El sábado 21 de mayo una multitud acudió a la manifestación antifascista convocada por la plataforma “Madrid para todas” —con el femenino genérico incluyen a hombres y mujeres—, que a partir de las siete de la tarde recorrió las calles del centro desde Atocha (plaza del Emperador Carlos V) hasta la Puerta del Sol, pasando por el Paseo del Prado, Cibeles y Alcalá. Por las redes sociales se la ha llamado “contramanifestación” por considerarla una respuesta a otra marcha prevista en la capital para ese mismo día una hora antes, de signo contrario, es decir, presuntamente neonazi, convocada por Hogar Social Madrid (HSM), anteriormente se autodenominaban Hogar Social Ramiro Ledesma (ideólogo del fascismo español). Este grupo es conocido por repartir comida sólo a personas de nacionalidad española y por el incidente con bengalas, tras los atentados yihadistas de Bruselas, en torno a la mezquita de la M-30; en una pasarela próxima una pancarta con su logotipo decía “Hoy Bruselas ¿mañana Madrid?” Además, HSM ha sido expulsado de los espacios que ocupó en Tetuán y Chamberí, distritos en los que se han realizado protestas contra el racismo y la xenofobia para mostrar rechazo a sus actividades. Su ocupación más reciente es la vieja sede del NO-DO en la calle de Joaquín Costa.
El Ayuntamiento de Madrid, según elpais.com, había pedido por carta a la Delegación del Gobierno que impidiese la celebración de la manifestación de la ultraderecha, o que la disolviera tan pronto como se produjeran delitos de odio. El Ayuntamiento en su misiva indicó que esta marcha se encuadra dentro de las movilizaciones que otros grupos de la extrema derecha (por ejemplo, Casa Pound en Italia o Amanecer Dorado en Grecia) tenían planeado celebrar el día 21 de mayo en varias ciudades europeas. Esta no ha sido la única solicitud a la Delegación del Gobierno, elpais.com añade que la Red Española de Inmigración y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado pidieron que se revisara de oficio la autorización de la manifestación. A pesar de estas peticiones, la Delegación del Gobierno (Partido Popular), con Concepción Dancausa a la cabeza, permitió la marcha del HSM; de esta manera —quizá sin pretenderlo— puso a competir al mismo nivel las dos opciones, como si luchar contra el fascismo fuese lo mismo que defenderlo o justificarlo, cuando en realidad son opuestas y excluyentes, por tanto, una de ellas no tiene cabida en democracia. El resultado de esta competición fue favorable para “Madrid para todas”, que tuvo más capacidad de convocatoria atrayendo una multitud de manifestantes. Su protesta se desarrolló en un ambiente distendido y pacífico; en su trayecto se pudieron observar diversas edades, razas y procedencias, y variedad de banderas y mensajes. La marcha de la ultraderecha salió de la plaza de España hasta la plaza del Dos de Mayo, fue escasamente secundada, increpada durante su recorrido y, al terminar, abucheada en Malasaña.
Madrid, plural y solidaria
La marcha antifascista arrancó coreando las emblemáticas proclamas “Madrid será la tumba del fascismo” y “¡No, no, no pasarán!” La pancarta, los altavoces y las banderolas de la cabecera eran llevados por chicos y chicas de raza blanca y negra. La pancarta de fondo blanco estaba escrita en rosa y negro y llevaba estampadas las dos banderas del símbolo antifascista en esos mismos colores, en lugar de la combinación clásica en rojo y negro. El texto de esta pancarta principal indica cómo se quiere la ciudad: “Madrid para todas. Madrid no es hogar de nazis”. Por un lado, una ciudad acogedora, “para todas”; por otro, excluyente, “no es hogar de nazis”; esto último en alusión indirecta al HSM. Esta pancarta de cabecera sintetiza perfectamente la tónica de las reivindicaciones que aparecen en otras pancartas, en los mensajes orales y en el manifiesto leído en la Puerta del Sol al finalizar la protesta, pues gran parte de ellos indican a qué ciudad se aspira, señalando quien tiene cabida en ella y quien no. Así los manifestantes reivindican una ciudad acogedora y solidaria con los inmigrantes y los refugiados (por tanto, gentes de otras razas y religiones), o sea, los sectores que son presuntamente rechazados o excluidos por la ultraderecha. HSM en su pancarta principal decía “Defiende España, defiende a tu gente”, y dos de sus consignas voceadas eran “Españoles, sí; refugiados, no” y “Ayudas sociales para los nacionales”. La marcha antifascista mostró su apoyo a los migrantes con estos mensajes: “Madrid por unas aulas diversas” (pancarta); “Madrid contra el racismo” (pancarta); “Madrid para todas las inmigrantes” (pancarta); “Pateras, naufraga la humanidad” (pancarta); “Refugees welcome” (pancarta); “No a los Euroguantánamos” (pancarta); “La ONU suspende a España en racismo” (pancarta); “Papeles para todas o todas sin papeles” (voz); “Ningún ser humano es ilegal” (voz); “Nativa o extranjera, la misma clase obrera” (voz).
La lucha antifascista incluye acabar con las violencias machistas y las agresiones contra las personas cuya condición sexual pertenece al colectivo LGTBI. El manifiesto leído en Sol al respecto dice: “Reivindicamos un Madrid donde no existan las agresiones a las personas según su género o su condición sexual, un Madrid donde homosexuales y transexuales puedan salir a la calle sin temor a ser apalizadas”. En la marcha se pudieron contar al menos siete banderas arcoíris y en una gran pancarta ponía “Madrid contra la homofobia y la transfobia”. Contra el machismo se coreó “Nos tocan a una, nos tocan a todas”; “Patriarcado y capital, alianza criminal”; “La lucha será feminista o no será”. Una pancarta reclamaba “Madrid para todas las mujeres”.
En el manifiesto para englobar todas las reivindicaciones (sin racismo, sin violencias machistas, sin homofobia, etc.) se proclama un “Madrid libre de cualquier discriminación”. Durante su lectura también se señaló que la manifestación nace para reivindicar una ciudad plural e intercultural “donde todas convivamos, donde aprendamos unas de otras y donde seamos solidarias”. Agrega: “Un Madrid donde las personas migrantes tengan espacio para vivir, donde cualquiera sea aceptada sin importar su lugar de procedencia, su cultura o el concepto que se haya tenido de ella a lo largo de la historia”.
Los mensajes clásicos que relacionan el antifascismo con la lucha de la clase obrera también afloraron durante la protesta. Una pancarta, en femenino genérico a semejanza de otras, decía “Madrid para todas las obreras”; y otra, “Fascismo y racismo, armas del capitalismo”. Se coreó “Así, así, ni un paso atrás, contra el fascismo, lucha popular”. En consecuencia, otro asunto que atañe a las exigencias antifascistas es combatir la represión actual contra las personas que luchan. En la protesta se voceó “Libertad, detenidos por luchar” y se pidió en concreto para Alfon (Alfonso Fernández Ortega, detenido tras huelga general del 14 de noviembre de 2012), Nahuel (Juan Manuel Bustamante Vergara, activista del colectivo Straight Edge Madrid) y Andrés Bódalo (concejal de Jaén en Común y sindicalista). Los compañeros de este último del SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores), que apoyan una huelga de hambre en Madrid para reclamar su libertad, llevaban pequeñas pancartas en las que exigían “Amnistía” y uno de ellos, Oscar Reina, intervino tras la lectura del manifiesto para animar la lucha antifascista recitando un poema de Rafael Alberti.
En la marcha del HMS se portaron banderas rojigualdas, mientras que en la de “Madrid para todas” ondearon las republicanas, las arcoíris y las banderolas de un solo color típicas antifascistas en rojo y negro, pero también en rosa. Además, había un grupo con banderas de Palestina y se voceó “Viva la lucha del pueblo palestino” e “Intifada”; el antifascismo madrileño acogió la lucha de los pueblos oprimidos.
Fuera fascistas de Madrid
Como en la conocida canción “La Muralla” que se abre y se cierra según quien venga, a la hora de definir la ciudad los antifascistas expresan lo que desean que haya dentro, pero también señalan lo que debe permanecer fuera: el fascismo en todas sus formas. Este se caracteriza principalmente por la violencia, una pancarta gráficamente lo muestra: “Fascismo = crimen”. Se gritó “Hogar social, hogar criminal”. Como es habitual en estas protestas se dijo “Vosotros fascistas, sois los terroristas”. Los ataques violentos fueron rechazados en el manifiesto con crudas palabras: “Reivindicamos un Madrid donde las personas salgan a la calle sin miedo a ser perseguidas por grupos de neonazis armados”. Conforme a lo gritado en la protesta, a los fascistas no se les quiere ni en Madrid ni en los pueblos: “Fuera fascistas de nuestros barrios”; “Fuera fascistas de la sierra”. Se cantó “No, no, nazis no, nazis no” y en las pequeñas pancartas figuraban esvásticas tachadas.
El rechazo al fascismo traspasa los límites de la ciudad y a quienes lo profesan o amparan se les quiere echar de todas partes. Un cartel en la valla que bordea la estatua ecuestre de Carlos III en Sol rezaba: “Fuera franquistas y sus herederos de las instituciones, el Gobierno y el callejero”. Una pancarta exhibía un mensaje que traspasa fronteras: “De Madrid a Roma, solidaridad antifascista. CasaPound not welcome”.
Madrid como ejemplo histórico de resistencia al fascismo
Un buen número de pancartas comenzaban con la palabra “Madrid”, como la propia pancarta de la cabecera que contenía dos frases y las dos empezaban con el nombre de la ciudad: “Madrid para todas. Madrid no es hogar de nazis”. Otros ejemplos: “Madrid por unas aulas diversas”; “Madrid contra la represión”; “Madrid contra el racismo”; “Madrid para todas las obreras”; “Madrid para todas las inmigrantes”; “Madrid para todas las mujeres”; “Madrid contra la homofobia y la transfobia”. Al colocar el nombre de la ciudad en primer lugar emulan la emblemática frase “Madrid será la tumba del fascismo”, que, siempre junto a “No Pasarán”, fueron los lemas más coreados a lo largo de la marcha; y, además, con todo ello evocan la heroica historia de resistencia al fascismo de la ciudad. En esta misma idea redundó la pancarta desplegada en horizontal, debido a su enorme tamaño, que fue extendida en el suelo de la Puerta del Sol y a cuyo alrededor se colocaron los concurrentes durante la lectura del manifiesto. En ella se veía la imagen de un oso pintado en rosa (color predominante en la protesta) rompiendo una esvástica. El oso y el madroño son símbolos de la ciudad. El oso, la parte animada del símbolo madrileño, destruye el símbolo nazi. Las y los manifestantes, entre quienes había muchas y muchos jóvenes, al decir o escribir “Madrid” no sólo admiran su cultura de resistencia al fascismo, sino que la retoman con orgullo. Hablan en nombre de Madrid para honrar su memoria y, al mismo tiempo, siguen construyendo su identidad de ciudad antifascista.
Sin violencia
Desde algunos medios de comunicación se ha calificado de ultraizquierda a la manifestación antifascista, insinuando su carácter radical o incluso violento, con la intención de desprestigiarla y equipararla con los neonazis; sin embargo la marcha desde Atocha hasta Sol demostró que se puede luchar contra el fascismo sin recurrir a la violencia. Un joven mostraba al respecto este cartel: “No somos violentos. Somos la verdad que duele”. La protesta transcurrió de manera pacífica, rodeada por un gran despliegue de la Policía Nacional. Internamente estaba vigilada por el equipo de seguridad de los propios manifestantes, que en esta ocasión lucían un brazalete rosa; como suelen hacer, se situaron en los laterales, bordeando el grueso de la marcha de modo que avanzase como un bloque protegido. La misma misión parecía tener la ubicación de las grandes pancartas, que no se llevaban de frente ni en lo alto, sino abajo y en los laterales de la marcha. Sólo la pancarta de la cabecera seguía el ritual tradicional e iba colocada mirando al frente al principio del conjunto. A pesar de todas las medidas que cercaban la protesta, al ser masiva y la caminata tan larga, había gente que de vez en cuando salía y entraba en el bloque de congregados, o salía para continuar el trayecto más holgadamente por las aceras.
Como dato curioso cabe destacar que la mayoría de las pancartas llevaban escrita su reivindicación o consigna sin el nombre ni el logotipo de ningún colectivo que suscriba, lo cual no es muy habitual. De esta forma daban preeminencia al mensaje, aunque ocultar el nombre también contribuye a la seguridad.
El ambiente de la protesta entre tanta vigilancia no fue exactamente festivo, aunque tampoco muy tenso. No había grandes batucadas, pero sí agrupamientos animados por algunos tambores. En Cibeles parte de los asistentes se detuvieron para ver y fotografiar una exhibición de humo con los colores del arcoíris. Entre los participantes en la protesta había gente de todas las edades, aunque destacaba el número de jóvenes. El carácter tranquilo de la marcha facilitó la participación de personas en sillas de ruedas y familias con bebés; un grupo de estas últimas con sus carricoches iba en la parte trasera donde también se habían situado unos cuantos ciclistas.
Algunos grupos de manifestantes proferían consignas radicales contra los nazis y la policía. Estos mensajes extremos convivían con otros más moderados sin incidentes. Cuando desde la zona delantera se entonaba el cántico “Arriba, arriba, arriba / arriba, todas a luchar /que en los barrios se prepara (2) / pim, pam, pum, la revolución”, los grupos que preferían la versión más radical la coreaban con vehemencia. En algunos tramos de la marcha y al finalizar se oyeron frases en recuerdo de los jóvenes fallecidos tras ataques de los fascistas, como “Carlos, hermano, nosotros no olvidamos”, en memoria de Carlos Palomino. Igualmente se recordó a Richard (Ricardo Rodríguez García), atacado en Alcorcón; precisamente el 21 de mayo fue el vigésimo primer aniversario de su fallecimiento.
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