Seis de octubre, se celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente y para ello los sindicatos CC.OO. y UGT han convocado una manifestación a las siete de la tarde desde la Plaza de la Villa hasta la Puerta del Sol, pero es jueves y,
por tanto, colectivos contra la impunidad del franquismo también se
manifiestan en el mismo lugar. Además, en la emblemática plaza hay
corrillos alrededor de los mariachis, las estatuas vivientes o la
gente que conversa en tertulia; y están, como siempre, los turistas,
los ociosos, los clientes de los comercios y muchos trabajadores que
entran y salen del transporte público en su trasiego diario, todo en
medio del calor del verano que todavía dura e invita a la vida en la
calle. Por supuesto, no faltan las cámaras profesionales y no
profesionales y las del propio móvil para fotografiar los mencionados
acontecimientos o lo pintoresco del lugar.
Por el trabajo decente
La
manifestación por el trabajo decente comienza tarde, pasadas las siete y
media. Arranca la marcha con las furgonetas que llevan las banderas de
los sindicatos y los altavoces, luego los líderes sindicales, entre
ellos Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez , que encabezan la
manifestación sujetando una pancarta con el lema de esta convocatoria:
“El trabajo decente no es un privilegio”. En torno a los líderes
sindicales hay un cordón de protección en el que participan, enlazando
sus manos, personas ataviadas con un chaleco rojo de UGT. En el cuerpo
de la manifestación abundan las pegatinas de los sindicatos sobre las
camisetas, algunas de las cuales son verdes, de las que reivindican la
educación pública. Hay pancartas grandes como la de la Federación de
Servicios Financieros y Administrativos en la que se lee: “Empelo,
protección social y economía productiva”. La de las Juventudes
Comunistas: “Juntos hacia otra huelga general. Contra los recortes y las
políticas neoliberales”. También
ondea una bandera republicana enorme en la que han prendido un cartel
que dice: “Huelga general. Sobran 5.000.000 de razones”. En las pequeñas
pancartas, de esas que son un papel pegado a un palo, se exhorta al
pueblo pasivo a moverse, se rechazan los recortes, se alude a los
banqueros y a la crisis. Ejemplos: “Sin luchar, ni pan ni libertad”; “Al
pueblo cobarde, roban de balde”; “Pueblo manso, buen esclavo”; “Pueblo
pendón, vota al ladrón”; “Tijeretazo, tijeretazo”; “Recortar, robo
legal”; “Recortar a banqueros y al clero”; “La banca, ya, al banquillo”;
“Nos mandan a paseo y siguen su saqueo”; “Fuera trampas, no es crisis,
es estafa”, “Violencia es cobrar 600 euros”; “Tu botín, mi crisis; “Sin
pan, no habrá paz”.
A
las ocho y cuarto los manifestantes entran en Sol y se ubican frente al
escenario situado a un lado de la estatua de Carlos III montado a
caballo. Como fondo de escenario, de nuevo el lema de esta jornada por
el trabajo decente al que han añadido: “El empleo y las personas
primero”. Una voz femenina, otra masculina y una joven
que domina el lenguaje para sordomudos transmiten un manifiesto a todos
los allí congregados. Hay gente que se sienta a escuchar o a descansar
en el bordillo que rodea las fuentes, no queda un hueco. Algunos
sindicalistas pinchan sus banderas en la tierra que cerca la fuente,
junto a las flores, pero con cuidado para no tocarlas. El acto acabó
antes de las ocho y media.
Solidaridad con las víctimas del franquismo
La
manifestación por el trabajo decente es sucedida por la de la memoria
histórica. Si en la primera la edad de los asistentes es variada, en la
segunda predomina la gente mayor. Daban vueltas por la plaza de la
Puerta del Sol y en cabeza una pancarta roja: “Contra la impunidad.
Solidaridad con las víctimas del franquismo”. El resto de manifestantes
portaban fotos de los fallecidos, entre ellas las de Antonio Machado,
Federico García Lorca y Miguel Hernández con la leyenda “Nunca más”.
También llevaban la bandera republicana, claro. Sus consignas a través
del altavoz: “Verdad, justicia, reparación”; “Tenemos memoria, queremos
justicia”; “Hay que juzgar al franquismo criminal”; “Los crímenes del
franquismo no prescriben”. Mirando hacia lo que actualmente es la sede
del gobierno autonómico ¾el edificio del reloj¾
los manifestantes coreaban: “En esa casa se asesinaba, en esa casa se
torturaba y ahora es la cueva del PP”. A las nueve de la noche el grupo
se detiene, como antes lo hiciera el otro, junto al caballo con el rey
ilustrado; éstos, sin escenario, comienzan
su conferencia. Los curiosos se acercan, ahora los jóvenes escuchan a
los mayores con un silencio sumamente respetuoso. Un orador rememora la
vida de una camarada recientemente fallecida, la cual luchó contra el
franquismo que la detuvo y la torturó. Otro orador recuerda la historia
de la enseñanza pública durante la II República, las vicisitudes
padecidas por los maestros durante la dictadura y, finalmente, su
discurso viene a los tiempos presentes para denunciar el
desmantelamiento del estado del bienestar. Concluye diciendo que se está
volviendo para detrás; cosecha aplausos. Después se procede a guardar
un minuto de silencio, que los manifestantes mayores realizan con el
puño en alto y los jóvenes, en puro silencio y quietud. Inmediatamente,
como un ritual, los mayores gritaron: “¡Viva la República!”. Los del
corrillo: “¡Viva!” El acto terminó con la recogida de firmas para poner
una placa donde se ubicó la Dirección General de Seguridad.
Tertulia en la plaza
Al
mismo tiempo que los de la memoria histórica celebran su acto de los
jueves, a un lado de esa especie de bóveda o cúpula acristalada que da
entrada al tren de cercanías, hay otro corrillo de gente de diversas
edades que debaten pasándose un micrófono. Unos escuchan sentados en el
suelo, otros, de pie. Por turno toman la palabra. Una señora habla del
capitalismo, un señor dice que manda la ultraderecha, un joven cuestiona
el actual sistema democrático, otro le contesta que el poder es
inevitable. Los conceptos cada vez son más abstractos, parece que
filosofan. Poco más allá de este corrillo, mirando hacia
la calle de Alcalá, hay otro que escucha a un solo hombre que escribe y
dibuja con rotulador sobre una pizarra; éste habla de Cristo.
Son
más de las nueve de la noche y casi todo acaece al mismo tiempo o
inmediatamente después. Las estatuas vivientes se toman un descanso pero
no se van. Los que están disfrazados de personajes infantiles parece
que acaban su jornada. Bob Esponja se quita eso, la esponja, y se queda con los zapatones negros mientras charla con alguien. Dos muñecos¾uno azul y otro rojo¾,
similares a los monstruos de las galletas de Barrio Sésamo, se relajan y
también conversan. Un león de terciopelo brillante bebe agua de una
botella y come un bocadillo. Sol seguía siendo un imán para los
transeúntes, un hervidero a fuego lento cuando entraba la noche.
Loli dijo
ResponderEliminar¡Gran post celeste!.
Un fuerte Abrazo.
12 Octubre 2011, 11:04
Celestepv dijo
Loli, me alegra tu visita.
Muchas gracias.
Un abrazo.
12 Octubre 2011, 16:17