Un joven entre sollozos —hacía que lloraba— repartía entre los paseantes y los mirones papelitos con sugerencias para combatir la ley mordaza. Algunos integrantes del cortejo sujetaban velas encendidas y claveles rojos; otros, cuartillas prendidas en la solapa en las que estaban estampados lazos negros o caretas amordazadas. Las pancartas eran pequeñas y escuetas: “Libertad de expresión”; “Derechos Humanos”; “No nos callarán”; “Censura”; “Ley mordaza, dictadura descarada”; “Libertad de protestar”; “Con grises, hoy azules, Franco ha vuelto”. Por supuesto, no había silencio absoluto, pero tampoco risas ni fiesta. El grupo de teatro, que en otras ocasiones ha protestado contra la ley mordaza con alegría y los actores ataviados de payasos, ahora “lloraba”, “se lamentaba” consiguiendo que la imitación burlesca se convirtiera en una cosa seria. Cuando los actores, refiriéndose a la democracia, decían “¡Qué la han matado!” no esperaban que brotasen las carcajadas; esta vez la parodia es tan grave como la realidad: la han matado.
La hilera de manifestantes continuaba su trayecto por la plaza de la Puerta del Sol entre los mariachis, las loteras, los músicos callejeros que interpretan sin ganas rancios villancicos y, por supuesto, los transeúntes, la mayoría de ellos ajenos e ignorantes del luctuoso acontecimiento. Frases del idiotes desinformado conforme pasaba el cortejo: “Son los de los recortes”; “¡Pero, vamos, ahora hay manifestaciones los miércoles!”; “Van a misa”; “Es una procesión”. Algunos idiotes ni advirtieron que era una representación teatral en la calle. Dicen que en la antigua Grecia se utilizaba la palabra “idiotes” (διώτης) para referirse a quien no participaba en los asuntos públicos o, mejor dicho, para quien únicamente se dedicaba a sus asuntos privados. En torno a las fiestas navideñas el idiotes pulula por los alrededores de la Puerta del Sol deslumbrado hasta por la brillantez hortera de esos conos gigantes, de estructura metálica y eléctrica, que dicen que son árboles. Es capaz de gastar tiempo y dinero para ir al centro con tal de presumir diciendo que ha estado allí y ha visto esto y aquello. Mucho idiotes, mucho entraba y salía de las tiendas y los bares, y al paso del cortejo sacaba el móvil para fotografiarlo. El idiotes digital funciona por imitación y emula sin más lo que hacen los de su especie dotada de sofisticados artilugios captadores de imágenes. Se queda satisfecho cuando logra su máxima hazaña: subirlas a Twitter o Facebook. De nada servía que una mujer desde el interior del cortejo se desgañitase al decir “A ti, que estás mirando, también te están robando”. El idiotes no participa en la lucha aunque luego se beneficie de lo que conquistan los otros, los polítes. Es un mal con el que hay que contar.
Más cámaras y más móviles; fotos y más fotos. Algunos se suben a la fuente para la mejor toma. Los turistas también quieren una imagen de lo que sea eso, de la ristra de gente que camina tras un ataúd simbólico. Por su parte, los fotógrafos y camarógrafos profesionales hacen lo propio, eso sí, ellos están trabajando: de cerca, para captar el primer plano; de lejos y por las alturas, para obtener una buena panorámica. Buscan el mejor ángulo, la luz óptima y la originalidad con lo que hoy por hoy son sus herramientas de trabajo, pero, cuando entre en vigor la ley mordaza, serán consideradas por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad armas delatoras, traidoras, peligrosas. En la “democracia policiaca” esta orgía de la imagen no será igual para el profesional ni para el aficionado, ni siquiera para el curioso.
El pésame
Se voceó poco en la protesta. En la calle del Arenal, ya cerca de la confluencia con la Puerta del Sol es donde se oyeron las primeras consignas; desde la parte trasera del cortejo se coreó: “La voz del pueblo no es ilegal”. Luego, más frases cortas; voces fuertes, claras, rotundas, sin embargo el ambiente seguía desabrido y no respondía nadie, sólo los ya convencidos. La policía ronda por la plaza aunque no interrumpe la protesta, parece que en esta ocasión no importa mucho si es o no comunicada. Los manifestantes, según su costumbre van hacia la “ballena” (entrada acristalada al Metro y al tren de Cercanías) y se ubican en la zona peatonal, donde se realizan las asambleas y se cierran las protestas desde que existe el 15‑M. Allí ya aguardan más manifestantes que sobre el lateral de la “ballena” han apoyado una corona de flores y otro féretro en el que, entre otras cosas, han escrito: “RIP. Con la ley mordaza muere nuestra libertad”. Junto a estos símbolos el cortejo fúnebre coloca su ataúd y en el suelo, frente a todo ello, pusieron las velas encendidas. Los actores se situaron a la izquierda de este altar, uno al lado del otro, y como si fuesen los allegados se iban dando el pésame con gesto compungido, largos abrazos y besos de consuelo. Previamente se había extendido una cuerda blanca para separar al grupo de teatro del resto de concurrentes, de modo que hubiese un espacio delimitado para la escenificación, pero no sirvió de nada. La cuerda desapareció y los límites también. Se procedió a la lectura de un comunicado que apenas se oía. A pocos metros, hacia la calle de Alcalá, los colectivos de homosexuales, transexuales y bisexuales habían estirado una bandera arcoíris sobre el suelo, en ella también habían depositado sus velas encendidas, y también leían sus reivindicaciones; igualmente tampoco se les oía. Los activistas de No Somos Delito finalizaron su acto una vez más voceando breves proclamas: “Manifestarse sirve”; “¡No a la ley mordaza!”; “Que no tenemos miedo”. Moviendo las palmas de las manos por encima de sus cabezas: “Estas son nuestras armas”. Las voces se perdían entre el bullicio y la indiferencia de la plaza.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Mordazas contra la “ley mordaza” en Sol

La plataforma No Somos Delito convocó para el uno de noviembre una concentración en la Puerta del Sol de Madrid contra la Ley de Seguridad Ciudadana, la cual puede ser aprobada antes de las navidades, según indica este colectivo en su página web. El pasado 11 de julio el Consejo de Ministros aprobó el Proyecto de Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana; el 16 de octubre se debatió en el Congreso de los Diputados, donde se han rechazado nueve enmiendas a la totalidad de la ley presentadas por toda la oposición. Actualmente sigue su tramitación parlamentaria que, en opinión de algunos colectivos y partidos políticos, se está haciendo con gran celeridad y no con la calma y reflexión que una ley tan importante requiere. Esta ley ha sido llamada “ley mordaza”, “antiprotestas” y “anti‑15M” porque, entre otras cosas, sanciona con multas desproporcionadas nuevos tipos de protesta (escalamiento de edificios y monumentos, paralización de desahucios, perturbación en manifestaciones frente al Congreso, Senado y Asambleas autonómicas, etc.), manifestaciones o reuniones no comunicadas, y el uso de imágenes y datos personales o profesionales de miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Los contrarios a esta ley sostienen que da a la policía gran capacidad para reprimir las protestas y afirman que restringe la libertad de expresión y el derecho de manifestación. Durante la protesta en Sol un grupo de teatro, con los actores disfrazados de payasos, llegó con un ataúd que simbolizaba la muerte de estos derechos.
La concentración comenzó a las doce del mediodía; el sol de otoño iluminaba y calentaba la plaza como si fuese verano. Los asistentes se colocaron junto a la entrada acristalada del tren de Cercanías (la “ballena”), en el lado que mira para la calle de la Montera. Eran cientos de personas, algunos medios calculan unas quinientas; en cualquier caso, no ocupaban ni la mitad de la plaza. El ambiente parecía casi íntimo, de amigos: la gente se saludaba y charlaba en sus corrillos. Algunas personas repartían mordazas azules y pequeñas pancartas a todo el que las quisiera. Las pequeñas pancartas aludían al tema de la convocatoria y a la corrupción: “Leyes represoras, no nos callarán”; “País mudo, no muda”; “Libertad de protestar”; “Con sobres o tarjetas, nadie os gana jetas”; “Golpe a golpe, Franco ha vuelto”; “Pueblo manso, pueblo esclavo, bien drogado”. Apenas había pancartas grandes: de tamaño mediano era la del 15M de Puente de Vallecas, y algo más grande la de No Somos Delito, que estuvo desplegada en el lateral de la “ballena”, donde dos jóvenes encaramados la sujetaban. En ella se leía: “Vivir en democracia depende de ti. No#leymordaza”.
El acto transcurrió pacíficamente, amenizado por la Solfónica, pero sin llegar a ser una gran fiesta de bailes y cánticos. Los actores ataviados de payasos entraron gritando repetidamente entre sollozos: “¡Qué la han ‘matao’!” Portaban un ataúd en el que habían escrito: “Asistimos al entierro de la libertad de expresión y el derecho de manifestación. R.I.P.” Llevaron a cabo su representación cerca del lateral de la “ballena” y rodeados por el resto de concurrentes. Miembros de No Somos Delito procedieron a leer un manifiesto. El momento más emocionante y participativo consistió en guardar un minuto de silencio amordazados. Abundaban las mordazas azules, aunque también las había de otros colores, como las de los yay@flautas que eran negras. Otros congregados improvisaron mordazas con sus pañuelos o fulares. Unos estaban sentados en el suelo, otros de pie; todos en semicírculo mirando hacia la “ballena”. Una buena parte de los asistentes tenía los brazos extendidos hacia arriba con las manos abiertas. Nada más terminar el minuto de silencio se voceó “La voz del pueblo no es ilegal” y otras consignas que aludían a la lucha, por ejemplo: “Pueblo, si no luchas, nadie te escucha”; “La lucha es el único camino”;  “¡Qué no (3) tenemos miedo!” La concentración finalizó alrededor de la una. Se dispersó tranquilamente, por lo que cuesta entender la intervención de los agentes de la Policía Nacional, que procedieron a identificar a algunos de los asistentes que aún permanecían en la plaza. Además, se llevaron a un joven.
La calle se defiende en la calle
Cuando un grupo intuye que no habrá mucha gente para apoyar una protesta convoca una concentración en un lugar concreto en vez de una manifestación con más o menos recorrido. A veces las intuiciones fallan y las concentraciones se desbordan e, incluso, pueden terminar en manifestación. Dado el duro golpe que para la democracia supone la “ley mordaza”, cabría esperar que la concentración del uno de noviembre se desbordara, pero ello no ocurrió. Se puede decir que No Somos Delito acertó en su intuición. Para defender la libertad de expresión, el derecho a la información en su doble vertiente  —emitir y recibir información veraz— y el derecho de manifestación, recogidos en los artículos 20 y 21 de la Constitución, había alrededor de medio millar de personas concentradas en la Puerta del Sol. Con este dato cobran importancia los ausentes, que si bien han protestado en otros foros o en las redes sociales contra esta ley, no están en la calle para luchar contra ella. En Sol no ondeaban las banderolas de los partidos políticos, ni de la vieja política ni de la nueva; ni se leían pancartas de los sindicatos minoritarios ni de los mayoritarios. Una pancarta espetaba: “CC OO‑UGT de huelga? No, de vacaciones”. Tampoco había pancartas de las mareas como tales, ni siquiera de la blanca o la verde que tanto han recurrido a estos derechos últimamente. También se hallaban ausentes las pancartas u otros símbolos de las asociaciones o colectivos de periodistas, fotógrafos y camarógrafos, a los que la ley puede afectar en el desempeño de su trabajo. ¿Cómo puede ser que para un tema tan grave la movilización no esté siendo mayor? La calle se defiende en la calle, y eso de momento no está ocurriendo, a pesar de la urgencia que el asunto ya requiere. Dificultar la información sobre intervenciones policiales en las protestas, castigarlas con multas desproporcionadas o crear miedo en torno a ellas, demuestra el nulo carácter democrático del Gobierno de Rajoy —y del ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, defensor de la ley—, pero la falta de una gran movilización contra la “ley mordaza” también está revelando la incultura y la escasa responsabilidad y conciencia de un pueblo que debería estar luchando por la libertad de expresión, el derecho a la información y el derecho de manifestación —esenciales para una democracia— hasta conseguir paralizar esa reaccionaria ley. Es evidente que se necesita una movilización mayor y continuada hasta lograr este objetivo. Va a requerir mucho esfuerzo e imaginación.


Citas en los cristales de la “ballena”
En la entrada del tren de Cercanías había pegados carteles con célebres citas, un folio por cada frase en letras grandes. Son estas:

No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia. Montesquieu”.

“¿De qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Bertolt Brecht”.

Tristes tiempos estos en los que hay que luchar por lo que es evidente”. (De Dürrenmatt)



miércoles, 15 de octubre de 2014

No al TTIP. Una manifestación para impedir la dictadura de las multinacionales

Las negociaciones del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión —más conocido por sus siglas en inglés, TTIP— entre Estados Unidos y la Unión Europea están provocando el rechazo de diversos colectivos en diferentes países. Entre los principales temores que suscita este acuerdo de libre comercio, uno tiene que ver con el Mecanismo de Resolución de Conflictos entre  Inversor y Estado (ISDS, siglas en inglés) que, según los grupos contrarios al acuerdo, se trata de tribunales de arbitraje —tildados de “antidemocráticos”, “privados” y “secretos”—, compuestos por abogados corporativos, ante los cuales las grandes empresas podrían pedir indemnizaciones a los estados soberanos si las decisiones de estos para proteger a los consumidores, los pacientes, los trabajadores o el medio ambiente, afectan negativamente a sus beneficios. Según los críticos, el TTIP también podría reducir la seguridad alimentaria, pues propugna la desregularización y con ella la entrada en la Unión Europea de productos químicos y alimentos —entre otros, mencionan los transgénicos— que actualmente están estrictamente regulados e, incluso, prohibidos. En el terreno laboral temen que al equipararse la legislación de Estados Unidos con la de la Unión Europea se limite el derecho de los trabajadores a “auto-organizarse” y la pérdida de millones de puestos de trabajo. “Frenemos las negociaciones del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) entre la Unión Europea y Estados Unidos porque intensificará las privatizaciones, ahondará en recortes sociales y pérdida de derechos laborales, y perpetuará la crisis ambiental”; este es el texto de la portada del folleto de Ecologistas en Acción  y la Campaña No al TTIP que se repartió en la manifestación de Madrid el 11 de octubre de 2014, Día de Acción Europea contra el TTIP, el CETA y el TISA, y Día Internacional contra el Fracking. La marcha comenzó a las seis de la tarde y recorrió la calle de Atocha, la plaza de Jacinto Benavente y finalizó en la plaza de la Provincia, frente a la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. Sin embargo, ni el TTIP ni el fracking fueron los únicos temas de la protesta, la movilización fue también de apoyo a Teresa Romero, la técnico de enfermería ingresada en el Hospital Carlos III por padecer ébola, y sobre quien el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, ha realizado declaraciones infames e irresponsables. Es en este contexto donde cobra sentido la pancarta que llevaban los compañeros de Teresa: “Exigimos que las autoridades sanitarias respeten a los profesionales. SAE”. Los dos principales temas de la protesta quedaron unidos en una sola frase coreada por la concurrencia: “Menos tratado, más sanidad”.
Objetivo: parar el TIPP
Es muy difícil lograr una protesta masiva en sábado por la tarde, con el cielo nublado y los relámpagos iluminando intermitentemente la ciudad, pero es más costoso todavía si el tema en cuestión no es muy conocido: los convocantes han denunciado la escasez de información sobre el tratado y la ausencia de la ciudadanía en el proceso de las negociaciones. Aun así, la marcha contra el TTIP ocupó todos los carriles de la calle de Atocha y duró alrededor de dos horas. Las proclamas más coreadas recalcaban el principal objetivo de la movilización internacional: impedir la firma del tratado. La consignas en este sentido eran breves: “No al TTIP”; No al fracking”; “Este tratado lo vamos a parar”. Los mensajes de las pancartas destacaban las posibles repercusiones laborales y medioambientales del tratado, y defendían los derechos de las personas y de los pueblos frente al inmenso poder de las multinacionales. Ejemplos: “Nuestras vidas y derechos por encima de las multinacionales” (pancarta de cabecera); “Por la justicia laboral y ambiental. Equo.”; “TTIP = peligro de muerte de conquistas sociales y laborales. No a los mercados sobre las personas.CGT”; “No al TTiP, stop esclavismo laboral. Solidaridad Obrera”; “Unión Europea, Estados Unidos, la hora de los pueblos ha venido” (voz); “Fuera Mosanto de nuestros campos” (voz). Otros colectivos abogaban por unas formas de economía más solidarias y respetuosas con el medio ambiente: “El mundo no es una mercancía. Otra economía solidaria es posible. Cerremos el casino financiero. ATTAC Madrid”; “Por una cultura energética sostenible. Medio ambiente, soberanía energética y empleo. Plataforma por un Nuevo Modelo Energético”. El tratado se considera una forma más de violencia de los poderosos y en las consignas se aludía insistentemente al delito: “No es un tratado, es una estafa”; “El tratado es ilegal”; “Este tratado es un atraco”; “¡Basta ya de robar!”; “Ahora y siempre, resistencia; contra el tratado y su violencia”.
En la protesta se congregaron varios partidos políticos de izquierda, sindicatos minoritarios y colectivos que reivindicaban también otros temas. Además de los grupos antes citados, acudieron Izquierda Unida, el PCE, las Juventudes Comunistas y Alternativa Republicana. Se repartió prensa anarquista y de Ganemos. Se veían camisetas de Podemos procedentes de diferentes zonas de la Comunidad de Madrid. Las Marchas de la Dignidad del 22M, la Plaza de los Pueblos y las asambleas del 15M exhibieron sus pancartas. No Somos Delito repartía un pequeño papel contra la Ley de Seguridad Ciudadana (“Ley Mordaza”) y la reforma del Código Penal. En el folleto de la Plataforma contra la Privatización del Canal de Isabel II se alertaba de las consecuencias que tendría el TTIP para el agua pública.
“Teresa somos todos”
Desde el pequeño camión que iba en la parte delantera, tras los furgones policiales, transportando el equipo de sonido que incluía música grabada y megafonía, hasta la cola de la marcha, también cercada por la policía, se podían ver muestras de apoyo a Teresa: mascarillas, gorros, guantes, batas y otras prendas sanitarias; pegatinas, carteles, chapas y pancartas. Los diferentes colectivos situados a lo largo de toda la protesta se acordaban de ella, pero era en la parte trasera donde se reunieron los grupos en defensa de la sanidad pública y las personas que habían acudido para expresar su solidaridad con Teresa; entre ellos, vecinos de Alcorcón que voceaban “Teresa no estás sola” y “Alcorcón está con Teresa”. Un folio con la frase “Teresa somos todos” iba prendido sobre las camisetas de buena parte de los asistentes y también era el lema de la Coordinadora 25S. En varias ocasiones se pidió la dimisión del consejero y de la ministra de Sanidad; se voceó “¡Consejero, dimisión!”; “¡Ana Mato, dimisión!”, esto último alternado con “¡Ana mata, dimisión!” Al finalizar la protesta, los oradores, desde el camión, expusieron sus denuncias sobre el TTIP y el fracking, y terminaron su discurso mostrando su solidaridad con Teresa; los congregados que aún quedaban en la plaza de la Provincia gritaron repetidamente “¡Gobierno, dimisión!”


jueves, 25 de septiembre de 2014

En la 23ª Marea Blanca se aportaron cifras sobre presuntas víctimas mortales

Durante casi dos años la Marea Blanca no ha faltado a su cita el tercer domingo de cada mes. El 21 de septiembre de 2014, la manifestación comenzó a mediodía en  Atocha (confluencia de la glorieta con el paseo del Prado) y finalizó hacia las dos de la tarde en la Puerta del Sol, donde, cerca de la pastelería La Mallorquina, había una pequeña plataforma elevada en la que cuatro oradores expusieron sus testimonios, denuncias y reivindicaciones. La marcha fue numerosa, pero no tan masiva como el año pasado por las mismas fechas, y el ambiente, siendo pacífico como tantas veces, no fue especialmente lúdico. Tímidos cantos y poco baile. El tema de la muerte espanta la fiesta. En esta manifestación se mencionaron los despidos, las privatizaciones, los recortes, el saqueo de lo público como en otras ocasiones, pero también la exclusión sanitaria y, sobre todo, las “muertes”. La consigna del cartel de la convocatoria decía “Los recortes en sanidad, matan”, y durante la marcha se aportaron algunas cifras de muertes que una parte de los manifestantes achacaron a las políticas de austeridad. Se habló de la muerte de tres personas y se atribuyó a la falta de cobertura sanitaria; se denunciaron “12 muertes al día” —“4.000 fallecidos el año pasado”— de enfermos de hepatitis C porque no pueden acceder al tratamiento; incluso se escuchó el testimonio de un hombre que atribuía la muerte de su padre a la falta de asistencia en un hospital. La vigésimo tercera Mara Blanca fue de excesiva crudeza,  no solo por la insistente y preponderante presencia de las "muertes", sino también porque los manifestantes renombraban los hechos: “No son muertes, son asesinatos”. De este modo, utilizando la misma estructura  que en las protestas contra los desahucios donde se gritaba “No son suicidios, son asesinatos”, algunos manifestantes de la Marea Blanca hacían acusaciones y señalaban a los culpables. La muerte rondaba por todas partes, en las pancartas, en las consignas voceadas, en los discursos de los oradores y quién sabe si codo con codo entre los caminantes, porque aquella mañana de domingo de un verano que ya finaliza en la Marea Blanca pasearon personas que sienten que van a ser desahuciadas de la vida: “Los recortes del Gobierno del PP me condenan a muerte”, rezaba una pancarta de un afectado de hepatitis C. Nunca antes había asistido a una protesta en la que fuese tan costoso cruzar la mirada con un grupo de manifestantes. Es una absoluta vergüenza.
Acto frente al Ministerio de Sanidad
La gran pancarta de cabecera de letras azules y fondo blanco en la que simplemente pone “La sanidad no se vende, se defiende” cedió su puesto en el Paseo del Prado, a la altura del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, a un vehículo con el equipo de sonido y a miembros de la Plataforma de Inmigrantes de Madrid. Participantes procedentes del extranjero portaban banderas de diferentes países y variadas pancartas; algunas de estas, que estaban ilustradas con detalles del Guernica de Picasso, exhibían cifras: “3 personas muertas gracias al Real Decreto Ley 16/2012”; “Más de 900.000 personas sin tarjeta sanitaria”. Ante la megafonía se sucedían oradores con distintos acentos que terminaban sus respectivos discursos  con este eslogan: “Ningún ser humano es ilegal”. Los oradores también expusieron las principales reivindicaciones de la protesta: la derogación de la Ley 15/97 y del Real Decreto Ley 16/2012. La primera permite la entrada de empresas privadas y capital financiero en la sanidad pública; el segundo anula la sanidad universal dejando sin cobertura sanitaria ordinaria a miles de personas. En las pancartas se leía: “Dos años de exclusión, dos años de vergüenza”; “¡Apartheid sanitario, no!”; “¿Cuántos más deben morir?”; “Recortar en sanidad, corrupción mortal”. Las gargantas voceaban “La misma clase obrera, nativa o extranjera”. El acto se cerró con canciones interpretadas por la Solfónica seguidas de la proclama “Sí se puede”.
El Ministerio de Sanidad y la ministra Ana Mato fueron acusados por parte de los asistentes que a viva voz lanzaban durísimos mensajes: “Este ministerio nos quiere matar”; “¡Asesinos!”; “¡Ministerio asesino!”; “La Mato nos mata y el Gobierno nos remata”; “Mato y Cospedal a Soto del Real”. A lo largo de la marcha los afectados por hepatitis C denunciaron su situación como un “crimen de lesa humanidad” y consideraron “vergonzoso” que la ministra “esté negociando con los laboratorios la salud de las personas”.
A lo largo del recorrido de esta manifestación en defensa de la sanidad pública se podían leer pancartas en las que se explicitaban los problemas más preocupantes para los diferentes colectivos. La Marea Blanca de Fuenlabrada había escrito: “Derivaciones a la privada, ni una más”; la Marea Blanca de la Sierra Noroeste: “Hospital de Villalba (gestión privada), 2.000.000 € de dinero público saqueado”; la Plataforma de Usuarios de La Princesa: “No al lucro en sanidad. Ni empresas ni médicos empresarios”. También estaban presentes los defensores de los hospitales públicos La Paz, Henares y Móstoles. Los del Centro de Transfusiones de la Comunidad de Madrid denunciaban a voces: “Que no te engañen, no lo permitas, Cruz Roja con tu sangre se hace rica”. También acudieron los trabajadores de la Lavandería Central y más personal no sanitario que se declara “igual de necesario”. En esta marcha apenas se veían símbolos (banderolas, camisetas, pegatinas) de partidos políticos y sindicatos; aunque sí lucieron su novedosa camiseta morada los de Podemos Parla. En la glorieta de Cibeles aguardaban personas con banderolas de Equo, cuyas pancartas, atuendos y bicicletas dejaban claro que procedían de la concentración contra el cambio climático que se desarrolló en la Plaza de San Juan de la Cruz. Algunos de estos manifestantes se incorporaron a la Marea Blanca con sus bicicletas, eso sí, llevándolas a pie.
Discursos finales
Al llegar a la Puerta del Sol muchos de los participantes se dispersaron dando por concluida la protesta; otros avanzaron por la plaza hacia la boca de Metro que está próxima a La Mallorquina y se situaron delante de una mínima plataforma elevada a pocos palmos del suelo. Ante el micrófono se sucedieron cuatro oradores. El primero recordó nuevamente la muerte de tres personas sin cobertura y los graves problemas que pueden padecer las 900. 000 personas expulsadas del sistema sanitario; entre otros, carecen del debido seguimiento de las enfermedades crónicas. Además denunció que el Gobierno no solo “hace oídos sordos” de las advertencias de organismos internacionales sino que también “están incumpliendo”. El segundo orador se refirió a los enfermos de hepatitis C y dijo que fallecen unos 12 al día, tras lo cual los congregados vocearon vehementemente “¡Asesinos, asesinos!” Empleó la expresión “Genocidio de enfermos” y aseveró “No toleramos ni una muerte más”. Hizo un repaso de las principales reivindicaciones (derogación normas, readmisión trabajadores, fin de derivaciones, etc.) y exigió la dimisión de Ana Mato y del presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. El tercer orador rememoró el caso de su padre, cuyo fallecimiento en el Hospital de Toledo achacó a la desatención. Quiso tener un especial recuerdo para Castilla-La Mancha, “la comunidad donde más sufren los recortes”. El cuarto orador dijo que cuando llegue mayo —en referencia a las elecciones autonómicas y municipales— “nos acordemos para echar a los de ahí dentro con el voto”. La manifestación se dio por terminada con la actuación de la Sofónica que, como acostumbra, entonó el Canto a la libertad de Labordeta para cerrar.

lunes, 8 de septiembre de 2014

La violencia crisista denunciada ante la opinión pública por los manifestantes

¿Qué se entiende por violencia? ¿Cuántos tipos de violencia se reconocen? ¿Qué tipo de violencia se condena y por quién? La respuesta a estas preguntas va a depender de los diferentes actores en el terreno político, especialmente si son antagónicos; esto es lo que está ocurriendo con los actores dominantes y los emergentes durante el Crisismo. Mientras que las élites económicas y políticas (los crisistas) no consideran violencia los estragos sociales producidos por la supuesta “crisis económica” ni por las políticas de “austeridad”, como mucho lo llaman “sacrificios”, los movimientos sociales y de protesta, (los anticrisistas) —que se oponen a esas políticas— sí consideran dichos estragos violencia y lo denuncian durante las manifestaciones en las frases de sus pancartas y en las consignas que vocean. Para denunciarlo en ocasiones emplean la palabra “violencia”, por ejemplo “Violencia es no llegar a fin de mes”, pero utilizan con más frecuencia términos que aluden al crimen, al delito: “No son suicidios, son asesinatos”; “Los recortes en sanidad, crimen legal”; “Tenemos la solución, los banqueros a prisión”; “Genocidio financiero”; “Reforma laboral, esclavitud del siglo XXI” “Este sistema no es una democracia, es una mafia”, etc. Similares ideas y expresiones también afloran en las asambleas populares o en los encuentros que desarrollan en calles y plazas y, por supuesto, en internet a través de sus páginas web y la participación en redes sociales.
Los actores dominantes y los emergentes, es decir, los crisistas y los anticrisistas  no solo se oponen por llamar a las mismas realidades con diferentes nombres, como se sabe lo que para los primeros es “crisis” y “austeriedad” para los segundos es “estafa” y “austericidio”, sino que tienen una concepción muy diferente de lo que puede ser considerado violencia en cuanto a las decisiones políticas se refiere. En el discurso dominante no se cuestionan ni son reprobables las políticas económicas brutales que causan una gran desolación social, por tanto, se puede ejecutar sin más el desmantelamiento del Estado del Bienestar al mismo tiempo que se suben los impuestos, hacer reformas laborales que impliquen reducción de los derechos de los trabajadores o leyes abusivas en beneficio de bancos y grandes corporaciones. Por su parte, los anticrisistas ponen en entredicho esa opinión dominante al considerar “violencia” esas medidas económicas que provocan un devastador impacto social, máxime cuando consideran que los grupos hegemónicos económicos y políticos que las imponen siguen enriqueciéndose y conviviendo con la irresponsabilidad, la corrupción, el abuso o el delito.
Una opinión emergente
En consonancia con los términos Crisismo, crisistas y anticrisitas, emplearé la expresión violencia crisista para referirme a un concepto o una idea aun difusa, pero denunciada por los manifestantes, por tanto, contenida en el discurso y en el pensamiento de una parte de la opinión pública. Lógicamente, no sé cómo se llamará esta idea de violencia en el futuro si es que acaba “afianzándose”, pero de momento la expresión violencia crisista me servirá para aludir a lo que es tan solo una opinión emergente. Si pasa a convertirse en una idea compartida por más sectores de la población, más difundida por los medios de comunicación, más valorada en la vida política, quizá sea un día opinión  dominante, y quién sabe si tendrá la misma consideración que otras formas de violencia que son castigadas por las leyes. Hoy por hoy, resumo sus principales rasgos de esta manera:
·        La violencia crisista es una opinión emergente.
·        Esta idea de violencia se refiere a políticas socioeconómicas que causan un devastador impacto social.
·        En el discurso anticrisista se atribuye  a la clase económicamente dominante que en connivencia con el poder político tienden a comportamientos abusivos, irresponsables y delictivos, los cuales nos llevaron a la “crisis” y nos impiden salir de ella.
·        Se denuncia donde se desarrolla, en la democracias representativas.


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sábado, 24 de mayo de 2014

Crisismo político. Crisistas y anticrisistas

Conforme transcurre el tiempo y se agrava la situación que nos ha tocado vivir, va siendo necesario buscar un nombre que permita acotar e identificar la política y los argumentosque trata de imponer la clase dominante en lo que ya constituye un momento quizá no atípico, pero sí preocupante para las democracias representativas europeas, especialmente para las del Sur. Me refiero a esta etapa que comenzó en 2008 y dura hasta nuestros días, en la que las élites económicas y políticas dicen que estamos inmersos en una “crisis económica internacional” y que para solucionarla es necesario aplicar medidas de “austeridad”. Es una etapa en cierto modo “insólita” en democracia, caracterizada por unas medidas regresivas que nos hacen retroceder en derechos sociales y laborales casi un siglo. Este radicalismo neoconservador plantea un fortísimo desafío a los restos del movimiento obrero —el cual tiempo atrás conquistó esos derechos— y al conjunto de la izquierda, pero también a las sociedades que se consideran avanzadas y dicen haber desarrollado un Estado social y democrático de Derecho. Estas supuestas sociedades avanzadas —a las que es difícil saber si España pertenece— y sus propios Estados deberán decidir si defienden la dignidad humana (y la solidaridad con la que va pareja); y si es así, tendrán que plantearse el control de las irresponsabilidades y la crueldad de las clases privilegiadas en lugar de someterse a sus dictados. Pero hasta que esto ocurra conviene buscar un nombre para esa forma de hacer política; de momento, se podría llamar Crisismo, por el uso exageradísimo que se ha hecho de la “crisis económica internacional” y, también, para que nunca más esa idea de “crisis” sea usada como pretexto de fines destructores, humillantes y despiadados.
Se usa mucho la palabra “austericidio”, pero entiendo que se aplica únicamente a las medidas políticas demoledoras que se están llevando a cabo para supuestamente solucionar la “crisis”, es decir, se trata de esas recetas políticas brutales a las que la clase dominante se refiere con el eufemismo “hacer los deberes” y que implican la destrucción del Estado de bienestar, el pago de la deuda de los bancos (“rescate bancario”), las externalizaciones y privatizaciones, la reducción de salarios, la subida de impuestos que gravan el consumo, etc.; en definitiva, todas esas medidas que están conduciendo al empobrecimiento de grandes sectores de la población. Sin embargo, Crisismo es un término más amplio, que permite abarcar lo que ocurrió antes de la crisis (causas), las medidas que se toman después y el discurso que se emplea, el lenguaje. También es mejorCrisismo político que Crisismo económico, ya que la declaración de “crisis económica internacional” no es mero hecho económico, sino que es fundamentalmente un fenómeno político e ideológico. El Crisismo es un movimiento impuesto desde arriba, desarrollado por la clase dominante internacional sobre la marcha de los acontecimientos, que alude no solo al colapso económico, sino también a los comportamientos imprudentes, irresponsables, abusivos y negligentes que condujeron a ese colapso; a las medidas políticas posteriores (“austeridad”, que lógicamente no afecta a la clase dominante) y a la manipulación ideológica.
Dado que considero que el Crisismo es un “movimiento político” impuesto desde arriba, llamaré crisistas a los elaboradores, sustentadores y ejecutores de esa forma de hacer política y de la manipulación ideológica que conlleva; por tanto, entre los crisistas está gran parte de la élites económicas y políticas a nivel internacional y nacional y el periodismo que se declara explícitamente neoconservador. También pueden ser considerados crisistas aquellos medios de comunicación, que sin declararse explícitamente neoconservadores, manejan el mismo lenguaje y discurso que la clase dominante sin el menor sentido crítico, puesto que de esa manera acaban convirtiéndose en sus voceros.
En el lado opuesto están sus adversarios, los anticrisistasya que están esgrimiendo ideas, palabras y reflexiones diferentes sobre una misma realidad. Los anticrisitas luchan por desenmascarar la “crisis”, a la cual llaman “estafa”; y denuncian la “austeridad” que para ellos es “saqueo” del Estado del bienestar y del resto de la población. La frase crisista “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, en el lenguaje anticrisista se transforma en “Nos han robado por encima de nuestras posibilidades” (vista en pancartas durante las manifestaciones). Lo dicho, los llamaré anticrisistas, aunque estos movimientos se van poniendo nombres relacionados con la dignidad: primero, fueron movimientos de indignados, aunque últimamente se autoproclaman “mareas” defensoras de la dignidad.
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jueves, 15 de mayo de 2014

Por si… sucede


Hasta ahora no me han censurado y, la verdad, he escrito todo lo que me ha dado la gana, aunque también creo haber cumplido las normas. He procurado “denunciar” esta maldita y falsa crisis lo más correcta y educadamente que he podido, y he intentado reflejar en los posts sobre las protestas las voces, las palabras y los actos simbólicos que constituyen la forma de expresarse de los manifestantes. No he ocultado el discurso de la protesta ni siquiera cuando se componía de acusaciones muy graves, insultos, tacos o tensiones fortísimas. Y no, no me han censurado, por lo cual estoy muy agradecida. He opinado sobre la “crisis económica” diciendo que es una tapadera de los desmanes, abusos y negligencias de las élites económicas y políticas y tampoco me han censurado. También he escrito quelas recetas para la “crisis” subvierten el Estado de bienestar dando paso a un papá Estado para ricos, y lo mismo, no me han censurado. Sin embargo, pienso que en cualquier momento podría suceder, pues me he empeñado en seguir opinando sobre esa gran inmoralidad que implica a las clases privilegiadas. No sé por qué intuyo que esto me traerá problemas incluso respetando las normas. Así que si no es aquí seguiré en otros espacios hasta que me echen de todos.
Mi blog es muy modesto, insignificante —de pocas visitas y pocos comentarios— en el maremágnum de blogs y contenidos que hay en la red, sin embargo, no sé si es molesto, lo cual puede ser positivo y negativo, “depende”; lo más seguro es que sea un blog que pase inadvertido. En cualquier caso, para mí es un refugio agradable, al que vengo de vez en cuando para exponer mi opinión o mi forma de percibir lo que observo alrededor. Apenas nada más. Eso sí, algo magnífico, gozo de libertad para hacerlo. Gracias, aunque me resulta raro dar las gracias por la libertad; bueno, las doy por tener un espacio para ello.
Por si me echan de aquí o desaparecemos todos, estoy en otras plataformas muy conocidas, con mi nombre o con pseudónimo, también en prensa (papel) local convencional y alternativa.
Mi blog es modesto, pero tengo amigos muy amables. Muchas gracias a todos.
Seguiré escribiendo siempre que la salud, el trabajo y mi numerosa familia me lo permitan.
Más adelante quizá borre este post porque me desagrada escribir tonterías sobre estas cosas, no obstante, lo he escrito por si acaso.
Le doy las gracias al Anónimo que me advierte. Lamento no poder llegar a un entendimiento con él o ella.

jueves, 27 de marzo de 2014

La dignidad, a la infamia: “Este país ya no aguanta más”

Veintidós de marzo de 2014, las Marchas de la Dignidad ¾columnas de caminantes de diferentes lugares de España y de fuera¾ ya están en la ciudad de Madrid. A ellos se ha sumado más gente que ha llegado en autobuses, trenes y vehículos particulares desde diversas provincias y muchos vecinos de localidades de la Comunidad Autónoma de Madrid. Las banderas republicanas, las pancartas en varios idiomas, las insignias del 15­­‑M y de otros colectivos en las solapas, las banderolas de los sindicatos grandes y pequeños, las banderas regionales, las camisetas de las mareas ciudadanas, son llevadas por algunos viajeros del Metro y del tren de Cercanías, por los que reposan junto a las fuentes de la Puerta del Sol, por algunos de los que entran y salen de los comercios del centro. Una trabajadora de El corte Inglés informa a una clienta: “A las cinco, de Atocha a Colón”. Se trata de la hora de inicio y el trayecto de la manifestación que pondrá el broche de oro a las Marchas por la Dignidad tras varios días de lucha por caminos y carreteras silenciados por gran parte de los medios de comunicación masivos hasta casi la víspera. A pesar ello la movilización aglutinó a multitud de afectados y descontentos tal y como se pudo comprobar desde Atocha a Colón. Allí acudieron lo mismo partidos políticos de izquierda y sindicatos de larga trayectoria histórica que otros recién creados; gentes que reivindicaban la república y otros con demandas muy locales, de su pueblo o comarca; trabajadores del sector privado y del público; colectivos juveniles y de mayores; parados y afectados por los ERE; mujeres y hombres, de España y del extranjero. Por fin marcharon unidos los que comparten la idea de que en frente están los infames, los tiranos, esa gente de la peor calaña capaz de causar mucho dolor a los demás con tal de enriquecerse. Las pancartas más personales, más caseras expresaban el malestar abiertamente o con desazón: “Hijos de puta, mafiosos”; “La deuda la va a pagar tu puta madre”; “Se ríen de nosotros”. La infamia se ha desbordado, ha cruzado la línea y hay que decírselo a grito pelado: “Este país ya no aguanta más” (consigna escuchada en la protesta).
Calle de Atocha
La mayoría de los manifestantes que confluían en la Puerta del Sol alrededor de las cuatro de la tarde se dirigían hacia la calle de Carretas, en la cual ya se avanzaba por el centro de la calzada con las banderas republicanas y del PCE desplegadas. Entre ellos, unos estudiantes muy jóvenes, que no eran de Madrid, iban hablando del próximo examen de Física y Química. Giraron para la calle de Atocha y al pasar frente al monumento en honor de los abogados laboralistas asesinados y ver gente agolpada preguntaban “¿Qué es eso?”; los acompañantes más mayores se lo explicaban. Antes de bajar la pendiente de la calle se mezclaron con más grupos que salían de la calle de Magdalena; estos iban en manifestación, con las pancartas estiradas y voceando consignas: “Viva la anarquía, muerte al Estado”; “El pueblo unido funciona sin partidos”. En sus pancartas iban las siglas CNT, AIT y a su lado se indicaban las ciudades de procedencia. En una de sus pancartas denunciaban la “Ley Mordaza. Represión descarada”; en otras proclamaban la autogestión. Entremezclado, pero algo solitario, desfilaba un saxofonista que interpretaba la Internacional. Había un pequeño grupo de chavales que hacía explotar ensordecedores petardos; otros pocos jóvenes desperdigados o en grupos muy reducidos llevaban puesta la capucha de la sudadera y con la bufanda cubrían su rostro desde el mentón hasta casi los ojos. “Esto no me gusta nada; no me va a gustar”, murmuraba una chica al ver aquella parte de la protesta.
Plaza del Emperador Carlos V
Frente a la entrada del Museo Reina Sofía, en la placita y en las escaleras, también había manifestantes; estos en ambiente de fiesta y como si estuviesen tras un escenario preparándose para la función: una orquestilla de la Marea Verde, con camisetas en defensa de la educación pública, había hecho un corrillo y estaban ensayando mientras algunos de los presentes bailaban; otros adecentaban pancartas; otros se ponían un mono blanco por los Derechos Humanos con estas letras “APDHA.org”. Nada más pasar la bocacalle que va desde el Reina Sofía a la plaza del Emperador Carlos V lo primero que se ve es una fila de furgones de la Policía Nacional; en aquellos momentos algunos agentes que estaban fuera de los vehículos no llevaban puesto el casco ni el escudo, simplemente la gorra. A las cuatro y media esta plaza, conocida como glorieta de Atocha, ya estaba abarrotada. Desde el paseo de las Delicias llegaban los de la Columna Sur con sus banderas regionales y los banderines de USTEA Intersindical Andaluza y los del SAT. Allí se juntaban con banderas de Extremadura, Castilla y León, Valencia y hasta las que propugnan un “Sahara libre”. En el inmenso revoltijo se veían banderolas de Izquierda Unida, pancartas de Valladolid, camisetas de Coca-cola y Stop Desahucios, pero eran mayoría los banderines de la CGT, que también llevaba pancartas enganchadas a gigantes globos rojos y negros y un equipo de megafonía para animar a la concurrencia. A las cinco la glorieta de Atocha seguía recibiendo más gente y por el Paseo del Prado era muy difícil avanzar. Por la avenida Ciudad de Barcelona y el paseo de la Infanta Isabel, el río de manifestantes era incesante: unos salían de la estación de ferrocarril; otros venían desde Vallecas con la Columna del Este. Con ellos una pancarta de Pinto en la que se leía “No es tiempo de lamentos, es tiempo de lucha”. Había personas por las aceras y la calzada y en la barandilla azul del túnel subterráneo donde se apoyaban o sentaban porque era prácticamente imposible seguir. Lucía el sol y soplaba un fresco viento a la vez, así que no hacía ni frío ni calor para unos participantes que observaban mientras eran observados. Apenas se podía hacer otra cosa que no fuese mirar, fotografiar o grabar; aparte de saludar a vecinos o conocidos y corear los cánticos del equipo de megafonía más cercano.
El número de asistentes a una protesta suele ser polémico y dispar dependiendo de quién sea la fuente, ya se sabe: los convocantes ofrecen una cifra muy alta y la policía, una bastante más baja. Esto hace que algunos elijan otra forma de evaluar el éxito de una manifestación, la que consiste en medir el tiempo en el que los congregados no pueden avanzar, eso sería señal de que hay muchísima gente. En la plaza del Emperador Carlos V y en los aledaños hubo grupos que no se desplazaron hacia el Paseo del Prado durante casi hora y media. Individualmente si podía una persona o una pareja desplazarse entre la muchedumbre, sin embargo, si se marchaba colectivamente y con pancartas grandes apenas se recorrían unos pocos metros, de modo que parecía que permanecían entre treinta y cuarenta minutos en la entrada del paseo. Más tiempo estuvieron los de la CGT, que en una hora solo se desplazaron del borde sur de la fuente de la Alcachofa (escultura de la rotonda) al borde norte de la misma. Ante las dificultades para avanzar se podía optar por retroceder y volver a mirar. No paraba de salir gente de la estación de tren y las banderas republicanas abundaban; hasta ondeaba una de ellas con el escudo del Atlético de Madrid. Algunos jóvenes divisaban la dimensión de la protesta encaramados a la verja que rodea el Ministerio de Agricultura, donde habían colocado esta pancarta: “No al pago de la deuda”. Por la cuesta de Claudio Moyano había muchos corrillos de pie o sentados, en la zona con césped y fuera de ella. Mientras tanto se repartían octavillas, se vendía prensa obrera y los de Panrico recogían firmas para apoyar a los compañeros que llevan “más de cinco meses de huelga indefinida”. Había familias completas, con los abuelos y los niños, incluidos los bebés en sus cochecitos o colocados en ese tipo de mochilas en las que la criatura va pegada al pecho de uno de sus progenitores. En la espera, los niños merendaban pequeños bocadillos y devoraban chucherías; era un ambiente familiar, parecido al de una tarde de primavera en un parque de cualquier barrio.
Paseo del Prado, Cibeles, Recoletos
A partir de las seis y media aumenta el movimiento desde la glorieta de Atocha hacia el Paseo del Prado. En los carriles de la derecha del paseo predominan las banderolas de la CGT y Solidaridad Obrera; en los carriles de la izquierda marchan muy animados con vehículo y potente equipo de sonido los de Corriente Roja, Co.bas y UPS Vallecas; por el medio del bulevar hay personas que siguen adelante sin tantos aprietos como por los carriles laterales y algunos caminan en dirección contraria, regresan a Atocha. Tanto en los carriles de la derecha como en los de la izquierda las pancartas apelan a la unidad. La de la CGT: “Unificar las luchas. Huelga general”. La de Corriente Roja: “Unamos las luchas. Fuera Rajoy y Merkel”. El grupo de los carriles de la izquierda es muy cantarín y bailón, en su repertorio incluyen los distintos temas que se han venido sucediendo desde que comenzaran las políticas de austeridad para remediar la supuesta crisis, a saber: la sanidad, la educación, la corrupción, la democracia, la reforma laboral. Sus cánticos lo mismo evocan la lucha que denuncian mentiras: “Obrero, si no luchas nadie te escucha”; “¿Dónde están (2) los puestos de trabajo que con la reforma se iban a crear?”. A las siete, a la altura de la fachada principal del Museo del Prado, desde los megáfonos anuncian que van a hacer una parada pues compañeros de la CGT y otras organizaciones van a pronunciar discursos junto a la estatua de Velázquez. Tanto los del grupo de Corriente Roja como los de la CGT se detienen y el resto de manifestantes que los acompaña, de pie o sentados en los bancos del paseo, escuchan a los oradores. Otros siguen andando hacia Cibeles. En este tramo ¾del Museo del Prado a Cibeles¾ de siete a siete y media desfilan, entre otros, los del Frente Cívico, cuyo lema es “Somos mayoría. Organicemos el poder ciudadano”; y Equo, que apuesta por la república en su pancarta: “Reinicia la democracia. Por una república ciudadana”. Otro grupo de personas mayores aluden al mismo asunto: “Por la Tercera República, federal, laica, solidaria y participativa”. También hay una bandera andaluza enorme con la que se rodea un buen grupo de asistentes, otros portan una tira de tela azul muy alargada para reclamar “agua pública”, muy cerca de las siguientes pancartas: “Red de Agua Pública de Aragón. No a la privatización del agua y de nuestros ríos”; “Por un Tajo vivo. Asamblea por la Defensa del Tajo‑Aranjuez”. Los inmigrantes cada vez son más visibles en las protestas, en esta unos jóvenes ecuatorianos sujetan una pancarta verde fosforescente con la célebre cita: “Cuando la tiranía es la ley, la revolución es orden”.
En torno a la fuente de la Cibeles se podía caminar con más celeridad pues muchos participantes ya habían abandonado la marcha porque concluyeron el recorrido o por otros motivos: oscurecía, soplaba un viento frío, cansancio. Junto a la emblemática diosa, que estaba rodeada por vallas, había gente posando con su banderín o pancarta para hacerse fotografías.
En el paseo de Recoletos, entre las siete y media y las ocho, una gran masa de gente se situaba en los carriles centrales, mientras que por el bulevar y los laterales se podía caminar con más holgura. Nuevos símbolos volvían a dar cuenta de la variedad de colectivos que reunió la convocatoria: banderas arcoíris, de Izquierda Anticapitalista, de Alternativa Republicana; pancartas de Ecologistas en Acción y de grupos que rechazan las corridas de toros (“La tortura no es cultura”). Ya, cerca de Colón, un buen montón de banderas de Asturias. No obstante, la gran atracción era una gran batucada muy bien organizada, que muchos querían ver y fotografiar; para ello se subían a la zona ajardinada del bulevar desde donde mejoraba la panorámica de la protesta. Estas zonas ajardinadas son pequeñas elevaciones del terreno cercadas por muros bajos de contención; en su parte alta hay césped y una hilera de flores de color rosa haciendo un dibujo en suave zigzag. La gente que quería pasar de los carriles centrales ¾donde lentamente transitaba el grueso de la manifestación¾ a la zona peatonal ¾mucho más despejada¾, subía a la zona ajardinada y daba grandes zancadas para pasar al otro lado sin pisar las flores. Una mujer se lamentaba: “No puedo atravesar esto, no lo quiero destrozar”. Y obtenía respuesta: “Señora, venga por aquí, que es más estrecho”. En las Marchas de la Dignidad había personas que su intención no contemplaba ni siquiera la idea de pisar las flores. Otros sí habían dejado rastro efímero de su paso por Recoletos: sobre casi todas las marquesinas habían escrito mensajes con rotulador de trazo grueso; uno de ellos era: “Gracias x la belleza de la desobediencia”.
Colón
El escenario estaba situado en los Jardines del Descubrimiento mirando hacia la plaza de Colón. De telón de fondo, el lema de la protesta: “No al pago de la deuda. No más recortes. Fuera gobiernos de la Troika. Pan, trabajo y techo”. Varios oradores se sucedían ante el micrófono, pero no siempre se oía con claridad. Se leyó el manifiesto y expusieron su parecer personas procedentes de Aragón, Andalucía… Se aplaudió cuando se dijo que habían acudido bomberos de Madrid y de todo el Estado. Aunque mucha gente se había retirado, entre las ocho y las ocho y cuarto todavía se podía hablar de multitud. Había manifestantes por todas partes: seguían subidos en la zona ajardinada del bulevar, sentados en el bajo muro y en los bancos, de pie rodeando la fuente de Colón; desde ahí se vislumbraba una espesa masa de gente hasta el escenario, y otra continuaba en los carriles centrales de Recoletos. Para unos era el momento del refrigerio; otros seguían haciendo fotografías; la mayoría intentaba escuchar a los oradores; otros simplemente aguardaban. Sobre el escenario es el turno de la Solfónica, que interpreta el Cuarto movimiento de laNovena Sinfonía de Beethoven, el Himno de la Alegría. Muchos asistentes están parados y en silencio, atentos a las voces del coro, incluso los que están alejados del escenario, subidos al muro bajo de contención o a la zona ajardinada. De repente, muy cerca de allí, como si viniesen del cruce con la calle de Génova ¾en la que se ubica la sede del PP y donde suele haber un fuerte dispositivo policial¾, unos jóvenes bajan corriendo y cesan frente al Museo de Cera; es un amago de avalancha tras oírse los primeros disparos que efectúan los antidisturbios. Son las ocho y veintitrés, la calma vuelve por pocos minutos. Parece que la Solfónica ha comenzado a entonar otra pieza. Se oye con dificultad. Más disparos. La gente se está retirando hacia las calles adyacentes. El coro ya no canta, sino que vocea: “Estas son nuestras armas”. Sobre la verja de la Biblioteca Nacional, esta pancarta: “Jóvenes de Europa, levantaos”. Desde la calle de Jorge Juan ¾entre la Biblioteca Nacional y los Jardines del Descubrimiento¾ se divisa el humo de los tiros. Una señora se lamenta en voz alta: “Ya están cargando. ¿Por qué no detienen a los gamberros? No, como siempre, ya están cargando contra todos”. La Solfónica: “Vergüenza, vergüenza”. Se puede huir por Jorge Juan sin tener que correr. La gente se resiste, la curiosidad les hace volver la vista hacia detrás. Las lecheras de la Policía Nacional aparcadas en la calle de Serrano arrancan y por Jorge Juan se dirigen a Recoletos. Entonces muchos de los presentes en Jorge Juan emprenden definitivamente la retirada. Unos andaluces se aseguran de que en su grupo no falta nadie, se apresuran, no conocen la ciudad y deciden abandonar la zona, pero una muchacha se escapa, retrocede para hacer fotografías. Gritan: “Vamos chiquilla, vámonos de esta guerra”. En medio de un jaleo tremendo la Solfónica ha vuelto a cantar, parece que por Labordeta, el Canto a la Libertad.
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jueves, 13 de marzo de 2014

En la procesión de la Santísima Vagina se gritaba “Gallardón, dimisión”

Contra la reforma de la ley del aborto y la violencia machista
La procesión de la Santísima Vagina estaba situada en el centro de la marcha, por tanto la precedían y seguían otros diversos y numerosos grupos. Por supuesto, en cabeza avanzaba la pancarta de la organización convocante, el Movimiento Feminista de Madrid, cuyo texto aunaba varias peticiones: “En nuestros úteros no se legisla; nuestros cuerpos no se maltratan; nuestros derechos no se recortan”. El tema predominante de la protesta fue la reforma de la ley del aborto que prepara el Gobierno, seguido de la violencia machista y los derechos laborales. Se reclamó el aborto como un derecho de la mujer, perteneciente al ámbito de su libertad, y se exigió que se despenalizase: “Mi cuerpo, mi coño, mi decisión”; “Fuera el aborto del Código Penal”. Se retomó, como en un viaje al pasado, la consigna de los años ochenta “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. Los mensajes se dirigían aAlberto Ruiz Gallardón y a la Conferencia Episcopal. Al primero se le pide que retire la reforma de la ley, que han bautizado con su nombre: “No a la ley Gallardón. Yo decido. Acción en Red”. A la Conferencia Episcopal se la recrimina por imponer su dogma a todos como en la dictadura, concretamente por querer controlar el cuerpo de las mujeres, la sexualidad y la reproducción: “Aquí mandan los curas, como en la dictadura”; “Sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios. Asamblea Transmaricabollo”. Esta temida vuelta a situaciones pasadas hizo que en las pancartas se recordase la gravedad de los abortos realizados sin asistencia médica pues puede producirse incluso la muerte, algo que se vincula a la clase social perteneciente: “Las ricas se lo pagan, las pobres se desangran. Juventudes Comunistas”; “Aborto legal para no morir”. También se rememoraron negativamente los viajes a países donde la legislación sobre el aborto es menos restrictiva: “A Londres ni a fregar ni a abortar. CEM”. En consecuencia, se reivindicó la realización de los abortos en hospitales y de forma gratuita: “Aborto, ya, en el hospital”; “Aborto libre, seguro y gratuito”.
“No estamos solas, faltan las muertas”, así de contundente era la consigna que a voz en grito denunciaba la violencia sobre las mujeres. “Vosotros, machistas, sois los terroristas” es la frase que desesperadamente se vuelve a repetir año tras año para poner de manifiesto esa tragedia que se vive en los hogares y que causa más víctimas mortales anuales que las bandas terroristas registradas. Las Mujeres de Negro contra la Guerra rechazaron en su pancarta ese horror con estas palabras: “Ni guerra que nos mate, ni paz que nos maltrate”.
Por el empleo
“Queremos empleo, trabajo nos sobra” es una petición que deja claro que las mujeres trabajan dentro y fuera de casa, pero que su derecho a hacerlo en el actual mercado laboral se encuentra con muchas trabas debido al el elevado número de parados. Se presentaron en la marcha grupos muy vulnerables, como las trabajadoras domésticas, las cuidadoras y las trabajadoras del sexo con estas pancartas respectivamente: “Desde la lástima, nada; desde la dignidad, todo. Sí al Convenio 189 de la OIT”; “Cuidemos la vida de las cuidadoras”; “Por los derechos de las trabajadoras del sexo. Hetaria”. En muchos de los mensajes que se exhibieron el feminismo seguía ligándose a la lucha de clases y a la revolución: “Las mujeres trabajadoras, libres y luchadoras”; “Feminismo de clase y combativo”.
Las trabajadoras y los trabajadores de Coca-Cola se sumaron a las reivindicaciones de las mujeres y expresaron las suyas propias. Llevaban camisetas en las que ponía “Ni cierre ni despidos”. Basándose en la fórmula del famoso lema feminista coreaban: “Nosotros producimos, nosotros decidimos”. A través de su megáfono pedían la solidaridad de los consumidores: “No bebas Coca-Cola”. Además de vocear “Este ERE es ilegal”, se tiraban al suelo “para que vean lo que hacen con nosotros”; acto simbólico que vienen repitiendo en sus protestas.
Marea violeta, pacífica, numerosa y variopinta
La Gran Vía madrileña se convirtió en el escenario de una gran fiesta reivindicativa. A la juerga que invitaba la procesión de la Santísima Vagina hay que añadir las risas que provocó una ristra de bragas y tangas que pendían de una cuerda; los enormes sujetadores en las cabezas o colocados en su sitio pero por encima de la ropa. El color violeta se podía ver en el atuendo de las féminas (bufandas, abrigos, chaquetas, medias…), en las pelucas, en el fondo y las letras de muchas pancartas; hasta CC OO e Izquierda Unida habían cambiado el color rojo habitual de sus banderolas por el violeta. De la parte trasera de la marcha, donde se situaban los más jóvenes y los más radicales, en tres o cuatro ocasiones salieron unas luces incandescentes de color rosa seguidas de una gran humareda que confundida con la noche también parecía violeta. Esto fue solo una nota de color pues la protesta transcurrió pacíficamente. La misma caminata y sin problemas hicieron los más extremistas y los del PSOE, los cuales en otras protestas han acabado enfrentados. Los furgones de la Policía Nacional controlaron la marcha de principio a fin, y la Policía Municipal tenía apostados agentes en cada bocacalle. Los medios de comunicación masivos consideran que fue una de las manifestaciones más numerosas de los últimos años, pero además se puede decir que fue variopinta: no solo es que daba la sensación de que había tantas mujeres como hombres, tantos jóvenes como personas de más edad, sino que se habían congregado diversidad de sindicatos de base, partidos de izquierda, organizaciones de mujeres, de homosexuales, de estudiantes, de defensores de los derechos humanos, asambleas del 15M e incluso había concurrido una logia masónica según ha informadoelpais.com. También asistieron los que están preparando las Marchas por la Dignidad, que han convocado una manifestación con participación nacional e internacional en Madrid para el 22 de marzo. En la manifestación del Día de la Mujer en la capital se gritó “¡Viva la lucha de las mujeres!”, sin embargo, nuevamente y como ya viene siendo frecuente, resonaron frases emblemáticas de una lucha más general: “Madrid será la tumba del fascismo”.
Otras pancartas
“Hay más legislación sobre coños que sobre armas”
“La maternidad cuando y como yo quiera. Arcoíris”
“Por la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres”. Federación de Asociaciones de Mujeres de la Comunidad de Madrid”
“Feminismo. Revolución. Asamblea Popular del Paseo de Extremadura”
“No penar por abortar”
“Feminismo de clase. Contra la presión a las mujeres y la explotación de las trabajadoras. Bloque Feminista de Clase”.
“No es un delito. Mi cuerpo, mi decisión. Izquierda Anticapitalista”
“Por la libertad de las mujeres. PSOE”
“La dignidad tiene nombre de mujer. Estudiantes”
“Mi cuerpo, mis derechos. Amnistía Internacional”
“Ni violencia física, ni violencia emocional y mucho menos estatal. Machete al machote”
“Ni santas, ni putas, solo mujeres”
“No a leyes clericales, machistas y medievales”
Más consignas voceadas y cánticos
“Hay que quemar (2) / la conferencia Episcopal /por machista y clerical”
“El aborto es un derecho, no un delito. A luchar, a luchar, que esta ley se va a tirar”
“La Mari Carmen, quién te ha visto y quién te ve / antes era una esclava / ahora feminista es. / La Mari Carmen no quiere coser / la Mari Carmen no quiere fregar / la Mari Carmen quiere trabajar”
“¡Qué viva la lucha de las obreras!”
“Menos bayetas y más metralletas”
“La Virgen de la Almudena es bollera, la Virgen del Rocío es un tío, la Virgen María también jodía”
“Contra el Vaticano, poder clitoriano”
“Feminismo pa’ lante, machismo pa’tras”
Colectivos (aparte de los ya citados)
Equo, Co.bas, Corriente Roja, Partido Comunista de Madrid, CGT, Unión Interinstituos de Madrid, COGAM, PCE, PCPE, CJC.
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