El
telón de fondo de todos los eventos era la fachada del Tribunal Supremo, la de
verdad, la que da a la plaza de la Villa de París. Los superhéroes de esta
historia, los que por todo el territorio nacional paran desahucios y rescatan
familias con sus “abrazos de acero” —como dijo en su poema el periodista Javier
Gallego—, agrupados en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), tomaron
esta plaza los días 6, 7 y 8 de octubre para desarrollar las “Jornadas por el
derecho a la vivienda ante el Tribunal Supremo”. El lema de la convocatoria
“Sin justicia no hay derechos” estaba escrito en una pancarta que constituía un
fondo de escenario más cercano, más íntimo, para cobijar a los diferentes
conferenciantes. Nada más, no había ni tarima ni plataforma elevada sobre el
escenario, tan solo unas sillas de plástico blanco iguales que las que se
destinan para el público. Los héroes, sin máscara y ataviados con camisetas o
chalecos donde se lee “PAH” o “Stop desahucios”, estaban por todas partes: en
el escenario, sentados o de pie entre el público, en los tenderetes
improvisados; colocando pancartas, preparando paellas. La heroicidad no suele ser
cosa de masas, en fin, que no eran muchos; quizá de 200 a 300 en el evento más
concurrido; no obstante, quién sabe, en tres días y dos noches pudo haber
pasado bastante gente. Sí, en la plaza de la Villa de París unos pocos —la
policía no permitía más de quince— pernoctaron, lo llamaron “La noche sin
techo”. Las mujeres y hombres de la PAH que defienden con suficiente arrojo los
Derechos Humanos acudieron a esta plaza flanqueada por las sedes del Tribunal
Supremo, el Consejo General del Poder Judicial y la Audiencia Nacional para
plantar cara a los jueces y exigir justicia. Denuncian su papel al lado de los
poderosos y los usureros en esta gran estafa oculta tras la palabra “crisis”. Allí,
prácticamente a las puertas de las más altas instituciones judiciales, el
primer día cuando ya había oscurecido una batucada coreó una frase que se ha
convertido en simbólica —no fue creada para la ocasión sino que lleva tiempo
voceándose—, que sintetiza el deterioro moral y democrático que presienten
también en los que debieran impartir justicia: “Los banqueros robando, los
jueces ayudando”.
“Régimen de injusticia”
El
jueves seis a la nueve de la noche se inauguraron las jornadas con la
intervención del periodista Javier Gallego (de Carne Cruda) y la lectura del manifiesto
por parte de una joven con acento iberoamericano. Seguidamente se guardó un
minuto de silencio por todas las víctimas de la crisis-estafa y, después,
apareció en la plaza la batucada coreando consignas, ataviada con pelucas y
ropas de vistoso colorido.
En
el manifiesto se recuerda que desde 2008 (fecha del colapso económico) aumentó
el desempleo y se deterioraron las condiciones de vida, y añade: “Desde entonces
más de 600.0000 ejecuciones hipotecarias, de dudosa legalidad, han expulsado
200.000 hogares, sin importar la presencia de niños, mayores o dependientes”.
Estima de “crisis humanitaria” la situación, ante la cual “los poderes públicos
rescataron a los especuladores con 53.000.000.000 €”. Recuerda, entre otras
cosas, que rechazaron la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) apoyada por un
millón y medio de firmas para detener los desahucios y a favor de los
alquileres sociales, y que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea condenó
a España por sus leyes hipotecarias. Además, cabe destacar dos frases que
reprocha al Tribunal Supremo, concretamente dice: “En particular, el Tribunal
Supremo mantiene a día de hoy que ‘las ejecuciones hipotecarias no se pueden
suspender porque no son tan perjudiciales para los deudores’ (23/12/2015), o
que ‘las cláusulas suelo son abusivas, pero que devolver todo el dinero a los afectados
sería peligroso para el sistema financiero’ (09/05/2013)”. Estas frases fueron
también duramente criticadas por algunos oradores a lo largo de las jornadas.
Tras
mencionar los sucesos que han ido deteriorando el bienestar y recortando
derechos (los desahucios, la venta de viviendas sociales a fondos “buitre”, la
pobreza energética, la ley mordaza, los recortes sanitarios y educativos, la
estafa de las preferentes, la corrupción, etc.), el texto concluye denunciando
un “régimen de injusticia”, a pesar de que muchas leyes apelen a una “JUSTICIA”
que defienda al débil y castigue al culpable o que hablen de proteger el
ejercicio de los Derechos Humanos.
Reparación para las víctimas y castigo de los culpables
El
manifiesto contiene seis exigencias dirigidas al “mundo de la justicia”:
“1) La aplicación directa de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, ordenando la paralización inmediata de todos los
desalojos sin alternativa de vivienda digna.
2) La aplicación efectiva de la normativa europea
(TJUE) que obliga a eliminar todas las cláusulas abusivas de los contratos,
compensando a los afectados por los daños producidos. En consecuencia, deben
anularse todos los procedimientos ya terminados en los que no ha existido
derecho a la defensa y cancelar las deudas generadas en esos procesos ilegales.
3) Que se investigue y juzgue las actividades
presuntamente delictivas de las entidades financieras que promovieron la
burbuja y se beneficiaron de la crisis, depurando judicialmente las
responsabilidades políticas.
4) Promover la despenalización de la ocupación de
viviendas vacías por necesidad, y la tipificación del delito de usura.
5) Investigar la venta de viviendas sociales a
Fondos Buitre, proteger a las víctimas de sus desahucios y adoptar medidas de
reparación al daño causado.
6) Por último, exigimos la absolución de todos los
detenidos y multados por participar en las movilizaciones contra los
desahucios, pues no han hecho sino cumplir con su deber de defensa de los
Derechos Humanos”.
Como
se puede observar, en algunas de estas reivindicaciones se contempla la
reparación para las víctimas y el castigo para los culpables. En esto también
hizo hincapié Javier Gallego en su discurso inaugural. Tras pedir justicia y
que se cumplan las sentencias de los tribunales europeos, Gallego indicó que
hay que reconocer — por parte del Gobierno y los jueces— que se ha desahuciado
injustamente en España. Agrega que han de pagar los culpables: “Queremos ver
sentados en el banquillo a todos los que han provocado este agujero”. Respecto
a las víctimas señala que hay que reconocer el daño que se les ha hecho. Observa
que muchos no saben que las víctimas son los desahuciados, los dependientes o
los despedidos. Explica que hay que conseguir reparación para las víctimas, no
sólo para el daño económico, sino también para “el daño moral, psicológico” y
menciona la “humillación”. En su opinión, “tendría que haber una reparación de
todas las víctimas de esta estafa”; apostilla: “que los culpables restañen las
heridas de las víctimas”.
Se cuestiona la independencia de los jueces
El
viernes siete a las seis de la tarde los buitres de cartón acechaban colocados
en los setos de la plaza. Uno estaba rodeado de billetes de 500€; otro, con las
alas extendidas situado a la izquierda, miraba para el escenario. También a la
izquierda una pancarta rezaba “No toleramos ni un desahucio más, ni niños en la
calle”. A la derecha, antes de llegar al equipo de sonido, sobre una cuerda
había tendidos enormes baberos en los que habían escrito nombres, se supone que
de bebés, y la palabra “desahuciado”. Continuaban en la plaza los tenderetes
con folletos y camisetas. Para esa hora estaban anunciados mesa redonda y
debate con este título: “Vivienda, Derechos Humanos y Justicia”. Físicamente la
mesa no estaba, pero sí las sillas blancas para todos sus integrantes: la
moderadora, la periodista Olga Rodríguez, y los activistas de Amnistía
Internacional, No Somos Delito, el Tribunal Ciudadano de Justicia y la
Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Todas las sillas destinadas para el
público estaban ocupadas y había personas de pie escuchando a los oradores,
aunque, ciertamente, no abarrotaban la plaza. Las parejas de la Policía
Nacional vigilaban de lejos. La temperatura de la tarde era agradable, no hacía
ni frío ni calor; el ambiente, tranquilo, relajado. Cada conferenciante realizó
ordenadamente su exposición.
El
último fue un activista de la PAH, un joven abogado que explicó el escaso
compromiso de los jueces. Indicó que habían invitado a participar en las
jornadas a una asociación progresista de jueces, pero que estos, tras muy buenas
palabras, rechazaron acudir. Durante el debate los activistas convinieron en
señalar la falta de independencia del poder judicial. El joven abogado señaló
al respecto que existe un “medio ambiente” y un sistema de premios y castigos
que condiciona a los jueces. Aludió a los castigos conocidos sin llegar a
mencionar ningún caso concreto.
A
propósito de los medios de comunicación se estimó que su papel es muy
importante, sin embargo también se cuestionó su independencia. Se quejaron de
que los desahucios, que siguen produciéndose a diario, hayan desaparecido del
relato informativo. La periodista Olga Rodríguez, por su parte, aseveró que “el
periodismo debe ser subversivo”.
La
activista de No Somos Delito habló sobre las leyes mordaza, con las que se está
atacando a la protesta social legítima. Al respecto, la activista de Amnistía
Internacional declaró que había que seguir reclamando la manifestación sin
comunicar.
Llegado
el momento de la intervención del público, no se produjo precisamente un
debate, aunque los participantes sí daban su opinión, preguntaban o exponían su
caso. Así, llegó un testimonio estremecedor cuando una señora tomó el micrófono
para decir que esta “crisis” había dejado sin padre a sus hijos. Se preguntaba
qué hubiese sido de ellos sin la ayuda de su familia y la PAH. Nadie más
(ninguna administración) la había ayudado.
Comenzó
a oscurecer y el debate estaba acabando. Luego, alguien cogió el micrófono y
preguntó que cuántos se quedaban, para saber las tazas de arroz que había que
echar a la paella. Para esa misma tarde-noche estaba prevista la proyección del
reportaje Garganta profunda: testimonio
de un banquero arrepentido;
finalmente, la “noche sin techo”. Así concluiría una jornada en la que por la
mañana se pudo disfrutar de una parodia teatral y participar en un taller sobre
la querella contra Bankia a cargo del Tribunal Ciudadano de Justicia.
El Gobierno de Rajoy y el Constitucional contra las leyes de
vivienda autonómicas
El
sábado 8 sobre un seto de la plaza había una ikurriña extendida en la que se
leía “Ley de vivienda”. Era la prueba de que alguna PAH vasca había llegado a
Madrid. Desde por la mañana estaban programados varios talleres: obra social,
vivienda pública, titulizaciones, cláusulas abusivas e IRPH; precisamente este
último a cargo de abogados de IRPH Stop Guipúzcoa. Por la tarde los activistas
de las PAH de Valencia, Murcia, Barcelona y Madrid expusieron la situación de
las leyes de vivienda y las ILP en sus respectivas comunidades autónomas.
La
Ley 24/2015, llamada también la “ley catalana” por los oradores, fue reconocida
por estos como la más avanzada hasta ahora. El activista de Barcelona explicó
todo el proceso que llevó conseguirla. Necesitaban 50.000 firmas para la ILP y
obtuvieron 150.000. Después lograron que fuese aprobada en el Parlament de
Catalunya. El Gobierno en funciones del PP la recurrió, a mediados de 2016 el
Tribunal Constitucional admitió a trámite el recurso y quedó suspendida parcialmente. El activista comentó las ventajas que
generó durante los nueve meses antes de la suspensión. En el encuentro se
mencionó que el Tribunal Constitucional ha suspendido leyes en esta materia de
otras regiones (Andalucía, Navarra, País Vasco y Canarias).
El
activista de Murcia explicó que cuando el PP perdió la mayoría absoluta en su
comunidad autónoma, la oposición logró que se aprobase su ILP, pero el Gobierno
murciano del PP que ha de defenderla, no lo hace. En Madrid se necesitan
recoger las 50.000 firmas para la ILP, no obstante la activista aspira a
triplicar o cuadruplicar ese número. Otro activista madrileño anunció que en
breve comenzarán a preparar la campaña para esa recogida de firmas.
Femenino genérico, diversidad de procedencias y cultura popular
Las jornadas celebradas en la plaza de la
Villa de París fueron una ocasión para aprender y compartir las diferentes
experiencias sobre el activismo en materia de vivienda y Derechos Humanos, el
papel de las instituciones judiciales y los medios de comunicación, y otros
asuntos esenciales como el compromiso y la solidaridad. Todo esto ya es mucho,
pero hubo más aún, por ejemplo la integración de niñas y niños en el evento,
pues para el público infantil hubo teatro (“Los tres cerditos”) y función de
títeres. El evento acogió a todo tipo de vecinas y vecinos, por lo que se pudo
ver diversidad racial y cultural; entre los oradores, los activistas y el
público participaron gentes de distintos lugares de procedencia, pues así lo
denotaba su acento o su vestimenta. El feminismo se fortalecía con el lenguaje,
ya que buena parte de los oradores y oradoras que pasaron por las jornadas
usaron el femenino al hablar para incluir tanto a mujeres como a hombres. A lo
largo de estos tres días la música la pusieron las batucadas, Mineral Sound
System y la Solfónica.
“El poder viene de la
solidaridad de los de abajo”
La inauguración de las jornadas estaba
prevista para las ocho de la tarde del día seis, pero realmente comenzó a las
nueve, ya en la oscuridad de la noche, y no eran muchos los presentes. Sin
embargo, todo esto no restó emoción al acto. El discurso del periodista Javier Gallego
con su poema, la lectura del manifiesto y el minuto de silencio por las
víctimas llevaron a los reunidos a corear en varias ocasiones su consigna más
emblemática, su grito de lucha y esperanza: “Sí se puede”. Por ella se les
reconoce, es la fuerza y la palabra de los que paran desahucios, de la
movilización más poderosa enfrentada a esos que a sus imprudencias y abusos
llaman “crisis”. Son los de la PAH.
Javier Gallego en su intervención les
reconoció su dignidad, su valor y su poder. Explicó la manipulación que se ha
hecho del relato sobre la “crisis-estafa” para culparnos a nosotros”. En su
opinión, es un relato falso y hay que recobrar la palabra para contar que los
culpables han sido los que gobiernan y los que dirigen bancos y empresas.
Añade: “Hay que dar la vuelta al discurso desde los medios de comunicación y la
calle. Para Gallego ese es uno de los grandes logros de la PAH: “Habéis
conseguido darle la vuelta a la conciencia de este país”.
Recordó la ILP que fue llevada al congreso y
el millón y medio de personas que firmaron para apoyar la dación en pago y
pedir que se detengan los desahucios; agregó que era uno de los momentos “más
memorables” dentro de estos “años infaustos y catastróficos”.
Reivindicó que se cumplan las sentencias de
tribunales europeos, se repare a las víctimas y se castigue a los culpables.
Pidió que las leyes se adecuen a la realidad social de este país y que se pague
la “deuda social” que se tiene con todas las personas que se han visto
“sepultadas por este tsunami que ha sido la estafa llamada crisis”. Además,
denunció la “pasividad absoluta de los poderes públicos y la administración”.
Gallego indicó que hay que recobrar la
“soberanía popular” y habló de recuperar los barrios y de volver a reunirnos.
Declaró que la PAH ha demostrado que “si se han parado tres mil desahucios y
realojado a tres mil familias, es claro que el poder viene de la solidaridad de
los de abajo”. Añade: “Esto lo tenemos que recordar cada día”. Dirigiéndose a
los de la PAH: “Habéis levantado a muchas personas del suelo y ese es un poder
que os hace inmensos”.
Compara a la PAH con un “ejército de
salvación”, pues sus activistas han salvado a muchos afectados. Les otorga una
importancia crucial: “Si no hubiera existido la PAH cuando este país se rompía
por las costuras y por las heridas y se desangraba, cuando miles de familias
salían a la calle con lo puesto o lo poco que habían podido llevarse de sus de sus casas, si no llegáis a estar
vosotros y vosotras para acogerles, para darles ese abrazo, esa protección, ese
cobijo, ese refugio, esa casa que habían perdido, este país se hubiera venido
abajo, se hubiera destruido”.
Acusa a los gobiernos, “tan indiferentes con
el dolor de sus compatriotas”, de haberse beneficiado del trabajo que los
activistas han hecho; y a esos activistas les dice: “Habéis hecho lo que ellos
tenían que hacer, evitar que la gente cayese al arroyo”.
El protagonista del poema de Gallego es ese
“ejército de salvación”. Comienza así: “No tienen más arma que su herida, ni más
trinchera que su piel, no han disparado una sola bala, pero han detenido mil
con su pecho y con sus manos”. A lo largo del poema insiste en los rasgos de
sus armas: “Vencieron al enemigo enfrentándose a sus tanques con migas de pan y
abrazos de acero”; “No tienen más fusil que sus palabras”. El autor sigue
relatando sus hazañas para concluir
reconociendo su mérito y su importancia
para la vida en común: “Salen cada día a la batalla como un ejército de
salvación indestructible que ha defendido a este país del sabotaje y lo ha
rescatado de sus propias garras”.
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