Hace semanas que comenzó la vacunación contra la gripe A para los grupos de riesgo, pero no se ha producido una avalancha a la hora de inyectarse, más bien lo contrario. "Tengo asma pero no me vacunaré de la gripe A" no parece una frase sensata en un mundo racional, sin embargo las acciones y omisiones alrededor de la pandemia han provocado que la sensatez, la racionalidad y el sentido común se tambaleen. Es normal, lógico, racional que alguien perteneciente a un grupo de riesgo vaya a vacunarse de la gripe A, pero también nos está pareciendo normal, lógico y racional que no vaya. ¿Por qué? Por la desconfianza y la falta de credibilidad respecto a todo, incluidas las autoridades sanitarias. En ello puede haber influido lo siguiente:
- Información contradictoria sobre la gravedad de la enfermedad. Al principio hubo un incesante relato de las primeras muertes, lo que provocó la alarma; después hubo que apaciguar a la población diciendo, por ejemplo, que más gente se moría por la gripe estacional. Ahora se dice que la mayoría de los afectados la están padeciendo levemente, como cualquier otra gripe: unos días en casa y ya está. El léxico también influye: se la llamó "pandemia" y, ante el temor al pánico generalizado, hubo que aclarar que el término se referiere a su extensión geográfica, no a la gravedad.
- Percepción de falta de rigor en la experimentación de la vacuna y de primacía de intereses económicos. Prende la idea de que la vacuna está hecha a lo bruto, o sea, rápido y mal, para vender como churros. Así que mucha gente no la quiere ni gratis.
- Falta de claridad y titubeos en torno a los posibles grupos de riesgo. Se dijo que afectaba más a los jóvenes que a los ancianos; que si no se vacunaba a los niños, después que si sí; a las embarazadas igual: que si no, que si sí, pero con una vacuna más suave.
- Desinformación sobre el origen de la pandemia. Primero se la llamó "gripe porcina" así que su origen se relacionó con el cerdo, como esto parecía dañino para el comercio se buscó un nombre más neutro: "gripe A". (De nuevo se intuye que priman los beneficios económicos). A esto hay que añadir la circulación de diferentes versiones sobre el origen y no se sabe cuál es la verdadera. Parece que no hay interés en abordar las causas o en informar sobre ellas.
- Voces alternativas sobre la difusión de la pandemia y la vacuna. Muy difundido por internet ha sido el vídeo con la versión de una monja.
- Presentimiento de manipulación o engaño por parte de los presuntos manipulados o engañados. Cuando esto ocurre, el presunto engaño no tiene efecto. A este punto han contribuido todos los anteriores. En definitiva, damos tanta validez a la charla de la monja como a los discursos procedentes del sistema, es decir, ninguna.