viernes, 26 de mayo de 2017

“Nunca sabréis las cosas que me han pasado”. (Día Internacional contra la LGTBIQfobia)

“Me escupieron hasta que la camiseta se me quedó pegada al cuerpo”; “Era mi padre, era mi hermano, me violaron, me dijeron que era para curarme”; Me puse el vestido, me maquillé, salí a la calle y esos tres chicos me pegaron hasta matarme”; “Me vieron teniendo sexo, no me dejaron volver a salir de casa durante cincuenta años”; “Recibí más de cien amenazas al día”; “Me diagnosticaron al nacer, me mutilaron”; “Nos ataron, nos vendaron los ojos y nos tiraron al vacío”. Estas eran algunas de las frases que pronunciaron ocho jóvenes, acompañados por la traductora al lenguaje de signos, en la representación que precedió a la lectura del manifiesto en la plaza de Pedro Zerolo, donde finalizó una de las protestas que hubo en Madrid el 17 de mayo, Día Internacional contra la Lesbotranshomofobia, así llamado en los anuncios de la convocatoria, aunque en el manifiesto escriben LGTBIQfobia (Lesbiana, Gay, Trans, Bisexual, Intersexual, Queer). Estos jóvenes, chicas y chicos —aunque quizá no sea adecuada ni correcta la designación solo en femenino y masculino— con ropas negras, leyeron una docena de frases que simbolizan las agresiones que ha sufrido el colectivo a lo  largo del tiempo y en cualquier lugar. Después, el joven que portaba una banderola blanca y que encabezaba el conjunto dice “Nunca sabréis las cosas que me han pasado”, y todos los demás, uno tras otro, toman sus micrófonos para repetir esa misma frase, que sirve para ocultar las agresiones y su correspondiente sufrimiento como algo vergonzoso, humillante e increíble. De nuevo, el joven que encabeza el conjunto a través de su micrófono proclama: “A todas nuestras hermanas golpeadas por el odio, a todas nuestras hermanas golpeadas por la indiferencia”. Los demás presionan unos tubos de esos que se usan para arrojar confeti, pero esta vez sale algo rojo, como si fuesen pétalos de rosas. Es el homenaje a todas las víctimas. Los manifestantes, que les rodean junto al monumento a Vázquez de Mella, aplauden y alzan el puño izquierdo por encima de sus cabezas.
La manifestación, convocada por la Plataforma Orgullo Crítico y apoyada por Sección Invertida, comenzó a las ocho de la tarde en la plaza de Antón Martín, pasó por la Puerta del Sol y acabó en la plaza de Pedro Zerolo, nombre del fallecido concejal socialista del Ayuntamiento de Madrid destacado por su lucha en las reivindicaciones del colectivo. Desde las siete y media las personas que aguardaban en la plaza de Antón Martín con sus banderas arcoíris y trans (franjas en rosa, azul y blanco) fueron custodiadas por furgones y agentes de la Policía Nacional e, incluso, llegó un vehículo de la Unidad de Gestión de la Diversidad de la Policía Municipal. Algunas de las personas que pasaban por la calle de Atocha temían que se produjesen incidentes violentos, pero lo cierto es que la protesta transcurrió en calma y estuvo animada por una potente batucada.
“Vuestro odio no cabe en nuestras calles”
El 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Este acontecimiento proporciona la fecha de referencia para conmemorar el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, que en 2017 se propuso dedicar al tema de “las familias”. Sin embargo, la convocatoria madrileña de la Plataforma Orgullo Crítico se centró en la denuncia de la violencia extrema que aún sigue soportando el colectivo. Según el manifiesto, la repulsa es hacia todo tipo de agresiones, incluidas las “normalizadas” y las institucionales, pero durante la marcha se hizo especial hincapié en las físicas y verbales: las palizas, los puñetazos, los golpes, los insultos, las amenazas. La violencia fue rechazada a voz en grito y en la pancarta que, con letras rosas sobre fondo negro, presidía la protesta: “Vuestro odio no cabe en nuestras calles”.
Durante la protesta se recordaron casos de agresiones reales ocurridos  en la ciudad de Madrid desde 2015. No son todos los casos, sino una muestra para dar fe de la violencia que se sufre en las calles. La lectura de estos sucesos se produjo en tres lugares diferentes: al principio de la protesta, en la misma plaza de Antón Martín; en la Puerta del Sol, a un lado de la “ballena” (entrada al tren de Cercanías); y en la confluencia de la calle de Alcalá con la calle de la Virgen de los Peligros. En el relato de los hechos se cita la fecha y el lugar (barrio, calle o plaza) donde sucedieron.
El primer caso mencionado fue el de los incidentes del autobús presuntamente tránsfobo de Hazte Oír ocurridos en las proximidades de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, donde un grupo de estudiantes defendió al colectivo LGTBIQ. El resto de casos se referían a personas agredidas en diferentes situaciones de la vida cotidiana. Ejemplos: En Puente de Vallecas una chica trans cuando sale de una discoteca a fumar recibe una paliza por la que tuvo que ser hospitalizada; una pareja de chicos, que caminaban abrazados bajo un paraguas, fue agredida en Sol por un grupo; en Goya un gay fue insultado y golpeado al salir del Metro mientras regresaba a casa tras celebrar la Nochevieja; en Tetuán una mujer trans fue insultada y sufrió golpes y contusiones mientras hacía la compra; en Las Tablas una pareja de lesbianas abandonó su casa tras las pintadas, las amenazas y las agresiones de un vecino.
La marcha resultó estar cargada de simbolismo y contrastes: la amplia gama de los colores de las banderas arcoíris y trans y la vestimenta negra de la mayoría de los asistentes jóvenes; el ritmo festivo de la batucada y el relato desgarrador de los sucesos brutales. En las pocas pancartas que había también se denunciaba y repudiaba la violencia. En una de ellas se podía leer “Fuera cisheterrorismo. Acción contra la represión 17M”; y en una bandera arcoíris  Transmaricabollo 15M había escrito “Transfobia mata”. Se vocearon consignas semejantes  a las de las protestas feministas, como “Contra el patriarcado y su violencia, ahora y siempre, autodefensa” y “Macho violador, al triturador”; “La calle y la noche también son nuestras”. Frente al odio se proclama “¡Que no (3) tenemos miedo!” y “Su violencia, nuestra resistencia”. Por encima de todo se reivindica la libertad sobre el propio cuerpo: “Mi cuerpo es mío, solo mío, mío, mío”; “¡Libertad, libertad!”; “Me gustan las peras, me gustan las manzanas y en la cama me meto con quien me da la gana”; “Mi cuerpo, mi vida, mi forma de follar no se arrodillan ante el sistema patriarcal”.
“Violencias institucionales”
En el manifiesto se dice “Marchamos contra las violencias institucionales que sustentan el sistema cis-hetero-patriarcal capitalista”. A lo largo del texto se habla de esta violencia en la consulta médica, los CIE, el lenguaje, los medios de comunicación, el mundo laboral, las escuelas. Se sufre violencia en la consulta médica que “patologiza las identidades trans o invisibiliza la sexualidad bollera”. Según el texto hay un lenguaje lleno de palabras para nombrar ““lo otro”, lo desviado, lo disidente”. El lenguaje sirve también para agredir e insultar. Con el lenguaje se hacen chistes, burlas, bromas. “De las bromas cómplices a los insultos. Del insulto al puñetazo”. Por su parte, los medios de comunicación son “cómplices de ese lenguaje”, “estereotipan muestras identidades” y mantienen el statu quo. Respecto al mundo laboral, el manifiesto denuncia  “la invisibilización muchas veces forzosa de nuestras identidades”, y añade: “una salida del  armario puede suponer más acoso o directamente el despido”. El texto reafirma el apoyo a los menores trans, declara “no vamos a tolerar más bullying en las escuelas” y rechaza con vehemencia los baños segregados. Se tilda de “racismo institucional” el trato que se da a “nuestras compañeras migrantes” y se oponen a las redadas racistas  y a “esas cárceles llamadas Centros  de Internamiento de Extranjeros”.
Durante la marcha la institución más criticada fue la Iglesia. Se coreó el cántico popularizado en las protestas feministas “Vamos a quemar (2) / la Conferencia Episcopal / por machista y patriarcal”. Se voceó “El Papa no nos deja comernos las almejas”. A algunos símbolos religiosos se les atribuyó la propia orientación: “La Virgen María también entendía”; “La Virgen del Pilar era homosexual”.
“Normal es un programa de mi lavadora”
Tanto en el manifiesto como a lo largo de la marcha se expresó una contundente resistencia a las normas de género tradicionales, pues se considera que conllevan la invisibilización y son también violencia. En este sentido el manifiesto dice lo siguiente: “nuestro deseo no cabe en vuestras estructuras mentales monosexistas. Porque la invisibilización de plurisexualidades es violenta. Porque la presunción de heterosexualidad es violenta”. En consecuencia, parte del objetivo de su lucha es no encajar en esas normas: “No vamos a asimilarnos ni a ‘homo’ normativizarnos. Pelearemos y resistiremos contra toda forma de integración en su normalidad”.
Durante la protesta este rechazo a la normalidad se expresó con esta frase voceada: “Normal es un programa de mi lavadora”. Es decir, “normal” es algo que se puede aplicar a las cosas pero no a las personas. Otras consignas que incidían en lo mismo: “Tiremos una bomba a la heteronorma”; “Nuestras plumas no tienen cura”.
“Nuestro orgullo no es un negocio”
El tema de la lucha de clases estuvo muy presente en la protesta; se voceó “Patriarcado y capital, alianza criminal”, y también “Contra el patriarcado, placer clitoriano; contra el capital, placer anal”.
Cabe destacar dos críticas principales, una queda sintetizada en los lemas “Nuestro orgullo no es un negocio” y “No desfilamos, nos manifestamos”. Con estas frases los congregados dan a entender que en las convocatorias del colectivo LGTBIQ debe primar el carácter reivindicativo frente al negocio, la fiesta y la exhibición. La otra crítica tiene que ver con la explotación laboral que realizan integrantes de la propia colectividad, en palabras del manifiesto, “las condiciones laborales de las precarias y el sueldo del empresariado rosa”. Seguidamente añade “las maricas pobres y las maricas ricas; las empresarias LGTBIQ que explotan a sus trabajadoras LGTBIQ”. Concluye llamándolo “Violencia capitalista cis-hetero-ROSA-patriarcal”. En la protesta al respecto se coreó “Gay capitalista, sal de nuestra lista” y “Las trans y las bolleras, la misma clase obrera”.
Solidaridad
“Stop homofobia en Rusia y en Segovia”, “Que abran las fronteras, queremos más bolleras”,  gritando estas frases los manifestantes expresaron su solidaridad internacional con la colectividad LGTBIQ que está padeciendo una feroz represión en la actualidad. En el manifiesto también se declara este apoyo: “Marchamos por las presas LGTBIQ. Encarceladas por pobres, por no ser blancas, por luchar o por ser ellas mismas. También por las que no reciben asilo político ni lo van a recibir”.
En el texto recuerdan además a las represaliadas, torturadas y asesinadas durante la dictadura. Muestran su reconocimiento a quienes les precedieron: “Porque estamos aquí gracias a vosotras: a vuestra valentía, a vuestra resistencia, a vuestro dolor, a vuestra alegría, a vuestra pluma. Nuestra memoria está con vosotras”.
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miércoles, 3 de mayo de 2017

Marcha por la Ciencia: “Menos corrupción, más investigación”

El sábado 22 de abril, Día de la Tierra, tuvo lugar en Madrid la Marcha por la Ciencia que, según el manifiesto de la convocatoria, es una iniciativa surgida en Estados Unidos que secundan más de cuatrocientas ciudades en todo el mundo. En España, además de Madrid, con manifestaciones y más eventos se suman otras ciudades, como Barcelona, Gerona, Granada y Sevilla. Las marchas en apoyo de la ciencia tratan de contrarrestar las políticas que la desprestigian y la necedad manipuladora de los “hechos alternativos”. En la marcha de Madrid los manifestantes han expresado también las peculiaridades que afectan a la ciencia en España, entre las cuales destaca la precariedad y el exilio de investigadoras e investigadores. Una escasez de recursos materiales y humanos que  en el manifiesto se atribuye a la política de recortes, aunque en los mensajes de la marcha también se achacó a la corrupción. Las recientes noticias sobre la operación Lezo y la detención, entre otros, del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, han llevado a los manifestantes a relacionar la precariedad de la ciencia con los excesivos casos de corrupción que asolan la política española. Esto lo muestra una de las consignas voceadas con más vehemencia: “Menos corrupción, más investigación”. Las pancartas también lo denunciaban: “El dinero para la investigación lo tienen los investigados”; “Sí hay dinero para investigar, está en Suiza”.
La marcha comenzó a las doce de la mañana y transcurrió pacíficamente desde el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (Alcalá, 34) hasta el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas (Alcalá, 5). Un destino tan próximo a la Puerta del Sol que finalmente se permitió a los manifestantes avanzar hasta la emblemática plaza, donde la batucada que animó a los reunidos y los colectivos de investigadoras e investigadores más jóvenes prolongaron la protesta hasta las tres de la tarde.
La pancarta de cabecera, “Sin investigación no hay futuro, Marcha por la Ciencia”, fue portada por varias personalidades, entre ellas, Federico Mayor Zaragoza, exdirector general de la UNESCO. En la web de la Marcha por la Ciencia en España se recogen más de 150 adhesiones; presentes y mostrando su nombre en el recorrido estaban estos colectivos: Real Sociedad Española de Física, Colectivo Carta por la Ciencia, Marea Roja, Federación de Jóvenes Investigadores, Salamanca Innova, Democrats Abroad, Asociación Nacional de Investigadores Hospitalarios, Asociación de Estudiantes de Biología de España (AEBE), Dignidad Investigadora, Juventudes Comunistas, Nuevo Modelo Energético.
“Stop Trump”
El manifiesto indica que la Marcha por la Ciencia surge en Estados Unidos “como respuesta a la profunda preocupación de científicos y ciudadanos ante la creciente ola de políticas anticientíficas y la erosión de la imagen social de la ciencia”. Añade: “Los grupos que niegan de modo interesado evidencias científicas, como el cambio climático, la efectividad de las vacunas o la teoría de la evolución, están alcanzando en todo el mundo una influencia sin precedentes”. “Stop Trump” pedían escuetas pancartas, pues se considera que el rechazo a los conocimientos científicos se ha agravado tras la elección del republicano Donald Trump como presidente del país norteamericano. Durante la marcha se pudieron ver muchas pancartas escritas en inglés, ello se debe a que es un idioma con el que se maneja habitualmente la comunidad científica, pero también a la participación de Democrats Abroad (organización del Partido Demócrata estadounidense en el extranjero) con carteles que reafirmaban el cambio climático y confrontaban la ciencia con los llamados ‘hechos alternativos’: “The ocean are rising, and so are we”; “Science is no an alternative fact”. A propósito del Día de la Tierra un letrero en castellano rezaba “No hay planeta B”;  en inglés otro decía “I’m with her” y una flecha señalaba una imagen de la Tierra rebosante de vegetación.
Investigar en España: precariedad o exilio
A lo largo de la marcha los asistentes denunciaron el escaso interés de los actuales  gobernantes por la investigación y por las personas que se dedican a ello: “Hunden ciencia y tecnología”; Sin cientific@s no hay ciencia”; “La ciencia también es prioritaria” (pancartas). Se voceó constantemente “¡Basta ya de precariedad!” y se pudieron leer mensajes que exigían la mejora de las condiciones laborales, especialmente de las investigadoras e investigadores más jóvenes: “Por una carrera investigadora digna”; “EPIF digno”; “No más de 4 años de tesis sin contrato”; “Ciencia es trabajo. Trabajo con derechos en la investigación. Juventudes Comunistas”; “Por una condiciones laborales dignas. Asociación Nacional de Investigadores Hospitalarios”. Por supuesto, se mencionó el otro gran problema al que han de enfrentarse las científicas y los científicos en España: tener que salir al extranjero para poder trabajar. En el manifiesto para referirse a esta situación utilizan la palabra “emigración”, mientras que en la protesta se usó más “exilio” (término que implica connotaciones políticas). Algunas jóvenes llevaban maletas con letreros  que decían “Recién doctorada”. Se voceó “Para investigar te tienes que exiliar” y “No estamos todas, faltan las de fuera”. Una pancarta denunciaba la fuga de cerebros de España a Alemania; otra, las tres salidas que tiene el doctorado: aire, mar y tierra. La del colectivo Dignidad Investigadora reclamaba: “Ni exilio ni esclavitud ¡Basta ya de precariedad laboral!”
El manifiesto pone cifras a la precariedad. Indica que los recortes en investigación civil han alcanzado el 35% desde 2009. Señala  que entre 2010 y  2016 España ha perdido 10.000 investigadores, y lo relaciona con el desempleo y el deterioro del estado del bienestar: “Esto es particularmente preocupante en un país donde el nivel de paro es superior al 20% (50% en los jóvenes menores de 30 años) y donde existe un creciente deterioro de los servicios básicos en sanidad, educación, dependencia y cultura”. También recuerda que Estados Unidos, Suecia, Alemania, Canadá y Australia afrontaron la crisis económica aumentando su inversión en ciencia, al contrario que España.
La ciencia es “futuro”
Al igual que la pancarta de cabecera, numerosos lemas vinculaban la ciencia al futuro: “Con I+D+i  sí hay futuro”. Colectivo Carta por la Ciencia”; “Sin ciencia no hay futuro”; “Con/ciencia/te, es tu futuro”; “I+D de hoy es el bienestar de mañana”. De este modo se da a entender que un país que no cuida ni invierte en ciencia y conocimiento está condenado al fracaso económico y social. Explícitamente se gritaba “Si no nos hacen caso, España será un fracaso”; y se leía “Respeto por la ciencia, no retrocedamos”. Un grupo de jóvenes arrastraban una bola negra amarrada a sus tobillos con una cadena, simulando estar presos, y exclamaban “¡Si no investigamos, estamos condenados!”
Puesta la ciencia en entredicho por las corrientes negacionistas a nivel mundial y desdeñada por las políticas de austeridad en España, algunos mensajes remarcaban lo que es una obviedad: la importancia de la ciencia y el conocimiento para la v ida, el planeta y la convivencia democrática. Pancartas: “La poca ciencia destruye la Tierra, la vida y la convivencia”; “Antibióticos, vacunas. La ciencia salva vidas”; Consignas voceadas: “El cáncer no se cura sin investigar”; “Investigamos para los ciudadanos”.
Formalmente algunas pancartas de la marcha se diferenciaban de las de otras protestas por contener textos de más de cinco líneas o estar escritos en letra pequeña, lo cual no facilita su lectura en una marcha, aunque sí sea indicativo del rigor y el detalle en el mensaje. Otras incluían gráficas y se expresaban en forma de test. Entre estas últimas un conjunto de ellas ponían en valor la ciencia frente al consumismo y la cultura de masas propiamente mediática. Por ejemplo, había carteles que interrogaban sobre la cultura científica de forma irónica; así, uno de ellos preguntaba por Santiago y daba dos opciones, a) Ramón y Cajal y b) Bernabéu, estando marcada como correcta la primera en este caso. Más: “¿Louis…? a) Pasteur, b) Vuitton”; “¿New…?  a) –ton, b) Balance”. Otro cartel mostraba un dibujo de una balanza llamada “Spain” y en el platillo que más pesa figuraban la pobreza, Gran Hermano y la emigración; en el de menor peso “Ciencia, Cultura y Educación”. Una frase traía a la memoria los versos de Antonio Machado y la literatura de la Generación del 98: “Frente a la pandereta, la probeta”.
Reivindicaciones
El Pacto por la Ciencia, apoyado por sociedades científicas, académicas y sindicatos —según recuerda el manifiesto—, fue firmado en 2013  por todos los partidos políticos con representación parlamentaria, menos por el que estaba en el poder (Partido Popular). El manifiesto exige que se cumplan sus principales reivindicaciones:
1) recuperación de los niveles  de inversión pública en ciencia del 2009;
2) eliminación de los límites a la tasa de reposición de empleo público en actividades relacionadas con la investigación y plan de choque para incorporar nuevos recursos, el talento emigrado y reducción de la precariedad;
3) cumplimiento de los planes nacionales de I+D  en sus convocatorias y plazos;
4) integración de la ciencia en la agenda política “de forma que quienes deben tomar decisiones legislativas y ejecutivas dispongan de información científica constante, suficiente y eficaz”.

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