Extendida sobre el suelo de la Puerta del Sol, la silueta recortada en tela roja de una botella de Coca-Cola en la que se lee “Coca-Cola nos quita la vida”; de la boca de la botella sale otra tira de tela roja que simboliza un “río de sangre”; sobre él siete mujeres vestidas de rojo (camiseta, gorra) y con los brazos, las piernas y las manos embadurnados del mismo color van cayendo una tras otra, después de llevarse las manos a la cara para expresar terror o pánico, al tiempo que el orador pronuncia frases desoladoras: “¡Tú, tu marido está despedido!”; “¡Tú, vas a conocer la angustia de no saber si podrás dar de comer a tus hijos!”; “¡Tú, mirarás con miedo e incertidumbre el futuro!”; “¡Olvidaos de soñar!” Seguidamente cambia el sentido del discurso y las exhorta a levantarse: “Esto es lo que la empresa quiere para nosotros, pero nosotros decimos que no, no lo van a conseguir, no dejaremos de soñar y no dejaremos de luchar porque nos levantaremos hasta la victoria”. Las mujeres en pie y toda la concurrencia vocean repetidamente “¡Ni un paso atrás!” Las mujeres de los trabajadores de Coca-Cola en Lucha, las espartanas de Coca-Cola (la marca aparece tachada en sus camisetas), realizaron la actuación sobre el “río de sangre” antes de comenzar la manifestación del 17 de julio de 2015, que transcurrió por las calles del centro de Madrid, desde la Puerta del Sol hasta la plaza de Santa Ana, donde se repitió la performance. Esta marcha de las trabajadoras y los trabajadores de Coca-Cola tiene lugar después de dieciocho meses de movilizaciones y tras varias sentencias ganadas en los tribunales. El pasado mes de abril el Tribunal Supremo confirmó la nulidad del ERE de Coca-Cola —se vulneró el derecho a huelga de la plantilla—, ratificando la decisión de la Audiencia Nacional que ya con anterioridad invalidó el despido colectivo. El 13 de julio la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional dio tres días de plazo a Coca-Cola Iberian Partners para comunicar a los despedidos su readmisión en el puesto de trabajo y sus condiciones de empleo. En la protesta, convocada por CC OO, también participaron Los ocho de Airbus, se trata de trabajadores para los que se piden penas de cárcel —ocho años y tres meses para cada uno— por los incidentes de la huelga general del 29 de septiembre de 2010.
Recorrido por las calles del centro
La actuación de las mujeres comenzó a las siete y media de la tarde. A pesar de que la sombra iba ganando terreno al sol, a esa hora el calor seguía siendo agobiante. La plaza estaba bastante concurrida y varias escenas llamaban la atención de los turistas y paseantes. Como siempre estaban los mariachis, las estatuas vivientes, los disfrazados de personajes infantiles; además, ya hace unos días en la Puerta del Sol permanecen los acampados contra las leyes mordaza (Ley de Seguridad Ciudadana, Código Penal y Pacto Antiterrorista). Están situados a un lado del “caballo” —estatua ecuestre de Carlos III—, y aquella tarde a aquella hora habían colocado sobre el suelo dos sombrillas, dos paraguas y pancartas de diferentes tamaños y variados mensajes, a saber: “¿Os habéis enterado del nuevo cambio de hora? El pasado 1 de julio a las 00:00 atrasamos nuestro reloj 50 años”; “Acampada Mordaza apoya luchas unificadas”; “Declaraciones del juez Vidal: ‘la desobediencia civil no es delito, es una forma de protesta’”. Mientras las espartanas se preparaban para la actuación, las pocas personas que había acampadas se pusieron de pie y a voces les mostraron su solidaridad: “La Acampada Mordaza no consume Coca-Cola”; “Contra su represión, nuestra solidaridad”; “No estamos solas, faltan las presas”. Por supuesto, en la plaza y durante la protesta se voceó la consigna que las espartanas y los espartanos han acuñado contra esa ley que también rechazan: “La ley mordaza para su puta madre”.
A las ocho los manifestantes iniciaron su andadura por la Puerta del Sol en dirección a la calle de la Montera. La pancarta de cabecera reza: “No al cierre de Coca-Cola Fuenlabrada. No bebas Coca-Cola. CC OOO”. Contiene la principal reivindicación de los trabajadores, pues, además del cumplimiento de las sentencias, exigen que la fábrica de Fuenlabrada no se cierre como centro de producción; para ello mantienen un campamento permanente – llamado Campamento de la Dignidad—cerca de la propia fábrica en el que los trabajadores vigilan para que no se desmantele. Como forma de presión plantean el boicot a los productos de la multinacional y en la protesta pidieron la solidaridad de los ciudadanos de la Comunidad de Madrid y del resto de España con diferentes proclamas, por ejemplo: “Si Madrid no fabrica, Madrid no consume”; “España no mola si bebe Coca-Cola”; “Después de dieciocho meses Coca-Cola sólo entiende un lenguaje: boicot, huelga y sabotaje”. Entre las consignas coreadas sobre la victoria en los tribunales y la readmisión estaban estas: “Que sí (3), que hemos ganado cinco sentencias y nos tienen que readmitir”; “Este ERE ha salido nulo y al que no le guste que le den por culo”.
La marcha transcurrió pacíficamente por calles estrechas y abarrotadas; una lechera de la Policía Nacional guiaba su paso entre las terrazas y los clientes de los comercios del centro. Las Juventudes Comunistas acudieron a la convocatoria con una pancarta que decía “Cumplimiento de la sentencia, ya”. También estaban presentes los del Sindicato de Estudiantes con este texto: “Coca-Cola despide a 1.250 trabajadores teniendo 920.000.000 € de beneficios. No bebas Coca-Cola”. Sin embargo, en esta marcha, más que los colectivos y los emblemas, lo que destacaba era la presencia de familias, de madres y padres con sus niñas y niños de todas las edades. Los más pequeños llevaban globos rojos en los que también se apelaba al boicot; unos globos que a lo largo de la marcha se repartieron entre los retoños de los transeúntes. La caminata fue amena y en ocasiones divertida. De vez en cuando se pronunciaban mensajes en inglés para informar a los turistas y solicitar su colaboración en el boicot: “Don’t drink Coca-Cola”. Durante el trayecto, ante el micrófono, se imitó la voz de Rajoy gritando las reivindicaciones.
Cuando la marcha alcanzó la calle de Preciados se detuvo y desde el micrófono se agradeció el apoyo de los madrileños que no han consumido los productos de la multinacional. Los asistentes continuaron su recorrido por las calles Arenal, Fuentes y Mayor. Al llegar a la travesía de Bringas, antes de la angosta calle de Ciudad Rodrigo, hubo un ligero incidente con unos jóvenes ajenos a la marcha que la policía resolvió en pocos minutos, alejándolos de la protesta.
El ambiente distendido de la manifestación no impidió que se lanzasen mensajes realmente duros y acusadores contra la multinacional; se gritó: “Coca-Cola coacciona y extorsiona”; “Coca-Cola, terrorista empresarial”; “Multinacional corrupta y mafiosa”. Una pancarta ponía en evidencia sus emblemas publicitarios: “Sensación de vivir, la chispa de la vida, la fábrica de la felicidad. Hipócritas, mentirosos”. Otra denunciaba su actitud ante los ciudadanos y la ley: “Coca-Cola se ríe de mí, de ti, de la justicia”.
Al Gobierno y al PP se dedicaron también una gran parte de los mensajes que se oían a través del micrófono. Se aseveró que España no es una democracia, es una dictadura del PP y de los hijos del franquismo”. Los cánticos de máximo rechazo se dirigían al presidente Rajoy y a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, por la reforma laboral. Y como tantas veces cantando se advirtió. “Si quieres trabajar, si quieres estudiar, no hay que votar al Partido Popular”.
El “río de sangre”
A las nueve la marcha atraviesa la plaza Mayor, donde se vuelven a pronunciar los mensajes en inglés para que los turistas que la visitan entiendan los motivos de la protesta. Después avanza tranquilamente por la plaza de la Provincia y Jacinto Benavente, y a las nueve y media alcanza su punto final en la plaza de Santa Ana, donde llama la atención de las personas que disfrutan de las grandes terrazas de los restaurantes de la zona provocando algunos aplausos. Se va a repetir la actuación de las mujeres que ahora son nueve —en Sol eran siete—, y vuelven a extender las telas rojas por el suelo: la silueta de la botella de Coca-Cola de la que mana un río de sangre. Alrededor de las telas se esparce más sangre simbólica (pintura). Una voz masculina vigorosa declama el discurso que acompaña a la representación. El relato transmite el cambio que han sentido los trabajadores respecto a la empresa. La han percibido como si fuera suya, “nuestra empresa, nuestra gran empresa”, aseguran que la han defendido “orgullosos”, y además: “Nos hemos dedicado a ella al cien por cien, en cuerpo y alma”. Pero “de la noche a la mañana” la chispa de la vida” se convirtió para ellos en la “chispa de la tristeza”. El discurso anticipa lo que las mujeres de los trabajadores van a mostrar, lo que han significado estos dieciocho meses “difíciles, tristes y amargos”. En ellos han sentido miedo, angustia, e impotencia, pero también la fuerza de la solidaridad, pues han demostrado “al mundo entero que sí se puede, que con la unión y la fuerza pueden vencer todas las injusticias”. Añade que no se van a rendir hasta abrir “nuestra fábrica de Fuenlabrada y tener un plan de futuro para nuestras familias, nuestros hijos”.
En el discurso simbólico de la performance, las mujeres comienzan a caer en el “río de sangre” cuando el narrador, que ahora es ficticiamente la voz de la empresa, se dirige a ellas individualmente, tuteándolas y anunciándoles un panorama desolador, por ejemplo: “¡Tú, tu marido está despedido!”; “¡Tú, no vas a pagar la hipoteca!”; “¡Tú, vas a conocer la angustia de no saber si podrás dar de comer a tus hijos!”; “¡Tú, vas a ver deteriorarse la salud de los tuyos!”; ““¡Tú, mirarás con miedo e incertidumbre el futuro!”; “¡Olvidaos de soñar!” El “río de sangre” simboliza la violencia de los despidos. Las empresas con sus decisiones de dejar a la gente en la calle crean situaciones dramáticas en las familias. La escenificación pone de manifiesto como para estos trabajadores existe un fuerte vínculo entre el empleo y el desarrollo de la vida y la protección de la familia. Ese vínculo lo rompen los despidos. Es un río, es decir, las sangres de muchas familias representadas por las mujeres puede ser la sangre de una comunidad. Y es también la sangre de los hijos, donde se proyecta el futuro. El orador continúa: “Esto es lo que la empresa quiere para nosotros, pero le decimos que no, no lo van a conseguir, no dejaremos de soñar y no dejaremos de luchar porque nos levantaremos hasta la victoria”. Las mujeres se levantan y junto a todos los reunidos exclaman varias veces: “¡Ni un paso atrás!”. La “chispa de la vida” es un eslogan publicitario, la vida de verdad la custodian las espartanas en pie sobre el “río de sangre”.
Ejemplo de lucha
En los discursos finales que siguieron a la actuación de las mujeres intervinieron el secretario general de CC OO en Madrid, Jaime Cedrún, una eurodiputada de Izquierda Unida y una diputada de la Asamblea de Madrid de Podemos, que coincidieron en el reconocimiento expreso de la lucha de los trabajadores de Coca-Cola, de los que se dijo que eran ejemplo para los demás. También se les agradeció su participación en otras luchas sociales. Después intervino uno de los compañeros de Los ocho de Airbus que insistió en la gratitud: “Gracias por acoger nuestra pelea en vuestra pelea”. Agregó que después de una lucha colectiva ahora tienen una lucha individual, ya que se enfrentan a penas de cárcel. Dijo: “Defendemos el derecho de huelga”. Los presentes les ofrecieron su apoyo gritando “Libertad, detenidos por luchar”.
Llamamiento: “No dejéis a nuestros hijos y mujeres solos”
Un trabajador de Coca-Cola que tomó la palabra se refirió al último auto “favorable”, al del 13 de julio, con el que la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional ejecuta la sentencia del Tribunal Supremo. Estimó que lo importante es “la readmisión en nuestros puestos de trabajo”. Añadió que “garantiza que la fábrica de Fuenlabrada se va abrir” y que “la admisión regular va a llegar”. Explicó que a partir del 3 de agosto la empresa les dará un curso de formación de siete días y después vacaciones forzosas. Indicó que no quieren su dinero, sino las vacaciones legales, las que están en su convenio colectivo. La formación será a 30 kilómetros de sus domicilios, “lejos del campamento, para que esté desprotegido”. Según el trabajador, quieren acabar con el campamento. Por eso mientras dure la formación sus mujeres e hijos se encargarán de protegerlo. Temiendo que en su ausencia desalojen a las familias realizó un llamamiento a la sociedad: “No dejéis a nuestros hijos y mujeres solos”.
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