Llegué en transporte
público a Nuevos Ministerios y caminé por el paseo de la Castellana hasta la
plaza de Emilio Castelar, punto de partida de la cacerolada de Madrid con
motivo de las movilizaciones internacionales convocadas bajo el lema “Global
Noise”. Lo primero que puede constatar es que en la manifestación del 13 de
octubre de este año había menos gente que en la del año pasado, la del 15-O,
cuyo eslogan era “Global Change” y en la que los participantes marcharon sobre
la capital organizados en varias columnas. La movilización madrileña de 2012 ha
atraído a menos gente ¾a pesar de que las consecuencias del saqueo a
los ciudadanos son cada vez más graves¾ quizá por coincidir con el puente del Pilar,
quizá por el hartazgo de tanta protesta. La manifestación ocupó los tres
carriles centrales de bajada ¾contiguos al bulevar¾ de la Castellana, igual que en el paseo de Recoletos y en la calle de Alcalá, permaneciendo el resto de
carriles abiertos al tráfico de vehículos. Los policías, con el casco prendido en
la cintura, caminaban sobre la doble línea continua separando tráfico rodado y
manifestantes.
La ruidosa manifestación
iba encabezada por las siguientes pancartas: “No debemos, no pagamos” y “No
debemos, no pagamos. Auditoría Ciudadana de la Deuda. Desmontando mentiras”. A
las seis de la tarde salió por debajo de la plaza de Emilio Castelar, cerca del
edificio rojizo (situado a la izquierda) que es sede de la Unión Europea en
Madrid, sin incidentes. Recorrió la Castellana pasando por la esquina con la
embajada de Alemania (a la derecha), sin incidentes. Llegó a Colón, dejando a
la derecha la calle de Génova donde está la sede del PP, sin incidentes. Bordeó
la Cibeles, donde está el Ayuntamiento, sin incidentes. Giró hacia la calle de
Alcalá por la derecha y pasó cerca del Banco de España, sin incidentes. Frente
a la Consejería de Educación y el Ministerio de lo mismo, sin incidentes. Por
el número 15 de la calle de Alcalá, con abucheos a una persona conocida a la
que gritaron “culpable” e “hija de puta”. Junto al Ministerio de Hacienda y
Administraciones Públicas custodiado por bastantes furgones y policías, sin
incidentes. Si detallo el recorrido es porque ha habido confusión en torno al
mismo. Basándome en lo que vi, puedo confirmar que el grueso de esta
manifestación no pasó por Neptuno.
A las ocho de la tarde ¾o de la noche porque ya había oscurecido¾
la marcha alcanzó la Puerta del Sol,
plaza que, a pesar de que hace poco se ha remodelado, quieren volver a
“reformar” ¾o sea, “recortar”¾ para impedir que en ella se manifiesten o acampen los descontentos. Una
vez allí, en Sol, los del 15M ¾como suelen hacer¾ se situaron a un lado de la “ballena” (entrada acristalada al tren de
Cercanías), el que mira para la calle de la Montera. Alrededor de las ocho y
cuarto, unos jóvenes lograron encaramarse a la cúpula de la “ballena” y durante
mucho tiempo sujetaron bien extendida esta pancarta: “Deuda odiosa. Referéndum
ya. Soberanía monetaria”. También habían colocado más abajo un cartel en el que
se leía: “ILP. Dación en pago. Stop desahucios”. Los del 15M intentaban leer un
manifiesto o debatir, pero apenas se les oía porque los que iban llegando a la
plaza hacían sonar sus cacerolas, sartenes, silbatos, tambores, vuvuzelas o lo que
tuvieran a mano; por ejemplo: los que no llevaron nada, sacaron las llaves y
las batían en el aire; otros, los
situados al pie de la valla metálica que rodea las obras del que antaño fue el
edificio Tío Pepe, daban con sus palmas golpes sobre el metal.
El ruido no cesaba, al
contrario, aumentaba según hacían entrada en la plaza los participantes y los
diferentes colectivos con sus respectivas pancartas, a saber: ATTAC, Corriente
Roja, Izquierda Anticapitalista, Solfónica 15M, ya@flautoas, y las asambleas
populares de Carabanchel, Alcorcón, Getafe, Malasaña, Moratalaz, Pinto. Cada
vez que entraba un nuevo grupo con sus animadores y su equipo de sonido la
consigna “El pueblo unido jamás será vencido” se voceaba con vehemencia. Cuando
la mayoría de la gente ya había alcanzado la meta se produjo un estruendo
ensordecedor. Todos los cacharros e instrumentos sonaron al mismo tiempo
durante unos minutos. Luego a gritos se coreaba la consigna “No debemos, no pagamos”; bien la voceaban
así, toda seguida, bien de forma interrumpida por dos golpes dados con sus
cacharros, esto es: “No debemos”, tac- tac; “No Pagamos”, tac-tac. Sumergidos en este
estrépito un hombre de unos sesenta años, bien vestido y arreglado, me
pregunta:
¾¿Por qué dicen “No debemos, no pagamos”?
¾Por lo de la deuda ¾contesté escuetamente.
¾¿Qué deuda? ¿La del Gobierno? ¾Vuelve el señor a preguntar.
¾La deuda privada, que la convierten en
pública y estas personas creen que no la debemos pagar ¾respondo dando pistas e intentando no ser pedante.
¾¿La del Gobierno? ¾Vuelve el hombre a insistir.
¾No, la de los bancos, que es deuda privada,
pero que con lo de los rescates se convierte en deuda pública. Los ciudadanos
vamos tener que pagar el dinero que dan a los bancos más los intereses ¾intenté aclararlo un poco más en medio de aquel ruido.
¾¡Ah! ¡Sí! Les han dado dinero; el Gobierno ¾repite el caballero.
¾Es que como la deuda privada se convierte en
pública, la tenemos que pagar entre todos ¾procuro explicar a voces para que me oiga¾. Esta manifestación es porque no queremos pagar esa deuda, la cual
nosotros no hemos provocado, con recortes en sanidad y educación, salarios
bajos, subida de impuestos, desahucios; por eso dicen: “No debemos, no
pagamos”.
¾Pues muchas gracias, pero no te entiendo ¾concluyó el buen hombre y se fue.
La última frase me hundió y
me sentí mal por no haber sabido explicarlo. Con mi primera respuesta ¾“Por lo de la deuda”¾ di por hecho que el hombre se percataría del
tema y en seguida se ubicaría para entender la protesta. Pero no, no se
percató. Luego intenté aclararlo un poco por encima porque en aquellas
circunstancias tan ruidosas y hablando a gritos tampoco me podía explayar.
Pero, nada. Así que eso, descendí a un pozo negro en el que me sentí inútil
total porque aquel señor no me había entendido. Finalmente, después de ir de
acá para allá mirando a la gente con cara de estupefacción, empecé a
relativizar mi culpabilidad. La verdad es que del fondo de mi alma salió algo
que por poco exclamo en voz alta: “¡Joder, es que también el tío, no estar
enterado de nada!” No es que el hombre no se haya enterado solo de lo que
precariamente intenté explicar, es que parecía estar desinformado en general.
Aquel señor no rebatió lo que intenté decir, no me dijo que no estuviera de
acuerdo, es que ignoraba. Es la otra cara del problema, la de los que no se
suman a las protestas porque ignoran. Sin embargo, hay algo incluso peor: los que
no salen a la calle pero no ignoran. Son los que se quejan en las reuniones
familiares, en los corrillos del trabajo, del parque o del bar; los que al
llegar las seis de la tarde de un sábado cualquiera no acuden a las
manifestaciones, con las que están de acuerdo, poniendo las excusas más peregrinas. Me reconforté observando con
respeto y admiración a los que sí estaban, a los que habían subido a la
“ballena”, a los que daban cachiporrazos a las cacerolas. Guardé el cuaderno y
el bolígrafo en el bolso; saqué un vasito de metal y una cuchara de madera y
comencé a hacer ruido con todas mis fuerzas. Mientras tanto, con furia interna ¾o mala leche¾ me decía: “Nueces, lo que todavía sigue
haciendo falta son muchas nueces”.
Otras pancartas
“Ni Merkel ni PPPSOE. €urovilencia No!”
“No, Crisis? Atraco”
“Si quieres ganar, lucha sin descansar”
“Democracia económica”
“Contra los recortes. Su deuda no la pagamos. Izquierda
Anticapitalista”.
“Abajo el régimen. Juventud sin futuro. Viva la lucha del pueblo sin miedo”.
“Dictadura de los banco, No!
“Precari@, no debes nada, te lo deben todo”
“No al desahucio express. Inquilinos indignados”.
“Banka pública”
“Economía real”
“Para salir de la crisis, suspensión de la deuda. Corriente roja”.
“¿Dónde está el dinero de mi educación?”
“¿Crisis? No, estafa y terrorismo de estado”.
“Recortes sí, pero bajo la cabeza y sobre los hombros”
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