Los servicios sociales que llegan a los basurales dependen de la ayuda internacional. La presencia de
la administración del país es mínima. Existe una agencia de la
municipalidad del distrito, pero en su pequeña sede sólo se hacen
trámites burocráticos, poco más. La ayuda internacional procedente de
fundaciones, empresas, ONGs y administraciones europeas y
norteamericanas se canaliza a través de ONGs autóctonas, las cuales no
están gestionadas por personas de los basurales sino por trabajadores de
las clases medias de la gran capital. Estas ONGs tampoco suelen tener
locales en los asentamientos humanos –utilizan casas de particulares, aulas de los colegios-; sus oficinas se ubican en partes más céntricas. En la zona, con miembros procedentes de los asentamientos humanos, apenas hay asociaciones: algunos grupos deportivos, una asociación juvenil sin actividad, una emisora de radio.
Las
ONGs autóctonas atienden diversos asuntos, a saber: alimentación,
microcréditos, educación, desarrollo cultural, formación de adultos. Si
una ONG autóctona consigue bastante financiación internacional puede
diversificar su campo de actuación. Así, existe una ONG autóctona que se ocupa de la erradicación del trabajo infantil, de las mujeres, de los jóvenes, de alternativas de empleo y ecológicas. Todo esto suena muy bien, pero hay
que tener en cuenta que la ayuda internacional va a los basurales ya
bastante mermada, pues una cosa es lo que contemplan los proyectos y
otra lo que se hace sobre el terreno. En esto influye considerablemente
la gestión y el reparto del dinero.
Esta
ONG autóctona tiene una estructura jerárquica de hecho, a pesar de que
se considera una organización democrática abierta. Parece ser que el
cargo de presidente o director puede elegirse, cambiarse,
pero si el jerarca sabe buscar el dinero es posible que se mantenga
durante muchos años en el puesto. En esta ONG autóctona bastantes
sueldos depende de la ayuda internacional: el del jerarca, el de los
socios contratados y el de los trabajadores (asistentes sociales,
psicólogos, educadores, abogados, conserjes, etc.) De esa ayuda
internacional también dependen en gran medida las oficinas situadas en
lugares céntricos de la ciudad y otros recursos (camioneta, ordenadores). Por tanto, la ayuda internacional se divide entre la parte que queda en esta ONG autóctona y la que llega a los basurales, o lo que es lo mismo: el dinero que en forma de sueldos y lugar de trabajo va para las clases medias de la ciudad, y el dinero que en forma de programas o servicios sociales llega a los extremadamente pobres que habitan en los asentamientos humanos de la periferia.
Mediante esta fórmula, la ayuda exterior contribuye al mantenimiento de
la clase media tanto o más que a la eliminación de la pobreza.