lunes, 18 de abril de 2011

Quitar estudios del currículum para acceder a un empleo



Parece ser que lo primero que se tiene que aprender para hacer un currículum vitae es mentir. Hace no muchos años se mentía exagerando el nivel de formación; el objetivo era hinchar el currículum elevando cualquier cursillo o actividad a dato meritorio. Las cosas han cambiado diametralmente. Los parados de hoy en día tienen que mentir pero ocultando en el texto que presentarán como currículum parte de su formación. El currículum lo llevan sobre sus hombros, aunque el texto que redacten han de deshincharlo para poder acceder a un empleo de menor cualificación. Y es que aumenta la competencia para obtener los empleos que requieren menor grado de preparación, los únicos libres, por lo que se ve. Doctores, licenciados, diplomados, especialistas en diversos oficios, capacitados en una materia u otra se ven abocados a buscar lo que sea y a esconder cursos y conocimientos adquiridos como si fuesen una lacra. Desde los orientadores institucionales hasta los amigos dan similar consejo: “Quita cursos de tu currículo porque si el empresario te ve con más capacitación pensará que el empleo no te interesa mucho y acabarás yéndote a otro más acorde a tus estudios”. Éste es un supuesto muy extendido y, como es tanto lo que se tarda en encontrar un trabajo y aumenta la desesperación, uno acaba quitando conocimientos por si acaso.
Esta realidad desmonta parte del discurso dominante que sostiene que  los más cualificados se colocan con más facilidad y en mejores puestos. Sabemos que no siempre es verdad. Parte del personal medio y altamente cualificado de nuestro país se va al extranjero; otra parte trabaja como reponedores, cajeras, mozos, teleoperadoras, etc.;  y, otra parte está en el paro o aprovechado para seguir estudiando. Además de desmontar el discurso dominante, esta realidad demuestra que durante los últimos años hemos crecido sobre una economía básica, mediocre, sin diversificar ni sofisticar.
Seguramente que hay que adecuar el mundo empresarial y la enseñanza de modo que parte de los conocimientos que tengamos sirvan para trabajar en algo, pero rebajar el nivel de cualificación parece contrario a la razón y al progreso. Hay quien dice que hemos pecado de “titulitis”, como si aumentar el nivel de capacitación fuese una enfermedad inflamatoria. Se trata nuevamente de culpar a los parados: “Se ha estudiado lo que no se debía”. Se vuelve a responsabilizar siempre a los mismos, que si antes eran culpables por defecto, ahora lo son por exceso. El sistema educativo y el mundo empresarial una vez más se van de rositas. Deberíamos estar orgullosos de tener una población mejor cualificada, pero vivimos tiempos absurdos. No se puede comprender que los parados tengan que ocultar parte de sus estudios, va contra la lógica de todo currículum, donde la persona expone lo mejor de sí misma. El estudio, el esfuerzo, el interés por los conocimientos, por saber más, por mejorar no tiene valor en nuestro peculiar mercado. Nunca lo hubiésemos imaginado: ocultar la educación en el currículum para acceder a un empleo de supervivencia.

Safe Creative #1104138965022



miércoles, 6 de abril de 2011

La presentación del desempleado como culpable de su propia situación

Hay un discurso en el que los poderes que se crean en mil materias o en distintos ámbitos tienden a culpar de todo lo negativo al individuo. Con frecuencia el sujeto aislado aparece como culpable y objeto de castigo o sanción. Y, casi siempre, las grandes entidades, que se nos presentan como abstractas, salen impunes se dirija o no el foco hacia ellas. Por ejemplo, en el caso del desempleo se presenta como culpable de su propia situación al parado, que por otra parte es quien más sufre. Inicialmente puede haber un discurso en el que se reconocen factores externos al parado, del tipo: “Eres parado porque la situación es de crisis y muchas empresas se ven obligadas a cerrar o despedir gente”. Pero, superada esta fase, el parado –tratado como sujeto aislado- será presentado como responsable de su propia situación; el discurso se transforma: “Eres parado porque no tienes estudios, porque tu formación ya no vale y te tienes que reciclar, porque no te adaptas a  las demandas del mercado de trabajo, porque no tienes experiencia, porque no tienes mentalidad abierta para cambiarte de ciudad, porque no sabes montar una empresa, porque no sabes ni redactar un currículum…”.
De este modo se enfoca al individuo como culpable y quedan ocultas otras entidades con apariencia de abstractas o difusas, por ejemplo: una economía primitiva basada simplemente en el ladrillo o un sistema que permite que la empresa lleve sus instalaciones a otro lugar más barato dejando sin sustento a comarcas enteras. No se suele culpar, ni mucho menos castigar a los responsables de una economía “ladrillera”,  ni de una economía meramente especulativa que produce poco en la vida real. Como mucho se enfoca a los cargos políticos cuya sanción será perder las elecciones. Pero, como es sabido o nos han inculcado, en el caso de la economía nunca hay culpables porque los mercados conforman una segunda naturaleza cuyas crisis son recibidas como si fuese catástrofes sísmicas que sólo son responsabilidad de un destino fatal.
Todo esto afecta a un modo de pensar y de establecer el poder a través del lenguaje y del enfoque sobre unos u otros actores de la vida social. Alude a un esquema mental que vamos aprendiendo o se va depositando en nosotros. Es otra forma de ejercer el dominio sobre nuestro propio pensamiento y de fijar claramente para quién serán los castigos.

Safe Creative #1104068914879