Vuelve el otoño y con él una marea blanca masiva en defensa de la sanidad pública madrileña. En realidad, la marea blanca ha permanecido en estado latente durante el caluroso verano, o sea, no se ha ido del todo sino que se han realizado manifestaciones, aunque menos numerosas, estos tres meses: el 23 de junio, desde Sol a la Puerta de Alcalá; el 21 de julio, temprano, a las 10 de la mañana para abrazar la Puerta de Alcalá; y el 18 de agosto, una concentración frente al Ministerio de Sanidad. La marea del 22 de septiembre¾las manifestaciones se suelen convocar el tercer domingo de cada mes¾ congregó, de forma similar a las celebradas en el otoño y el invierno, a miles de personas que a mediodía salieron de Neptuno y fueron llegando a la Puerta del Sol hasta pasadas las dos de la tarde. Los movimientos de la resistencia madrileña acudieron a la marcha, convocada por la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública de Madrid (MEDSAP), a pesar del éxito parcial obtenido con la paralización cautelar del proceso de privatización de la gestión de seis hospitales por parte del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. La marea blanca no se conforma con este logro transitorio y arremete contra el consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, con fuertes y broncas palabras pronunciadas a gritos: “Lasquetty, dimisión, por fascista y por cabrón”. Durante la protesta queda claro que este responsable político no goza del respeto de los participantes; la mofa contra él se desborda: “Lasquetty es un vampiro y nos quiere chupar la sangre. Que nos la chupe, que nos la chupe”. El desprecio, las descalificaciones y el insulto no se queda únicamente en este consejero ni en los gobernantes de la Comunidad de Madrid, sino que se extienden otra vez más al Gobierno de la nación con un eslogan de similar construcción: “Gobierno, dimisión, por corrupto y por cabrón”. El presidente Rajoy tampoco se libra” Mariano, cabrón, suelta la tijera, más que presidente pareces peluquera”. El consejero, “fascista”; el Gobierno, “corrupto”; y el despectivo “cabrón” para todos, que, según la RAE, es aquel “que hace cabronadas”, siendo estas últimas una “mala pasada, acción malintencionada o indigna contra otros”. Estos son los calificativos que utiliza la resistencia madrileña, aunque en las crónicas de las protestas en los medios de comunicación masivos se obvie este discurso malsonante y totalmente desfavorable, en el que los que nos gobiernan son considerados antidemócratas o/y delincuentes tal y como resume esta otra frase: “Este sistema no es una democracia, este sistema es una mafia”.
Por la sanidad y por todo lo demás
En la marea blanca del pasado domingo los grupos que acudieron no eran solo del sector sanitario, ni siquiera los temas que se denunciaban o reivindicaban estaban únicamente relacionados con la sanidad pública. La variedad de colectivos, ciudadanos y temas que allí concurrieron son de difícil ajuste con las palabras del consejero de Presidencia, Justicia y portavoz del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Salvador Victoria, quien para descalificar la protesta ha declarado ante los medios que en la marea blanca solo hay manifestantes que defienden sus “intereses corporativos”. Por supuesto que a través de sus banderolas mostraron su presencia CSI-F, SATSE, AMYTS, CC OO y otros grupos pertenecientes a la organización convocante; aunque lo que más abundaba eran las pancartas con los nombres de los diferentes hospitales y centros de salud portadas por trabajadores y pacientes; en la mayor parte de ellas el lema era el mismo, el que se ha convertido en característico de esta protesta: “La sanidad pública no se vende, se defiende”. Asistieron tanto los defensores de los hospitales nuevos objeto de privatización como los de los más grandes y emblemáticos de la Comunidad de Madrid: Infanta Sofía, Infanta Cristina, Infanta Leonor, Henares, Tajo, Getafe, Cruz Roja, La Paz, Puerta de Hierro, La Princesa, Niño Jesús, Móstoles, Ramón y Cajal, Virgen de la Torre, Santa Cristina, etc. A lo largo de la marcha también se vieron ondear las banderolas de Izquierda Unida Madrid y Equo y las de otros colectivos políticos y sindicales minoritarios: Izquierda Anticapitalista, Corriente Roja, Co.bas (Comisiones de Base), Partido Castellano, Comité de Empresa UPS Vallecas. Las asociaciones vecinales y sociales, como otras tantas veces, formaron parte de la marea blanca, por ejemplo: Coordinadora de Asociaciones de Vecinos del Distrito de San Blas, Frente Cívico de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes, Plataforma Ciudadana Zona Norte, Coordinadora 25-S, COGAM, Mayores del 15-M, la Plataforma de Inmigrantes (PIM) que llevaba una pancarta en la que se decía: “Llevamos un año sin sanidad universal. Exigimos derogación RDL 16/2012”.
Los temas de las consignas y pancartas, como ya se ha indicado, hacían referencia a la sanidad pública pero también a los derechos laborales, la educación, otros servicios públicos, las pensiones, el desempleo, la corrupción, la deuda, la pobreza. En cuanto a los temas sanitarios, en la marea blanca se rechaza la concepción de la sanidad como un negocio y en este sentido se escucharon y leyeron lemas como estos: “Fuera las empresas de la sanidad”; “No a la gestión privada en atención primaria”; “Burbuja hospitalaria. Privatización, no”; “¡Es un derecho, no un negocio!”; “Hospital privado, hospital robado”. Con la misma idea se dirigían las pancartas a Hima San Pablo, la empresa puertorriqueña cuyo presidente, Joaquín Rodríguez, en una entrevista en a la cadena SER admitió que le interesaba hacer turismo sanitario, de ahí que sobre una pancarta se vislumbre una playa idílica en la que un tiburón se come la sanidad pública mientras un buitre posa sobre una tabla de surf. En otra pancarta se leía: “Sanidad 100% pública. Hima S. Pablo, no te queremos”, y es que Rodríguez en esa misma entrevista declaró: “Ir a un sitio donde a uno no le quieren no es bueno”. Había pancartas que hacían alusión a conflictos laborales, como la de las limpiadoras del hospital de Getafe en la que denunciaban su situación: “Que nuestro grito sea vuestra vergüenza. Contra el despido de 64 interinas y contratadas del Hospital Universitario de Getafe”. Sobre los temas no estrictamente relacionados con la sanidad pública cabe mencionar el de las pensiones, como se vio en las camisetas y pancartas que exhibían los manifestantes de avanzada edad: “Los mayores en lucha por nuestros derechos: pensiones, sanidad, dependencia”; “15-M en defensa de nuestras pensiones”. La sanidad, la educación, otros servicios públicos y el empleo son temas que pueden aparecer juntos en varios lemas, por ejemplo: “No a los recortes y privatizaciones, Sí a la sanidad y los servicios públicos”; “¡Cómo no te voy a odiar, Mariano, si nos quitas el trabajo, la educación y la sanidad”. Una letrero pegado en la espalda de varios manifestantes mostraba su visión particular sobre el gran emblema de este Gobierno: “Marca España: pobreza, paro, suicidios, desahucios”. Al igual que en o tras recientes protestas se sigue rechazando la corrupción y exigiendo castigo para los que se considera culpables: “Los queremos en Soto del Real, como a Díaz Ferrán”. Los temas se extienden más allá de las propias fronteras y se pide la suspensión del pago de la deuda y la no dependencia de Alemania: “No queremos, no nos da la gana, ser una colonia de la banca alemana”. Sobre las autoridades gobernantes no hay simple desafecto, sino rechazo absoluto: “Pueblo de Madrid, movilízate, a estos sinvergüenzas párales los pies”; “Que se vayan, se vayan, se vayan / que se vayan de una puta vez, / que se vayan, se vayan, se vayan / que se vayan para no volver”. Todo esto viene a demostrar que una gran parte de la gente que se moviliza lo hace por una serie de temas o contra una política determinada, esto es, contra el conjunto de medidas que se toman con pretexto de la supuesta crisis y que, sin embargo, se considera que pertenecen a una ideología que solo salvaguarda los intereses de las élites económicas y financieras. Así pues, se puede decir que, como en otras movilizaciones de los últimos tres años, la marea blanca está aglutinando no solo a los defensores del sistema sanitario público, sino también a un creciente movimiento de resistencia más general.
Siempre pacífica y festiva
Algunos medios de comunicación y representantes políticos de la oposición han destacado de esta última marea blanca su carácter lúdico y alegre, y lo han achacado a la paralización del proceso privatizador ante los tribunales, pero en el ambiente de esta protesta no había nada especialmente diferenciador respecto a otras mareas precedentes, en otras palabas: la marea blanca siempre ha sido pacífica y festiva. Las orquestillas, las batucadas y la actuación de la Solfónica son ya habituales. La música y el baile son parte de las armas de este movimiento, que no faltaron siquiera en la pequeña concentración que tuvo lugar ante el Ministerio de Sanidad en pleno período vacacional, el 18 de agosto: La Solfónica fue elemento cohesivo y alentador en aquella protesta. En la marea de septiembre el ritmo lo marcaron los tambores hechos con papeleras boca abajo que suelen acompañar a las pancartas del hospital La Paz, también los equipos de sonido de los distintos colectivos que lo mismo inventaban cánticos para la ocasión que se lanzaban a entonar conocidas canciones protesta como el Canto a la Libertad de Labordeta. La Charanga de Palomeras Bajas animó a los que estaban en la parte trasera y consiguió que entrasen en Sol coreando “Sí se puede” y “El pueblo unido jamás será vencido” a ritmo de baile. Y, como es casi costumbre, al final de la marcha la Solfónica se situó a un lado de la “ballena” (entrada acristalada del tren de Cercanías) para entonar parte de su repertorio rodeada de gente. El ambiente de la marea blanca fue tan tranquilo que ni siquiera había furgones policiales¾como en otras ocasiones¾ tapando la fachada del Ministerio de Economía y Administraciones Públicas en la calle de Alcalá; tan solo cinco agentes uniformados estaban apostados en la puerta con el casco en la cintura.
La marea blanca del 23 de junio expulsa al MSR al grito de “Nazis fuera”
El carácter pacífico de la marea blanca no impide la contundencia con lo que no se debe tolerar de ninguna manera, sobre todo con los grupos que ellos consideranxenófobos o fascistas. En la pasada manifestación del 23 de junio, la de recorrido “inverso” (desde Sol a la Puerta de Alcalá), y en la que se tiraron por toda la Puerta del Sol las papeletas de la consulta a favor de la sanidad pública, hubo un incidente que poco ha sido relatado por los medios de comunicación masivos: varios jóvenes del MSR (Movimiento Social Republicano) se sumaron a la marcha con sus banderolas de fondo negro y banderas españolas rojigualdas. (En las movilizaciones de la resistencia madrileña solo se exhiben banderas españolas republicanas). A pesar de que los del MSR coreaban las consignas “Sanidad pública”, “Nuestra sanidad no se toca” o “El pueblo unido jamás será vencido”, la mayoría de las personas que estaban próximas a ellos no consentían su presencia y los gritos de “Fuera fachas” y “Vosotros, fascistas, sois los terroristas” fueron cada vez más intensos. A la altura de la estación de metro Sevilla un grupo de manifestantes enlazó sus manos para hacer una barrera que impidiese el enfrentamiento físico; aún así los ánimos se iban enfureciendo: “Esto se está calentando”; “Que se va a liar”. Las banderas republicanas acorralaban más de cerca a las rojigualdas, y ya era muy insistente el “Nazis fuera”. Por fin, cerca de la confluencia con la Gran Vía, la Policía Nacional rodeó a los del MSR y los sacó de la marcha. Desde la marea blanca aplaudieron, habían logrado echarlos sin que se desatara la violencia.
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