viernes, 22 de mayo de 2015

El 15M celebra su cuarto aniversario reivindicando los derechos que permitieron su existencia: “No nos amordazarán, la lucha sigue en las calles”

Los días 15 y 16 de mayo se realizaron actos conmemorativos de la movilización social conocida como 15M que comenzó en 2011 en la Puerta del Sol de Madrid y que se extendió por otras plazas de España. El día de San Isidro desde las once de la mañana hubo en Sol un buzón de iniciativas, asambleas y talleres y, para finalizar la jornada (8 de la tarde), teatro denuncia a cargo del colectivo No Somos Delito. Sin embargo, el día grande del aniversario fue el sábado 16, pues se convocó el acto de protesta por excelencia, la manifestación, la cual a partir de las seis de la tarde transcurrió pacíficamente de Cibeles a Sol. Fue al mismo tiempo un acto de celebración que una marcha reivindicativa. Se entonó el “Cumpleaños Feliz” y en las pancartas y proclamas se mencionaron viejos y nuevos temas. Como en otras ocasiones se llamó “estafa” a la “crisis económica”, se reclamaron los servicios públicos (sanidad, educación, justicia, agua, etc.) y se voceó contra los desahucios, la pobreza, la corrupción. Pero un tema destacó sobre los demás: la reivindicación de los derechos  que permitieron al movimiento su propia existencia, es decir, el derecho de reunión y la libertad de expresión. Junto al derecho a la información son esenciales para la democracia. En virtud de estos derechos los ciudadanos han podido reunirse  libremente en las calles para debatir en asambleas y protestar en manifestaciones, así como saber unos de otros y divulgar los hechos internacionalmente. Estos derechos se convierten en instrumentos de lucha y son fundamentales para una democracia más participativa. Sin embargo, son derechos que están en peligro debido a las leyes neofranquistas del Gobierno del Partido Popular: Ley Mordaza —llamada eufemísticamente Ley de Seguridad Ciudadana—, la reforma del Código Penal y el Pacto Antiterrorista. Estas normas criminalizan la protesta social que es la base del movimiento 15M, de ahí que la pancarta de cabecera intentase reafirmar su propia esencia: “No nos amordazarán. La lucha sigue en las calles”. La protesta contra las leyes mordaza y la represión policial se vio reforzada con la participación de No Somos Delito, cuya pancarta “No a la Ley Mordaza” iba portada por personas amordazadas, y de Greenpeace, que avanzaba con una réplica enorme de la escultura de un león de la entrada del Congreso de los Diputados que llevaba una mordaza amarilla. En el mismo tema ahondaba la presencia de actores o payasos disfrazados de agentes de policía. “La voz del pueblo no es ilegal” y  “Sí se puede” fueron las proclamas más coreadas.
Una vez que la manifestación llegó a la Puerta del Sol se sucedieron los otros eventos programados: actuación de la Solfónica, “cacerolada estatal”, representación realizada por el grupo de teatro del 15M de Arganda, “microabierto” para quien quisiera intervenir y “micromanifiestos”.
Enorme despliegue policial para una manifestación pacífica y festiva
La manifestación no había sido comunicada oficialmente a las autoridades, aunque la difusión de la convocatoria había sido constante durante la semana anterior en las redes sociales. No obstante, los agentes de policía procedieron con las identificaciones nada más se desplegaron las primeras pancartas. La manifestación ni se prohibió ni se reprimió —periodo electoral: sólo faltaba una semana para los comicios—, pero fue extremadamente vigilada por la policía. Para que transcurriera la protesta se cortó el tráfico en los carriles de la calle de Alcalá en dirección a Sol y los agentes se apostaron en el separador de las dos corrientes de la circulación. Esta ubicación de los agentes suele ser habitual y comprensible, esto es, se trata de marcar claramente la zona en la que sigue el tráfico de vehículos y la zona por la que avanza la manifestación. Es más desacostumbrado, en una protesta pacífica y no exageradamente masiva, que haya muchos agentes en las aceras; sin embargo allí estaban apostados, uno a dos o tres metros del otro, junto a los edificios, viendo pasar la marcha por los carriles de subida, los transeúntes, los turistas, los mirones. De esta manera la marcha quedaba cercada a la izquierda por los agentes subidos a esa pequeña mediana que divide las distintas corrientes del tráfico; a la derecha, por los apostados en las aceras; también había agentes y furgones cortando el paso por Gran Vía y en la cola de la protesta, cerrando la misma. Además de esto, cerca del cruce con la calle del Barquillo algunos agentes se pusieron frente a la cabecera de la marcha e hicieron fotografías con sus móviles. Esta excesiva vigilancia policial contrastaba con una protesta que en sus primeros metros era poco numerosa, aunque la cantidad de participantes fue creciendo camino a Sol. Al principio sólo ocupaba el tramo que va desde la confluencia con Cibeles hasta pocos metros más allá del cruce con la calle del Barquillo, si bien es cierto lo que decía una señora: “Parece que vamos muy ‘apretujaos’”.
La réplica de cartón piedra del león del Congreso con su mordaza amarilla se iba desplazando gracias a una plataforma con ruedas arrastrada por voluntarios de Greenpeace. Su entrada hacia el centro de la marcha fue aplaudida por los congregados al tiempo que gritaban “La voz del pueblo no es ilegal”, “De Norte a Sur, de Este a Oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste”. El conjunto apretado de la protesta se iba abriendo y la gente avanzaba caminando o bailando al ritmo de los tambores. Había gente de todas las edades: jóvenes, mayores, personas en sillas de ruedas y bebés en carritos. La batucada se situó en la parte delantera de la marcha animando a la concurrencia con su percusión, baile y consignas encajadas en la propia música: detenía o aminoraban el sonido para vocear “Justicia”, “Dignidad”, “No somos mercancía”.
Parodias policiales
Al carácter lúdico de la protesta también contribuyeron los actores con la cara pintada de blanco y narices rojas de payasos que parodiaban la represión policial. Eran los del grupo de teatro del 15M de Arganda que iban disfrazados de antidisturbios con ropas negras, cascos de montar en bici también negros, porras y escudos de cartón y plástico. En la marcha danzaban “pegándose” porrazos entre ellos. Cerca de la cabecera otro actor o mimo iba sobre altos zancos, vestido de azul marino con una gorra que se asemejaba a la de los agentes. Sobre su espalda se leía “Policía Necional”. Tenía la cara pintada de blanco y su nariz de payaso era negra. También llevaba una porra y una libreta. En su representación burlesca juagaba a golpear en broma con la porra a los más cercanos y, de vez en cuando, el "policía necional" se daba algún cachiporrazo a sí mismo.
Los asistentes no portaban de forma destacable ni pancartas ni banderolas de los partidos políticos. Sí llamó la atención de curiosos y fotógrafos un manifestante con una camiseta en la que ponía “Podemos. México”. Las pancartas más numerosas eran las de las distintas asambleas populares del 15M de las localidades de la comunidad autónoma y de los barrios de la capital, por ejemplo: Sierra Norte, Coslada, Malasaña, Carabanchel, San Blas, Usera, Puente de Vallekas, Hortaleza, Prospe. También acudieron los Yay@flautas de Madrid con su pancarta “Luchamos y lucharemos”, y otro colectivo de mayores que coreaba “Sin memoria no hay democracia”. En la parte trasera de la marcha estaba el colectivo Transmaricabollo de Sol que, entre otras cosas, cantaba: “Vamos a quemar la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal”. Los textos que se podían leer a lo largo de la caminata eran de todo tipo, desde pequeños carteles contra el TTIP hasta una enorme pancarta que rezaba: “Unidad de todas las luchas. Por nuestros derechos y libertades. Fuera Gobierno. Proceso constituyente”.
Solfónica y “cacerolada estatal”
A las siete y cuarto la mayor parte de los manifestantes ha llegado a Sol. Se oye vocear “Ley mordaza, reforma laboral, terrorismo estatal”. El sol calienta y cae sin piedad sobre los reunidos que como pueden lo soportan. Se veían viseras, sombreros de verdad o hechos con papel de periódico, algún paraguas haciendo la función de sombrilla, pero la mayoría no llevaba nada sobre su cabeza para protegerse de los rayos del sol. El escenario se estableció donde siempre, o sea, en el lado de la “ballena” —entrada acristalada al tren de Cercanías— que mira para la calle de la Montera. La gente se agolpaba en semicírculo de cara a este escenario, donde ya actuaba el coro de la Solfónica. Sobre los cristales de la “ballena” habían colocado a modo de telón de fondo un sol de cartón y varias pancartas, entre ellas la de cabecera y estas otras: “Invisibles Villaverde. Desempleo, precariedad, pobreza, desahucios”; “El que sueña no es traidor. 15M Desobediencia”. En un lateral también lucía estirada una bandera de Palestina. Unos cuantos jóvenes estaban subidos  en el lateral de la “ballena”, entre pancartas y carteles. Unos hacían fotos o grababan, otros escribían en el teléfono móvil —parecía que tuiteaban—, otros observaban la dimensión de la protesta.
El escenario no está elevado, es el mismísimo suelo. La Solfónica canta “Queremos una democracia real…”, pero no se oye muy bien debido a que el bullicio aumenta en la plaza conforme llegan más y más manifestantes. Pasan los minutos y los reunidos van tomando posiciones: crece el número de personas que se sientan en el suelo y también el de las que están de pie detrás de los sentados. Por la derecha va acercándose a la “ballena” el león amordazado del Congreso mientras el gentío jalea su entrada. La Solfónica entona Rianxeira  con la letra modificada: “Chorizos vienen y van…”. La concurrencia aplaude y la disposición a escuchar es cada vez mayor lo que hace que disminuya un poco la bulla. La gente vocea las conocidas consignas: “Sí se puede”, “Que no nos representan” y, otra vez más, “La voz del pueblo no es ilegal”. Desde la Solfónica se anuncia la siguiente canción: “Manos de mayo”. El público presta atención, al coro se le oye bastante mejor. Más silencio para escuchar, más emoción. Los concurrentes levantan los brazos con las palmas de las manos abiertas y los dedos separados haciendo un movimiento de semigiro. La Solfónica corea el final de la canción: “Manos, desnudas manos / Manos, desnudas manos”. Seguidamente los congregados a voz en grito proclaman: “El pueblo unido jamás será vencido”.
Por el micrófono se presenta el próximo acto, la cacerolada convocada para las siete y media a nivel estatal, es decir, en diferentes ciudades. Comienza el ruido. Al principio se oye el estruendo de silbatos, tambores, carracas y algunos utensilios pequeños de cocina (cazos de servir y vasos metálicos contra cucharas). Conforme avanzan los segundos los que no han llevado nada se animan a aumentar el ruido con lo que pueden: unos cuantos sacan sus llaves y las agitan; el contagio es inmediato, mirando en panorámica se ven llaves en alto por todo el semicírculo. Los disfrazados de policías dan porrazos sobre sus simbólicos escudos. Algunos hacen ruidos con la boca, por ejemplo, gritan y se dan con la mano como si jugasen a los indios. Otra gran cantidad de gente ha decidido aplaudir todo el tiempo. En el último minuto dan palmas acompasadamente, el acto se aproxima a su fin, el ruido da paso a un grito muy vehemente que pronuncian repetidamente: “Sí se puede”.
“Un sol distinto salió del Kilómetro Cero de Madrid”
A la izquierda de la “ballena” sujetan una pancarta desplegada en lo alto donde se puede leer: “Marea Básica. Contra el paro y la precariedad, renta básica”. Por la misma zona continúan aún extendidas en lo alto las pancartas de las asambleas populares de San Blas y Puente de Vallekas. De allí sale el sonido de la batucada que animó a bailar a los congregados mientras aguardaban el siguiente evento, la actuación del grupo de teatro del 15M de Arganda, que empezó un poco antes de las ocho de la tarde.
A ver la función se quedó mucha gente, incluso se sumaron curiosos y paseantes. Para que pudiera ser mejor disfrutada por todos se pidió al personal  que se sentase, así que el número de espectadores por el suelo llegó a ser igual o mayor al de los que estaban de pie. La “ballena”, el escenario y las primeras filas del público estaban al sol. Hacía calor en esta parte y una mujer con una botella con espray rociaba agua sobre algunos de los sentados al sol que había cerca de ella. La otra mitad del público, la más alejada del escenario, quedaba situada a la sombra que a partir de aquella hora se iba alargando bastante y proporcionaba un ambiente más agradable.
En la función un hombre y una mujer leen alternativamente un texto, son los narradores. Como los demás actores van vestidos de negro y llevan las caras pintadas de blanco. Comienzan su relato hablando de desigualdad entre ricos y pobres, banqueros y pensionistas. Mencionan las medidas políticas de recortes y las privatizaciones y se preguntan: “¿Qué hace el pueblo? Y se contestan: “Sufrir en silencio”. Recurren al chascarrillo: “Como las almorranas”. Los narradores dicen que el poder implanta un ambiente de miedo, pero que sus estrategias ya no valen y que no nos pueden engañar a todos todo el tiempo. Añaden que creían tenerlo todo atado en un marco que llaman “democracia”, pero no lo es. Entonces el público responde: “Lo llaman democracia y no lo es, es una dictadura, eso es”. El espectáculo se desarrolló de forma interactiva. Los actores denunciaban o reivindicaban un tema y los espectadores respondían con las consignas acuñadas sobre ese determinado asunto durante estos cuatro años en las diferentes protestas. La participación del público y el humor hicieron que la representación se desarrollase de forma amena, divertida, entre risas.
La narradora y el narrador enseguida aluden al propio movimiento 15M: “Un sol distinto salió del Kilómetro Cero de Madrid”. Agregan: “Alumbró la lucha social y la ira del pueblo”. Finalmente: “Nació aquí, en esta plaza, y ahora ilumina todo el planeta”. El público aplaude, hace la ola, ríe. Después los narradores proceden a hacer un repaso en el que se denuncian los diferentes problemas que han suscitado la protesta social. Hablan de la justicia “desconocida en este país” y aluden al caso del juez condenado por investigar. Luego sale un actor con chistera y un cartel en el que pone "político". La concurrencia grita: “No hay pan pa’ tanto chorizo”. Los policías antidisturbios caminan muy despacio hacia el político corrupto que se lleva el dinero para, de esta manera, simbolizar la lentitud de la justicia cuando persigue los delitos de los poderosos. Una lentitud que contrasta con la celeridad que los mismos antidisturbios se dan para reprimir a los manifestantes. Cuando los actores agentes van deprisa a pegar a los que protestan, el público vocea: “Vergüenza me daría ser policía”. El narrador explica que quien roba una barra de pan va a la cárcel y el que roba millones a Telecinco. Resuenan las carcajadas y después: “Televisión, manipulación”. La narradora dice “Nos piden sacrificio y paciencia” y añade: “Que se sacrifiquen ellos”. El público contesta: “Basta ya de tantas mentiras”.
Un hombre besa y abraza a su familia antes de ir a trabajar. Cuando está realizando su faena el jefe lo llama para despedirlo, los espectadores vocean: “Obrero despedido, patrón ‘colgao’”. Los antidisturbios acuden al desahucio de la vivienda de la familia de este desempleado; la gente grita mostrando las palmas de sus manos: “Estas son nuestras armas”. El desempleado y desahuciado tiene ahora una soga al cuello para ahorcarse, los espectadores vocean: “No son suicidios, son asesinatos”; “Un desahucio, una ocupación”. Los narradores reclaman que se resuelva el problema de la vivienda  con la misma rapidez que se tramitaron determinados indultos o se reformó un artículo de la Constitución. La narradora afirma que en la Comunidad de Madrid se producen cincuenta desalojos al día; el público responde a grito pelado: “No toleramos ni un desahucio más”.
Una actriz se pasea por el escenario anunciando los diferentes temas. Muestra un cartel que pone “Elecciones” y la narradora añade que en campaña los políticos están por todas partes. La muchedumbre: “Ladrones, ladrones”. Después se procede al recuento de votos y el público denuncia: “Tongo, tongo”. Desde el escenario se aconseja: “A quien te roba, no le votes”. Los espectadores: “Gobierne quien gobierne, el pueblo siempre pierde”.
“Sólo nos vamos a poder poner enfermos el mes antes de las elecciones”
Llegó el turno de la sanidad. Los narradores preguntan: “¿Cómo queremos la sanidad? Los reunidos responden: “Pública, universal y de calidad”. Se denunciaron los medicamentos caros para los enfermos de cáncer, hepatitis C o SIDA. Sobre el escenario algunos actores vestían la camiseta roja de los afectados por hepatitis C. El gentío volvía a gritar con vigor: “No son muertes, son asesinatos”. Pasado un rato y con más calma la narradora ironizaba: “Sólo nos vamos a poder poner enfermos el mes antes de las elecciones”. Los presentes al finalizar este tema coreaban “Es criminal recortar en sanidad”.
La narradora aseguró que a los poderosos no les interesa que haya una educación de calidad porque un pueblo inculto es más fácil de manipular. Un espontáneo se desgañitaba: “La Uni no se vende, se defiende”. Los demás le siguen. Se denunció que hay dinero para la educación privada y no para la pública. Mientras un actor pasaba un botijo a los asistentes, los narradores defendían el carácter público del Canal de Isabel II, una empresa que, según decían, tiene beneficios y un gran patrimonio. Recopilaron reivindicaciones diciendo que lo que es del pueblo debe permanecer en el pueblo: sanidad, educación, agua, transportes. Público y actores gritaron “No es una crisis, es una estafa” y “Vuestra crisis no la pagamos”.
El grupo de teatro procede de Arganda, así que antes de terminar la actuación se refirió a un problema de su localidad. Los actores, que se habían puesto a la altura de la nariz un triángulo naranja para simular el pico de los pájaros, extendieron unas tiras de plástico negras que simbolizaban una laguna. Mientras los actores movían sus brazos en torno a la laguna como si fuesen alas de aves, los narradores denunciaron el problema medioambiental de los vertidos ilegales, que es también un perjuicio para la salud. Gritaban: “No queremos chapapote”. La actuación está finalizando. Los actores y las actrices lanzan al público pétalos de flores. El público y los cómicos otra vez más vocean los lemas que les refuerzan y animan: “Sí se puede”; “La lucha es el único camino”, etc. La gente espontáneamente vuelve a cantar “Cumpleaños feliz”. Los cómicos saludan, el público les aplaude y da las gracias.
A partir de las ocho y media, el último evento: “Microabierto y micromanifiestos”. Una o dos personas se encargan de tomar el turno de palabra de los que desean intervenir. El primero en hablar es un activista de la Marea Básica. Informa sobre un caso que sobrecoge. Silencio para escuchar el triste anuncio. El próximo martes, a las diez de la mañana, un parado de larga duración absolutamente desesperado iniciará una huelga de hambre. Según indica el orador, el objetivo es pedir un debate sobre la renta básica en medios públicos. Las siguientes en el turno de palabra son dos mujeres del grupo Transmaricabollo de Sol que leen un manifiesto. El sol ha desaparecido de la plaza, pero todavía no ha anochecido. El número de reunidos va disminuyendo. El uno de julio la Ley Mordaza entra en vigor, si nada cambia lo previsto.
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sábado, 25 de abril de 2015

Día de Acción Global contra el TTIP: “No es un tratado, es un golpe de Estado”

Por el equipo de sonido un animador de la protesta comunica que “53 ciudades del Estado español y 700 en todo el mundo” están secundando el Día de Acción Global contra el TTIP, el CETA y el TISA, evento convocado para el 18 de abril de 2015. El joven que lo vocea por megafonía está en la manifestación de Madrid que comenzó a las seis de la tarde en Neptuno (plaza de Cánovas del Castillo) y finalizó en la Puerta del Sol. No es la primera vez que en la capital se protesta contra el TTIP, el 11 de octubre de 2014 tuvo lugar otra marcha desde la glorieta de Atocha hasta la plaza de la Provincia con motivo del Día de Acción Europea contra esos mismos tratados y Día de Acción Mundial contra el fracking. Según los sectores críticos, las negociaciones del Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversión, TTIP (siglas en ingles), se están desarrollando en extremo secreto y los escasos datos que se conocen del mismo llegan a través de filtraciones. Los colectivos opositores explican que en este acuerdo de libre comercio se intenta equiparar la legislación de Estados Unidos y la Unión Europea a la baja, es decir, con desregulaciones. Esto intensificará las privatizaciones y repercutirá en la pérdida de derechos laborales, sociales y ambientales. Con la desregulación también entrarán en Europa productos químicos y alimentos que actualmente están prohibidos. Uno de los puntos que más rechazo suscita es el Mecanismo de Resolución de Conflictos entre Inversor y Estado (ISDS, siglas en inglés); se trata de tribunales de arbitraje —dicen los opositores que  estarán compuestos por abogados corporativos— ante los cuales las grandes empresas podrán pedir indemnizaciones a los estados soberanos si las decisiones de estos para proteger a los trabajadores, los consumidores, los pacientes o el medio ambiente disminuyen sus ganancias. En la protesta de Madrid los textos de las pancartas y los cánticos denunciaron la gravedad del TTIP por suponer un fuerte ataque a los derechos conquistados. Se insistió también en la idea de que es una amenaza para la democracia, a lo que contribuyó el hecho de redefinir el TTIP con estas palabras: “No es un tratado, es un golpe de Estado”. La pancarta de cabecera exigió no tratar a las personas y al medio ambiente como objetos lucrativos: “Las personas y el planeta no somos mercancía. http://noalttip.blogspot.com.es/”.
Golpe de Estado, dictadura de las multinacionales
Consignas coreadas
“No es un tratado, es un golpe de Estado”
“Son criminales las transnacionales”
Pancartas
“Contra la dictadura de las multinacionales. Equo”.
“Fuera las transnacionales de nuestras vidas. Anticapitalista”
“Contra el golpe de Estado financiero. En defensa de lo público y las libertades. Mareas Ciudadanas”.


Interpretación
En el escueto discurso de las pancartas y las consignas voceadas se dice directamente, desvelando lo que esconden los eufemismos o reinterpretando las palabras, que el tratado entre la Unión Europea y Estados Unidos es un “golpe de Estado”. Con estos términos, como mínimo, se denuncia que se están quebrantando los procedimientos democráticos. Las negociaciones son tan secretas, que algunos eurodiputados no pueden participar ni siquiera acceder a la información, por tanto, se dan fuera de los órganos de debate donde están los representantes de los ciudadanos. De esta manera, el TTIP es una patada incluso para la mera democracia formal, la democracia representativa. Si los representantes políticos no pueden acceder a la información sobre las negociaciones, menos aún los ciudadanos de a pie. En definitiva, no hay transparencia ni derecho a la información. Además, al irrumpir en el poder de esa forma, el TTIP y los otros tratados sustituyen la democracia parlamentaria por lo que en la protesta se ha denominado “dictadura de las multinacionales”. Ahora son estas grandes corporaciones las que gobiernan o, mejor dicho, a las que se va a dar sin cortapisas el poder de hacerlo. Según las consignas de los participantes en la protesta las transnacionales son la fuente de la verdadera tiranía.
Rechazo a la mercantilización del ser humano
Consignas coreadas
“Somos personas, no mercancías”
“Que no, que no, que no somos mercancías”
Pancartas
“Las personas y el planeta no somos mercancía. http.noalttip.blogspot.com.es”
“Proteger a las empresas, no a las personas. Hijos de puta”
“TTIP. Peligro de muerte de conquistas sociales y laborales. No a los mercados sobre las personas. CGT”
“Por la clase obrera y los pueblos. No al TTIP. PCPE, CJC”
“Fronteras para la especulación, no para la inmigración. No al TTIP. Tratado Terrorista Intoxica Pueblos”


Interpretación
“Somos personas, no mercancías” es una frase que deja claro que el ser humano no puede ni debe tener un valor monetario, ni ser reducido a un simple objeto de ganancias. Los manifestantes reafirman su condición de personas porque consideran que el TTIP redunda en una sociedad deshumanizada. Si estuviésemos en una sociedad en la que se respeta a las personas por encima de todo, incluidos los intereses económicos, esta reafirmación no se tendría que hacer. Aseverar que “somos personas” es también dejar traslucir toda la historia de derechos que como tales se nos reconocen. Rechazar la idea del ser humano como un objeto lucrativo es, yendo más lejos, defender la cultura y la civilización en la que avanzamos en oposición a la barbarie. Por cierto, la pancarta de cabecera sitúa a las personas y al planeta en el mismo nivel.
Algunos colectivos abogaron en sus pancartas por la soberanía de los pueblos y a lo largo de la marcha los caminantes exhibieron globos de colores que, según explicaron por megafonía, representaban la diversidad. En la protesta participaron grupos que mostraron mensajes de solidaridad con Palestina, los alumnos desaparecidos en Ayotzinapa (Méjico) y los inmigrantes.
Parar el TTIP, objetivo de la lucha de la clase obrera
Consignas coreadas
“Este tratado lo vamos a parar”
“Luchar, vencer, no al TTIP”
“De Norte a Sur, de Este a Oeste, paramos el tratado, cueste lo que cueste”
“Unidad de lucha, lucha de unidad, si con el TTIP queremos acabar”
“¡Alé, la clase obrera en pie!”
“¡Que viva la lucha de la clase obrera!”
“¡Estamos hartas del sistema capitalista!”
Pancartas
“No al TTIP. Stop al esclavismo laboral. Solidaridad Obrera”
“No al TTIP. Por los derechos laborales. CC OO”
“Por el empleo digno, contra la corrupción, por los servicios públicos. #ReivindicaDemocracia. Equo”
“No al pago de la deuda: ilegal, ilegítima, odiosa. Derecho a vivienda para tod@s. Empleo digno con derecho a renta básica. Servicios públicos para todas las  personas. No al TTIP, Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversión. Marchas de la Dignidad”
“TTIP ataca nuestros derechos. Greenpeace”
“Palomitas de maíz transgénicas. Te comes el TTIP”



Interpretación
Los colectivos que se manifestaron también reivindicaron los derechos conquistados a través de la historia de la lucha de clases, especialmente los derechos laborales y los servicios públicos; a los que hay que añadir los logrados por los movimientos sociales como son los derechos de los consumidores y los ambientales. Algunas de las pancartas y de las proclamas voceadas eran las mismas que se han empleado en las movilizaciones contra los recortes sociales y otras medidas de la política de austeridad que el Gobierno ha tomado para falsamente salir de la “crisis económica”, expresión que usa la clase dominante para tapar los abusos e irresponsabilidades que llevaron a la economía mundial al colapso en 2008. El TTIP según los grupos denunciantes ahondaría en esas medidas de recortes, privatizaciones y de pérdidas de derechos laborales. Si estas medidas parecían temporales para supuestamente paliar la “crisis”, con el TTIP se entiende que se implantarán, que se harán estables y formarán parte del contexto en el que habrá que vivir. En resumen, entre la lucha contra las medidas de austeridad aplicadas  a la “crisis estafa” y  la lucha contra el TTIP hay continuidad, ambas se encuadran dentro de la lucha de clases; en la protesta de Madrid una gran parte de los mensajes de los asistentes indicaban con claridad que parar el TTIP es un objetivo muy importante en la lucha de la clase obrera.
Secretismo y desinformación
La protesta no fue masiva, pero sí lo bastante numerosa como para cortar el tráfico en los carriles de un solo sentido de la calle de Alcalá. Cuando la cabecera de la marcha llegaba a Sol, la cola estaba en la glorieta de Cibeles. Se puede decir que fue una manifestación mediana, pero insuficiente por la gravedad del tema que se denuncia. El hecho de que no sea una protesta masiva también se explica por la ignorancia que existe en torno al  tratado: el TTIP y sus consecuencias siguen siendo desconocidos para una gran parte de la población. De mantener esta desinformación bien se han encargado las autoridades políticas, que —como ya se ha señalado— llevan las negociaciones con tanto secretismo que incluso se dificulta el acceso a los documentos a determinados europarlamentarios. A ello hay que añadir el comportamiento de los medios de comunicación masivos que apenas informan sobre las negociaciones del TTIP y los otros tratados, menos aún recogen las opiniones de  los opositores a los mismos. En la marcha también hubo alusiones a este carácter secreto de las negociaciones, por ejemplo: “Cocinan el TTIP en secreto porque es puro veneno”; “Stop TTIP. No al Tratado de Troya. TTIP secret”.
Grupos asistentes a la protesta
Entre los asistentes a la protesta y, por tanto, contrarios al TTIP estaban los siguientes grupos (visibles a través de sus banderolas y pancartas):
·        Partidos políticos: Izquierda Unida, Equo, Podemos (también presente a través de las pancartas de diversos círculos locales), Anticapitalista, PCPE, CJC, PCE, JuventudesComunistas.
·        Sindicatos: CGT, Solidaridad Obrera, CC OO y un grupo de trabajadores de Coca-cola de CC OO.
·        Movimientos sociales: Greenpeace, Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra, ATTAC, Marchas de la Dignidad, Mareas Ciudadanas, Red de Solidaridad Popular, 15M (diversas asambleas populares), Plaza de los Pueblos, Solfónica.

Manifiesto y música
Una vez que la mayoría de los congregados alcanzó su destino en la Puerta del Sol, avanzaron por la plaza y se situaron frente a un humilde escenario: una pequeña plataforma que no tenía ni telón de fondo. Allí la escritora Almudena Grandes leyó un manifiesto y, seguidamente, una joven anunció un evento para el 13 de mayo en el que participarán ayuntamientos rebeldes al TTIP. Después por el equipo de sonido se pudo escuchar el RAP #NoalTTIP de Ecologistas en Acción. Finalmente el coro de la Solfónica entonó algunas de sus canciones, entre ellas Canción del Pueblo de ‘Los Miserables’ y el Canto a la Libertad de Labordeta. 
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viernes, 20 de marzo de 2015

Trigésima Marea Blanca. El poder de una lucha pacífica y continuada

El viernes 13 en una entrevista en la Cadena SER Cristina Cifuentes, actual delegada del Gobierno y candidata popular a la presidencia de la Comunidad de Madrid, declaró que no descartaba seguir con el proceso privatizador de la sanidad pública emprendido por su propio partido. Dos días después, en un mitin en San Sebastián de los Reyes, la candidata rectifica sus palabras y dice que “No habrá nuevas privatizaciones ni externalizaciones”. Ese mismo día, el 15 de marzo de 2015, por trigésima vez, como cada tercer domingo de cada mes desde hace algo más de dos años, recorrió las calles del centro de Madrid la Marea Blanca, cuya presencia continuada en la calle seguramente influye para que ningún candidato o candidata que quiera ganar las elecciones se atreva a decir públicamente que proseguirá con el proceso privatizador de sistema sanitario madrileño.
Hacer manifestaciones de forma persistente es muy costoso, aunque finalmente en el caso de la Marea Blanca ha dado sus frutos. Es muy difícil cuantificar qué grado de influencia hayan podido tener las protestas en los actos de los políticos, pero lo cierto es que mientras la Marea Blanca ha estado saliendo a la calle los gobernantes han tomado decisiones que los manifestantes se han atribuido como éxitos. Uno de los primeros fue el caso emblemático de La Princesa que lo querían convertir en un centro especializado en mayores de 75 años, pero que tras las movilizaciones se ha mantenido como hospital de carácter general, de referencia para más de 300.000 habitantes, conservando su unidad de urgencias pues también la querían desmantelar. Después se logró paralizar el proceso de privatización de la gestión de 27centros de salud y de seis hospitales, y también quedó anulado el euro por receta. Además, durante estos años de movilizaciones han abandonado sus cargos dos consejeros de Sanidad, Javier Fernández Lasquetty y su sucesor Javier Rodríguez, y la ministra del ramo Ana Mato. Hay que añadir que el pasado 10 de marzo catorce partidos entre los que no están PP ni Ciudadanos (PSOE, Geroa-Bai, Podemos, IU, CC, ERC, UPyD, PNV, BNG, CyU, Amaiur, Nueva Canaria, Equo y Compromís) han firmado un pacto para restituir la sanidad universal, lo que supondrá derogar el Real Decreto Ley 16/2012 con el que el PP dio de baja más de 800.000 tarjetas sanitarias de extranjeros residentes en España.
Constancia
Uno de los rasgos más destacables de la Marea Blanca, como ha quedado demostrado, es su constancia. Se puede decir que ha ido evolucionando de masiva a persistente. Ha habido marchas en las que partían columnas desde los grandes hospitales hasta Cibeles para encaminarse todas juntas hacia la Puerta del Sol, para ello era necesario cortar el tráfico rodado en el centro de la ciudad, pues todos los carriles de la calle de Alcalá y adyacentes estaban abarrotados de gente. En la trigésima el recorrido comenzó a mediodía en Neptuno y finalizó en Sol; se ocuparon los carriles en una sola dirección permaneciendo los de la dirección contraria abiertos al tráfico de vehículos. Es obvio que se han producido cambios en las características de la Marea Blanca: en las últimas hay menos gente, pero se está logrando mantener la movilización en el tiempo. En todas las estaciones del año se han convocado manifestaciones o concentraciones —según gente que se preveía que iba a asistir— y siempre ha habido respuesta; hasta en los meses de julio y agosto, cuando el calor aprieta, los manifestantes se han situado frente al Ministerio de Sanidad, bajo las sombras de los árboles del Paseo del Prado, para mostrar sus pancartas y escuchar las canciones de la Solfónica que como en tantas ocasiones ha animado la reunión. No cabe duda, la Marea Blanca es la gente que la sustenta y en Madrid, hasta ahora, sigue habiendo vecinos y colectivos que acuden a la protesta aunque otros hayan decidido abandonarla por aburrimiento, cansancio o desesperanza. La Marea Blanca es quien participa, en definitiva, existe en la propia acción, en el acto de asistir a una convocatoria tras otra.
La trigésima fue convocada por la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública de Madrid (MEDSAP)-Marea Blanca y en cabecera iba la pancarta llamada “la sábana”, por llevarse entre varias personas extendida en horizontal; en ella se lee: “No a los recortes y privatizaciones. Sí a la sanidad y a los servicios públicos”. Los otros colectivos que se hicieron visibles a través de sus pancartas o camisetas fueron: AFEM, Plataforma de Usuarios-Pacientes de La Princesa, Plataforma de Afectados por la Hepatitis C, enfermos de Fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica, Marea Blanca de Fuenlabrada, Centro de Transfusiones de la Comunidad de Madrid, defensores de los Centros de Salud, trabajadores de la Lavandería Pública y trabajadores de Coca-cola (con siglas de CC OO en sus camisetas). Por supuesto, la Marea Blanca también la constituyen las personas que acuden de forma particular, anónimamente o sin el símbolo de ningún colectivo. Detrás de la Marea Blanca caminaba un pequeño grupo encabezado por una batucada (Batuseira ponía en su ropa) que había convocado otra protesta en cierto modo afín por sufrir también los efectos de la estafa llamada “crisis”, eran los afectados por los fraudes financieros o de la banca. Predominaban entre ellos las personas mayores; llevaban pancartas de ADICAE y sus leyendas denunciaban los abusos de las acciones preferentes, las hipotecas basura y las cláusulas suelo.
Pacífica y festiva pero con lenguaje acusador
La Marea Blanca siempre ha estado acompañada por batucadas y orquestillas y los propios congregados en ocasiones han coordinado bailes y canciones. Su ambiente ha sido sumamente pacífico. En ella han podido desfilar tranquilamente personas en sillas de ruedas y familias al completo incluidos abuelas y bebés. Este carácter pacífico a lo largo de tantas marchas la convierte en una lucha admirada y respetada. El pacifismo y el acomodo a la legalidad la fortalecen también ante las  propias autoridades porque no hay ningún flanco por donde atacarla, no se puede decir nada malo de su comportamiento; no les queda más remedio que reconocer que es una lucha ejemplar. Sin embargo, estos rasgos pacíficos y lúdicos no han impedido que desde la Marea Blanca se haya sido contundente en la denuncia, es decir, ha habido libertad para que cada grupo se exprese como desee de modo que algunas veces ha aflorado el lenguaje irrespetuoso y con acusaciones extremas. Por ejemplo, en 2013 se pedía la dimisión del entonces consejero voceando esta consigna: “Lasquetty, dimisión, por fascista y por cabrón”. También haciendo un juego de palabras con el anterior apellido de la ministra de Sanidad se decía: “Ana mata”. Si en las anteriores marchas se protestaba por lo que iba a ocurrir —las privatizaciones, los despidos, las derivaciones, los recortes— en las más recientes y en la trigésima, se denuncian los efectos devastadores de esas medidas: el encarecimiento de los servicios, el deterioro de la calidad asistencial y los presuntos efectos sobre la salud, incluidos los mortales. El caso más notable es el de los enfermos de hepatitis C en cuyas camisetas afirman que “los recortes matan” y exigen “tratamientos para tod@s”. Un portavoz de los enfermos, en los discursos finales que siguieron a la lectura del manifiesto en la Puerta del Sol, indicó que algunos pacientes siguen sin recibir los tratamientos a pesar de las promesas de diferentes autoridades. En estas circunstancias las consignas pronunciadas durante la marcha resultaron acusadoras y de radical crudeza: un grupo gritaba repetidamente separando las sílabas con cada golpe de voz “¡A-se-si-nos! ¡A-se-si-nos!”; otro aminoraba el sonido de los tambores y de otros instrumentos de la batucada para que emergiera bien fuerte la exclamación “¡No son muertes, son asesinatos!”
Un nombre para las manifestaciones
El nombre de Marea Blanca designa específicamente las manifestaciones y concentraciones realizadas en defensa del carácter público y universal de la sanidad convocadas en Madrid para el tercer domingo de cada mes, por eso se enumeran (30ª), y se diferencian de otras formas de acción como las huelgas, la recogida de firmas, las consultas informales o los encierros en centros de salud y hospitales, aunque tengan el mismo objetivo. No obstante, la expresión Marea Blanca también en ocasiones se ha usado de forma extensa, abarcando a todos los colectivos y movilizaciones en defensa de la sanidad pública madrileña. El nombre, como se sabe, hace referencia al color de las batas, camisetas y complementos (pelucas, gorros, pompones, etc.) que los participantes han estado exhibiendo durante las marchas.





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sábado, 21 de febrero de 2015

18F: “Libertad, detenidos por luchar”. “Huelga no es delito”. “La ley mordaza para su puta madre”

“No vais a ir a la cárcel”, dijo Jaime Cedrún, secretario general de CC OO de Madrid, a los compañeros desde la plataforma ligeramente elevada situada en la Puerta del Sol. Añadió: “Después de 37 años de Constitución nadie por ejercer este derecho debe ir a la cárcel”. En esa misma cantidad de años insistió el secretario general de UGT de Madrid, Carmelo Ruiz de la Hermosa: “Parece mentira, después de 37 años, una manifestación para que no nos traten como a delincuentes”. Estas palabras, pronunciadas por estos representantes sindicales, son parte de los discursos que pusieron el cierre a la manifestación celebrada en Madrid el 18 de febrero de 2015 con motivo de la Jornada de Acción Mundial en Defensa de las Libertades y del Derecho de Huelga. Es una iniciativa de la Confederación Sindical Internacional (CSI) que en España han secundado CC OO y UGT convocando protestas en varias ciudades. La manifestación de Madrid comenzó a las seis de la tarde en la plaza de Cánovas del Castillo (Neptuno) y finalizó en la Puerta del Sol. Las principales reivindicaciones fueron la libertad de los sindicalistas procesados, la derogación del artículo 315.3 del Código Penal —contempla penas de prisión para los que coaccionen a otros a iniciar o continuar una huelga— y la retirada de la Ley de Seguridad Ciudadana. En el lenguaje popular y simbólico de la protesta estas peticiones quedaron plasmadas en tres consignas coreadas  por los asistentes: “Libertad, detenidos por luchar”. “Huelga no es delito”. “La ley mordaza para su puta madre”.

La pancarta de cabecera llevaba la misma leyenda que la jornada, es decir, “En defensa de las libertades y del derecho de huelga”, pero no iba precisamente en cabecera, le antecedía un enorme lazo naranja en posición horizontal sujetado por los trabajadores de RTVE. Ondeando por el aire se veían banderolas de CC OO, UGT, IU, Juventudes Comunistas y alguna del PCE. A pesar de la gravedad del tema, la cita no atrajo a los sindicatos minoritarios ni a otros colectivos —sus banderolas y pancartas no estaban presentes—, ni siquiera asistieron como “bloque crítico”, nombre que se suelen poner para acudir a las convocatorias de las dos grandes centrales sindicales, aunque dejando patente las discrepancias que los separan. No solo se percibía esta distancia entre los ausentes y los presentes, sino que entre los que asistieron también había diferencias: las que existen entre las cúpulas y las bases y que se evidencian en divisiones internas. Así, una vez pasada la cabecera, donde suelen ir los líderes protegidos por una barrera de sindicalistas ataviados con chalecos, se llega al cuerpo de la protesta en el que el grupo crítico Ganemos CC OO repartía hojas en las que se podía leer: “La apropiación de casi 800.000 euros por seis consejeros de CC OO, participando del saqueo de 15,5 millones de euros perpetrado en Caja Madrid y Bankia, ha desatado un torrente de indignación en las filas de nuestro sindicato”. A continuación se exponen diez propuestas para la regeneración del sindicato. La primera de ellas dice: “Abandonar la estrategia fracasada de pacto social y concesiones a la patronal para recuperar un sindicalismo combativo, de clase y democrático”.
Entre los congregados destacaba la presencia amplia y ruidosa de los trabajadores de Coca-cola —en su mayoría con camisetas de CC OO— cuya pancarta rezaba: “No al cierre de Coca-cola Fuenlabrada”. También estaban los trabajadores de Airbus, visibles a través de esta pancarta: “En defensa del derecho de huelga. Solidaridad con Airbus, Jhon Deere. Derogación artículo 315.3 Código Penal”. La de las Juventudes Comunistas recordaba la célebre frase de Marcelino Camacho: “El derecho de huelga se consigue haciendo huelgas”. A la manifestación acudieron representantes del Partido Socialista de Madrid (PSM) y desde el escenario se dijo que habían recibido el apoyo del PSOE, Equo, Podemos, UPyD, asociaciones vecinales y otros colectivos sociales, no obstante, sus símbolos (pancartas, banderolas, camisetas, pegatinas…) no resaltaron a lo largo de la marcha.
Los trabajadores de Coca-cola, la voz de la lucha
Un año de resistencia llevan los trabajadores de Coca-cola y su vigor se hizo notar sobremanera en la protesta. De hecho, los gritos y los cánticos eran alentados desde el equipo de sonido que arrastraban algunos de ellos, ubicados en la parte central de la marcha.  Animaron a la masa de congregados a corear las principales reivindicaciones de la jornada: “Libertad, detenidos por luchar”. “Huelga no es delito”. “La ley mordaza para su puta madre”. Vocearon, por supuesto, sus propias demandas: “Coca-cola solo entiende un lenguaje: boicot y sabotaje”; “No consumas Coca-cola”; “Sin readmisión no hay negociación”; “Que sí (3), hemos ganado una sentencia y nos tienen que readmitir”; “Que no queremos su dinero, que queremos trabajar”; “Defendemos el pan de nuestros hijos”; “Fuenlabrada no se cierra”. También mostraron su solidaridad con los enfermos de hepatitis C y con los trabajadores de otras empresas, por ejemplo: “Panrico y Coca-cola, la lucha es una sola”; “Madrid-Río y Coca-cola, la lucha es una sola”. Gritaron quejándose de que gobierne  la patronal y a la altura del Banco de España dijeron: “Ahí está la cueva de Alí Babá, del gobernador y sus secuaces”. Los cánticos más exacerbados se dirigían al PP y al Gobierno. Llamaron a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, “la sustituta de la duquesa de Alba en nuestros corazones” y le cantaron aquello de “Arriba, arriba, arriba / arriba, todos  a luchar / que se metan por el culo,  que se metan por el culo / la reforma laboral”. Denunciaron irónicamente la corrupción: “Quiero ser un corrupto del Partido Popular, pa’ podérmelo llevar”. Añadían: “Los de la gaviota, no tienen pelotas”. El mensaje de rechazo más extremo fue para el presidente del Gobierno: “A Rajoy le queremos preguntar ¿cuántos parados hacen falta más para que te vayas a morir a Portugal?”
Entre el “vamos a ganar” y “esto es incontrolable”
A las siete y cuarto los manifestantes alcanzaron la plaza de la Puerta del Sol y la atravesaron hasta situarse frente al escenario, ya próximo a la calle de Arenal. Los discursos principales corrieron a cargo de los secretarios generales de Madrid de las centrales sindicales. El de CC OO, Jaime Cedrún, habló de solidaridad con los compañeros procesados por jueces de instrucción y fiscales y procedió a citar los nombres de algunos de ellos, las empresas con las que se relacionan —Airbus, Coca-cola, del Corredor del Henares y del sector de la hostelería— y los respectivos años de prisión. Como contraste añadió: “Ningún fiscal, ningún juez de instrucción le abre proceso a Coca-cola, a pesar de la sentencia de la Audiencia Nacional”. Dirigiéndose a los compañeros procesados aseveró: “No vais a ir a la cárcel”. Continuó: “Después de 37 años de Constitución nadie por ejercer este derecho debe ir a la cárcel”. En su opinión, Rajoy no tiene “legitimidad para seguir con la ley mordaza ni cambiar el Código Penal”. Indicó que con la ley mordaza se quiere limitar el derecho de reunión y parar el conflicto social. Añadió que quieren impedir protestas en instalaciones públicas, campamentos como el de Coca-cola o que “nos encerremos en la propia empresa”. Comparó las dictaduras con las democracias y dijo que en las primeras se detiene a los trabajadores, mientras que en las segundas esos derechos no se discuten. Hizo un llamamiento a los medios de comunicación de la derecha —“tea party”— y les repitió lo mismo: “El derecho de huelga se ejerce, no se cuestiona”. Señaló que intentan cargárselo desde un planteamiento fascista. Cedrún continuó diciendo que el derecho de huelga no es heredado, sino conquistado y que es un instrumento que  ha traído conquistas laborales y sociales. Para concluir lanzó un mensaje de optimismo: “Este conflicto lo vamos a ganar”.
En el turno de la UGT habló Carmelo Ruiz de la Hermosa que, tras decir “Parece mentira, después de 37 años, una manifestación para que no nos traten como a delincuentes”, declaró: “Es un verdadero atropello que lleva a la cárcel a los compañeros”. Recordó el caso de los compañeros de Arcelor, Asturias, para los que piden 21 años de cárcel. Después se preguntó: “¿Cuántos empresarios procesados? Ninguno, que yo sepa. ¿Cuántos impiden que los trabajadores hagan huelga? No hay ninguno que  vaya a la cárcel”. Explicó que esto no llega de “forma casual”, sino que es parte de un proceso en el que se ataca a la sanidad y la educación; y después la reforma laboral, que dijeron que era para acabar con la dualidad en la contratación. “Todo, mentira”. Afirmó que han dejado las empresas con menos trabajadores y menos salarios. Según el orador, después llegó el rescate bancario y ahora llega el tiempo de los trabajadores y las trabajadoras. “Es tiempo de huelga”. En su opinión, quieren evitarlo y por eso van a aplicar el artículo 315.3 contra los huelguistas. El líder sindical esbozó una explicación más, según la cual necesitamos al Gobierno tres veces: una, como desempleados para que nos dé cobertura; dos, como enfermos, ya que necesitamos sanidad; tres, para las pensiones y la ley de dependencia. “Todo se lo han ido cargando, saben que hay respuesta social y por eso sacan la ley mordaza”. Antes de finalizar recordaba las principales reivindicaciones: “Vamos a estar pendientes para que los compañeros no entren en la cárcel. Ni ley mordaza, ni artículo 315.3”. Si Cedrún terminó su discurso con un mensaje optimista, Ruiz de la Hermosa lo hizo con uno inquietante: “Esto es solo el principio. Si siguen en esta línea, esto es incontrolable, incontrolable”.
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viernes, 30 de enero de 2015

80 años después el lenguaje antifascista resuena en Madrid: “¡No pasarán!” contra los grupos xenófobos y el Gobierno del PP

El 24 y el 25 de enero las Marchas de la Dignidad convocaron protestas en varias ciudades contra las “leyes mordaza”: Ley de Seguridad Ciudadana, reforma del Código Penal, reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y Ley de Tasas. En Madrid, la marcha, que se realizó el domingo 25, partió de la Puerta del Sol a las doce y medía y finalizó a las dos de la tarde en el límite de la plaza de las Cortes. El día anterior por la tarde, desde Quevedo hasta Bretón de los Herreros hubo otra manifestación en contra de grupos neonazis. Estos manifestantes protestaban contra el Movimiento Social Revolucionario (MSR), grupo que ha ocupado un edificio en el barrio de Chamberí y que ofrece ayuda a desfavorecidos pero discriminando, es decir, solo para españoles. En ambas manifestaciones tres consignas fueron coreadas a pleno pulmón por sus participantes: “Nativa o extranjera, la misma clase obrera”; “¡No pasarán!”; “Madrid será la tumba del fascismo”. Estas dos últimas frases del lenguaje emblemático antifascista, se emplean, por tanto, por una parte de la opinión pública madrileña no sólo contra los grupos racistas y xenófobos que vuelven a estar en ascenso en algunos países de Europa, sino que también contra el Gobierno de Rajoy y el Partido Popular, a pesar de que hayan alcanzado el poder tras ganar unas elecciones en una democracia representativa. Contra los primeros parece lógico que se voceen tales proclamas pues son grupos cuyas ideas y acciones se asemejan a las de los movimientos totalitarios europeos de la primera mitad del siglo XX, pero ¿por qué se corean también contra el Gobierno de PP? Quizá por ser excesivamente autoritarios y antidemocráticos —ver tercera acepción que recoge el diccionario de la R.A.E. —, ya que durante el Gobierno de Rajoy aparte de estar desmantelándose el estado de bienestar, se está deteriorando la democracia con las “leyes mordaza” y la represión de la protesta y la movilización social; o quizá —sin excluir lo anterior— porque una parte de la población crea que este partido no logra desprenderse de sus vínculos con el franquismo; por ejemplo, es bien conocido  que su propio presidente fundador, Manuel Fraga Iribarne, fue ministro durante la dictadura. En cualquier caso, estas consignas son las mismas que se usaron hace ochenta años por parte de la resistencia madrileña durante el asedio de la ciudad. Si en 1937 la pancarta de la calle de Toledo rezaba “¡No pasarán! El fascismo quiere conquistar Madrid. Madrid será la tumba del fascismo”, la pancarta que la Coordinadora 25S exhibe en la protesta el 25 de enero de 2015 dice “¡No pasarán! El fascismo quiere amordazar al pueblo. Madrid será la tumba del fascismo”.

Contra las “leyes mordazas” y la represión ya existente
En la Puerta del Sol, frente a la estatua ecuestre de Carlos III, un pequeño camión animaba con canciones protesta; en su parte trasera se podía leer el extenso texto que habían elaborado las Marchas de la Dignidad para su pancarta: “Frente a su provocación y represión, la dignidad del pueblo. Nos quieren callar, para que no  contestemos. Nos quieren criminalizar, para asustarnos. Nos quieren castigar, para escondernos. Queriendo instaurar el derecho administrativo del enemigo”. Como se puede observar la pancarta advierte sobre la criminalización de los que protesten en un futuro inmediato, o sea, nada más entren en vigor la Ley de Seguridad Ciudadana y la reforma del Código Penal, y menciona el derecho administrativo del enemigo que sanciona al sujeto no por el hecho que realiza sino por su condición de “peligroso” o “enemigo”. Para reivindicar el derecho de manifestación otras pancartas más breves se apropian simbólicamente de la calle diciendo “La calle es nuestra”, “La calle es de todos”, en oposición a la frase autoritaria acuñada por Fraga: “La calle es mía”. La plataforma No Somos Delito mostró su habitual pancarta: “Vivir en democracia depende de ti. #Fueramordazas”. La de la Red Solidaria Antirrepresiva, portada por personas mayores, rezaba: “Ni detenciones ni encarcelaciones por luchar”. Se coreó “Ley mordaza, terrorismo estatal”;  “Ni esposas ni mordazas ni golpes de culata”; “La mordaza  para la Cospedal”. Esto último, que tiene pinta de broma, no llegaba a provocar la risa, el ambiente no era tenso pero tampoco admitía la fiesta.
Durante la marcha algunos colectivos denunciaron la represión de los que luchan que ya mismo se está produciendo, aún sin entrar en vigor las “leyes mordaza”. Al menos tres pancartas con la imagen de un joven exigían la libertad de Alfon, que es como se conoce a Alfonso Fernández Ortega, condenado a cuatro años de prisión por llevar presuntamente explosivos durante la huelga general del 14 de noviembre de 2012, aunque él considera que su proceso ha estado condicionado por motivos “políticos e ideológicos”. Las personas cercanas a la pancarta de la Asociación de Madres contra la Represión gritaban: “Libertad presos políticos”; “Libertad, libertad, detenidos por luchar”; “Nuestros hijos no son delincuentes”; “¡Basta ya de montaje policial!”; “¡Basta ya de juicios políticos!”
La policía no permite finalizar en la plaza de las Cortes
A la manifestación asistieron además de los colectivos ya mencionados, personas que portaban banderolas, pancartas o camisetas de estos colectivos: Red Roja, CGT, PCE, Solidaridad Obrera, Partido Humanista, la Solfónica, l@s yay@flautas. También acudieron los afectados por la hepatitis C, los trabajadores que temen despidos en Coca-cola y Madrid Río, los que denuncian las hipotecas tóxicas de la UCI y algunas asambleas populares del 15M. No hubo incidentes a pesar de los petardos que explotaban de vez en cuando, de algunas consignas muy radicales y de unos jóvenes que enarbolaban banderas totalmente negras e iban con la capucha puesta y la cara tapada hasta por debajo de los ojos.
Los participantes salieron de Sol y recorrieron los carriles de la derecha de la calle de Alcalá hasta Cibeles, donde la barrera policial encaminó la protesta hacia la  derecha, por el paseo del Prado; a la altura de Neptuno la marcha  vuelve a girar hacia  la derecha hacia la plaza de las Cortes, situada frente al Congreso de los Diputados. El paso a la plaza está cortado con vallas y una barrera de agentes de la Policía Nacional. Desde el escenario, colocado de espaldas a las vallas, una joven hace saber que la manifestación se ha cortado en ese determinado lugar “porque lo ha querido la policía, pero no acabababa aquí”. Una vez leído el manifiesto, los concurrentes volvieron a gritar repetidamente el simbólico lema: “¡No pasarán!” El hombre que tomó el micrófono para dar por finalizada la protesta añadió: “Contra su represión, nuestra solidaridad”; “A estos cachorros franquistas no se lo vamos a permitir”.

martes, 16 de diciembre de 2014

Ley mordaza: la muerte de la democracia

En España el diez de diciembre se puede conmemorar la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y al día siguiente condenar a muerte el derecho a la información y el derecho de reunión, sin pudor, sin vergüenza, sin decencia; con “dos cojones” les  gusta decir a los fascistas y machistas, seguro que siguen empleando ese lenguaje cuando no les ve nadie. El once de diciembre de 2014 el Partido Popular en el Congreso de los Diputados hizo revivir el espíritu franquista y aprobó con su mayoría absoluta la ley mordaza, a la que llaman engañosamente Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana. Con ello las señorías peperas daban una patada en toda la boca ­—para que no hable—, en los ojos —para que no vea—, en las manos —para que no fotografié ni grabe— a una democracia que ya agoniza, escuálida por tantos  recortes. El Gobierno de Mariano Rajoy intenta silenciar a los ciudadanos que vienen poniendo en evidencia su devastadora política y para ello se sirve de la ley mordaza que dará paso a una situación que causa espanto, por ejemplo: menos poder para los jueces y más para la policía; multas desorbitadas para casi todo tipo de protesta (escraches, paralización desahucios, escalamiento de edificios, manifestaciones no comunicadas…); ocultamiento de información sobre abusos policiales; indefensión del ciudadano ante la palabra del policía. El día de los Derechos Humanos, previendo que al día siguiente se iba a aprobar la ley, los activistas de No Somos Delito convocaron una protesta para despedir educada y pacíficamente a la democracia, a la que con la ley mordaza se da por muerta. Quizá en el acto no estaban todos los que se esperaban, pero no hay duda de que los que acudieron eran los polítes (πολίτης), los que ejercen plenamente sus derechos de ciudadanía, los que generosamente participan en la vida pública. Son ellos los merecedores de profundo respeto y máximo agradecimiento pues resisten pisando la calle a pesar del hastío que la sinrazón fascista produce.
El cortejo fúnebre
Eran las siete y media de la tarde, había oscurecido, hacía algo de frío y las calles del centro de Madrid estaban repletas de gente como siempre ocurre en días próximos a las fiestas navideñas. Por la Puerta del Sol y sus aledaños abundan en estas fechas los que van a comprar regalos o lotería, los que van a tomar algo con los allegados y los que acuden por cualquier otra cosa, aunque solo sea para ver y ser vistos. Desde Ópera a Sol por la calle del Arenal, abriéndose paso entre el gentío, avanzaba el cortejo fúnebre en una marcha triste de verdad. Se hizo el recorrido de forma monótona, sobriamente, hasta se percibía algo de recogimiento. Encabezaban el cortejo cuatro personas vestidas de luto que portaban un ataúd en el que se leía: “No Somos Delito. Asistimos al entierro de la libertad de expresión y el derecho de manifestación. RIP”. Algunas mujeres llevaban velos negros o gafas de sol; tras ellas un hombre alto con abrigo de paño y bombín exhibía un cartel con la palabra “Represión”. Después seguían cuatro violinistas cuya delicada melodía quedaba sepultada por el murmullo incesante del hervidero humano. Un joven entre sollozos —hacía que lloraba— repartía entre los paseantes y los mirones papelitos con sugerencias para combatir la ley mordaza. Algunos integrantes del cortejo sujetaban velas encendidas y claveles rojos; otros, cuartillas prendidas en la solapa en las que estaban estampados lazos negros o caretas amordazadas. Las pancartas eran pequeñas y escuetas: “Libertad de expresión”; “Derechos Humanos”; “No nos callarán”; “Censura”; “Ley mordaza, dictadura descarada”; “Libertad de protestar”; “Con grises, hoy azules, Franco ha vuelto”. Por supuesto, no había silencio absoluto, pero tampoco risas ni fiesta. El grupo de teatro, que en otras ocasiones ha protestado contra la ley mordaza con alegría y los actores ataviados de payasos, ahora “lloraba”, “se lamentaba” consiguiendo que la imitación burlesca se convirtiera en una cosa seria. Cuando los actores, refiriéndose a la democracia, decían “¡Qué la han matado!” no esperaban que brotasen las carcajadas; esta vez la parodia es tan grave como la realidad: la han matado.
La hilera de manifestantes continuaba su trayecto por la plaza de la Puerta del Sol entre los mariachis, las loteras, los músicos callejeros que interpretan sin ganas rancios villancicos y, por supuesto, los transeúntes, la mayoría de ellos ajenos e ignorantes del luctuoso acontecimiento. Frases del idiotes desinformado conforme pasaba el cortejo: “Son los de los recortes”; “¡Pero, vamos, ahora hay manifestaciones los miércoles!”; “Van a misa”; “Es una procesión”. Algunos idiotes ni advirtieron que era una representación teatral en la calle. Dicen que en la antigua Grecia se utilizaba la palabra “idiotes” (διώτης) para referirse a quien no participaba en los asuntos públicos o, mejor dicho, para quien únicamente se dedicaba a sus asuntos privados. En torno a las fiestas navideñas el idiotes pulula por los alrededores de la Puerta del Sol deslumbrado hasta por la brillantez hortera de esos conos gigantes, de estructura metálica y eléctrica, que dicen que son árboles. Es capaz de gastar tiempo y dinero para ir al centro con tal de presumir diciendo que ha estado allí y ha visto esto y aquello. Mucho idiotes, mucho entraba y salía de las tiendas y los bares, y al paso del cortejo sacaba el móvil para fotografiarlo. El idiotes digital funciona por imitación y emula sin más lo que hacen los de su especie dotada de sofisticados artilugios captadores de imágenes. Se queda satisfecho cuando logra su máxima hazaña: subirlas a Twitter o Facebook. De nada servía que una mujer desde el interior del cortejo se desgañitase al decir “A ti, que estás mirando, también te están robando”. El idiotes no participa en la lucha aunque luego se beneficie de lo que conquistan los otros, los polítes. Es un mal con el que hay que contar.
Más cámaras y más móviles; fotos y más fotos. Algunos se suben a la fuente para la mejor toma. Los turistas también quieren una imagen de lo que sea eso, de la ristra de gente que camina tras un ataúd simbólico. Por su parte, los fotógrafos y camarógrafos profesionales hacen lo propio, eso sí, ellos están trabajando: de cerca, para captar el primer plano; de lejos y por las alturas, para obtener una buena panorámica. Buscan el mejor ángulo, la luz óptima y la originalidad con lo que hoy por hoy son sus herramientas de trabajo, pero, cuando entre en vigor la ley mordaza, serán consideradas por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad armas delatoras, traidoras, peligrosas. En la “democracia policiaca” esta orgía de la imagen no será igual para el profesional ni para el aficionado, ni siquiera para el curioso.
El pésame
Se voceó poco en la protesta. En la calle del Arenal, ya cerca de la confluencia con la Puerta del Sol es donde se oyeron las primeras consignas; desde la parte trasera del cortejo se coreó: “La voz del pueblo no es ilegal”. Luego, más frases cortas; voces fuertes, claras, rotundas, sin embargo el ambiente seguía desabrido y no respondía nadie, sólo los ya convencidos. La policía ronda por la plaza aunque no interrumpe la protesta, parece que en esta ocasión no importa mucho si es o no comunicada. Los manifestantes, según su costumbre van hacia la “ballena” (entrada acristalada al Metro y al tren de Cercanías) y se ubican en la zona peatonal, donde se realizan las asambleas y se cierran las protestas desde que existe el 15‑M. Allí ya aguardan más manifestantes que sobre el lateral de la “ballena” han apoyado una corona de flores y otro féretro en el que, entre otras cosas, han escrito: “RIP. Con la ley mordaza muere nuestra libertad”. Junto a estos símbolos el cortejo fúnebre coloca su ataúd y en el suelo, frente a todo ello, pusieron las velas encendidas. Los actores se situaron a la izquierda de este altar, uno al lado del otro, y como si fuesen los allegados se iban dando el pésame con gesto compungido, largos abrazos y besos de consuelo. Previamente se había extendido una cuerda blanca para separar al grupo de teatro del resto de concurrentes, de modo que hubiese un espacio delimitado para la escenificación, pero no sirvió de nada. La cuerda desapareció y los límites también. Se procedió a la lectura de un comunicado que apenas se oía. A pocos metros, hacia la calle de Alcalá, los colectivos de homosexuales, transexuales y bisexuales habían estirado una bandera arcoíris sobre el suelo, en ella también habían depositado sus velas encendidas, y también leían sus reivindicaciones; igualmente tampoco se les oía. Los activistas de No Somos Delito finalizaron su acto una vez más voceando breves proclamas: “Manifestarse sirve”; “¡No a la ley mordaza!”; “Que no tenemos miedo”. Moviendo las palmas de las manos por encima de sus cabezas: “Estas son nuestras armas”. Las voces se perdían entre el bullicio y la indiferencia de la plaza.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Mordazas contra la “ley mordaza” en Sol

La plataforma No Somos Delito convocó para el uno de noviembre una concentración en la Puerta del Sol de Madrid contra la Ley de Seguridad Ciudadana, la cual puede ser aprobada antes de las navidades, según indica este colectivo en su página web. El pasado 11 de julio el Consejo de Ministros aprobó el Proyecto de Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana; el 16 de octubre se debatió en el Congreso de los Diputados, donde se han rechazado nueve enmiendas a la totalidad de la ley presentadas por toda la oposición. Actualmente sigue su tramitación parlamentaria que, en opinión de algunos colectivos y partidos políticos, se está haciendo con gran celeridad y no con la calma y reflexión que una ley tan importante requiere. Esta ley ha sido llamada “ley mordaza”, “antiprotestas” y “anti‑15M” porque, entre otras cosas, sanciona con multas desproporcionadas nuevos tipos de protesta (escalamiento de edificios y monumentos, paralización de desahucios, perturbación en manifestaciones frente al Congreso, Senado y Asambleas autonómicas, etc.), manifestaciones o reuniones no comunicadas, y el uso de imágenes y datos personales o profesionales de miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Los contrarios a esta ley sostienen que da a la policía gran capacidad para reprimir las protestas y afirman que restringe la libertad de expresión y el derecho de manifestación. Durante la protesta en Sol un grupo de teatro, con los actores disfrazados de payasos, llegó con un ataúd que simbolizaba la muerte de estos derechos.
La concentración comenzó a las doce del mediodía; el sol de otoño iluminaba y calentaba la plaza como si fuese verano. Los asistentes se colocaron junto a la entrada acristalada del tren de Cercanías (la “ballena”), en el lado que mira para la calle de la Montera. Eran cientos de personas, algunos medios calculan unas quinientas; en cualquier caso, no ocupaban ni la mitad de la plaza. El ambiente parecía casi íntimo, de amigos: la gente se saludaba y charlaba en sus corrillos. Algunas personas repartían mordazas azules y pequeñas pancartas a todo el que las quisiera. Las pequeñas pancartas aludían al tema de la convocatoria y a la corrupción: “Leyes represoras, no nos callarán”; “País mudo, no muda”; “Libertad de protestar”; “Con sobres o tarjetas, nadie os gana jetas”; “Golpe a golpe, Franco ha vuelto”; “Pueblo manso, pueblo esclavo, bien drogado”. Apenas había pancartas grandes: de tamaño mediano era la del 15M de Puente de Vallecas, y algo más grande la de No Somos Delito, que estuvo desplegada en el lateral de la “ballena”, donde dos jóvenes encaramados la sujetaban. En ella se leía: “Vivir en democracia depende de ti. No#leymordaza”.
El acto transcurrió pacíficamente, amenizado por la Solfónica, pero sin llegar a ser una gran fiesta de bailes y cánticos. Los actores ataviados de payasos entraron gritando repetidamente entre sollozos: “¡Qué la han ‘matao’!” Portaban un ataúd en el que habían escrito: “Asistimos al entierro de la libertad de expresión y el derecho de manifestación. R.I.P.” Llevaron a cabo su representación cerca del lateral de la “ballena” y rodeados por el resto de concurrentes. Miembros de No Somos Delito procedieron a leer un manifiesto. El momento más emocionante y participativo consistió en guardar un minuto de silencio amordazados. Abundaban las mordazas azules, aunque también las había de otros colores, como las de los yay@flautas que eran negras. Otros congregados improvisaron mordazas con sus pañuelos o fulares. Unos estaban sentados en el suelo, otros de pie; todos en semicírculo mirando hacia la “ballena”. Una buena parte de los asistentes tenía los brazos extendidos hacia arriba con las manos abiertas. Nada más terminar el minuto de silencio se voceó “La voz del pueblo no es ilegal” y otras consignas que aludían a la lucha, por ejemplo: “Pueblo, si no luchas, nadie te escucha”; “La lucha es el único camino”;  “¡Qué no (3) tenemos miedo!” La concentración finalizó alrededor de la una. Se dispersó tranquilamente, por lo que cuesta entender la intervención de los agentes de la Policía Nacional, que procedieron a identificar a algunos de los asistentes que aún permanecían en la plaza. Además, se llevaron a un joven.
La calle se defiende en la calle
Cuando un grupo intuye que no habrá mucha gente para apoyar una protesta convoca una concentración en un lugar concreto en vez de una manifestación con más o menos recorrido. A veces las intuiciones fallan y las concentraciones se desbordan e, incluso, pueden terminar en manifestación. Dado el duro golpe que para la democracia supone la “ley mordaza”, cabría esperar que la concentración del uno de noviembre se desbordara, pero ello no ocurrió. Se puede decir que No Somos Delito acertó en su intuición. Para defender la libertad de expresión, el derecho a la información en su doble vertiente  —emitir y recibir información veraz— y el derecho de manifestación, recogidos en los artículos 20 y 21 de la Constitución, había alrededor de medio millar de personas concentradas en la Puerta del Sol. Con este dato cobran importancia los ausentes, que si bien han protestado en otros foros o en las redes sociales contra esta ley, no están en la calle para luchar contra ella. En Sol no ondeaban las banderolas de los partidos políticos, ni de la vieja política ni de la nueva; ni se leían pancartas de los sindicatos minoritarios ni de los mayoritarios. Una pancarta espetaba: “CC OO‑UGT de huelga? No, de vacaciones”. Tampoco había pancartas de las mareas como tales, ni siquiera de la blanca o la verde que tanto han recurrido a estos derechos últimamente. También se hallaban ausentes las pancartas u otros símbolos de las asociaciones o colectivos de periodistas, fotógrafos y camarógrafos, a los que la ley puede afectar en el desempeño de su trabajo. ¿Cómo puede ser que para un tema tan grave la movilización no esté siendo mayor? La calle se defiende en la calle, y eso de momento no está ocurriendo, a pesar de la urgencia que el asunto ya requiere. Dificultar la información sobre intervenciones policiales en las protestas, castigarlas con multas desproporcionadas o crear miedo en torno a ellas, demuestra el nulo carácter democrático del Gobierno de Rajoy —y del ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, defensor de la ley—, pero la falta de una gran movilización contra la “ley mordaza” también está revelando la incultura y la escasa responsabilidad y conciencia de un pueblo que debería estar luchando por la libertad de expresión, el derecho a la información y el derecho de manifestación —esenciales para una democracia— hasta conseguir paralizar esa reaccionaria ley. Es evidente que se necesita una movilización mayor y continuada hasta lograr este objetivo. Va a requerir mucho esfuerzo e imaginación.


Citas en los cristales de la “ballena”
En la entrada del tren de Cercanías había pegados carteles con célebres citas, un folio por cada frase en letras grandes. Son estas:

No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia. Montesquieu”.

“¿De qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Bertolt Brecht”.

Tristes tiempos estos en los que hay que luchar por lo que es evidente”. (De Dürrenmatt)