sábado, 7 de noviembre de 2009
El Plan E y la vendedora de tortillas en Marqués de Vadillo
En un enorme cartel, junto al puente, figuran los datos sobre la remodelación de la glorieta de Marqués de Vadillo. Se puede leer el nombre del contratista, que durarán ocho meses y lo que cuestan: 4.453.716,90 euros. Son obras promovidas por el Ayuntamiento de Madrid y están dentro del Plan E (Plan Español para la Estimulación de la Economía y el Empleo). Sobre el gran letrero también están estampados el logotipo del Ministerio de Administraciones Públicas y el del Gobierno de España. Formando conjunto visual con estas obras -aunque nada indica si están emparentadas- hay otras que suben por General Ricardos dejando destripadas ambas aceras. Sus esporas se dispersan en forma de zanjas y vallas también por Antonio López y Antonio de Leyva. En las vallas de General Ricardos hay unos pequeños carteles blancos en los que pone: Canal de Isabel II. Estos carteles se alternan con otros de fondo azul en los que reza: "Estamos trabajando por su ciudad. Perdonen las molestias". En la glorieta, las obras del Plan E conviven con la venta ambulante. Próximos a la boca del metro, los vendedores se sitúan con piezas de ropa, discos compactos, abanicos y algo parecido a unas tortillas. Son distintas formas de una economía en crisis.
Entre Marqués de Vadillo y General Ricardos hay un incesante trasiego en medio del caos. Semáforos y policía municipal regulan el tráfico de unos vehículos que han llegado a una glorieta trastocada. Peatones van y vienen entre vallas, zanjas, polvo, barrillo y ruido, mucho ruido. Trabajadores con indumentaria reflectante: unos le dan al taladro, otros colocan el pavimento, otros se quedan mirando, los menos manejan la maquinaria amarilla. Por todas partes, endebles placas metálicas sobre las zanjas para facilitar el paso. Una vecina, que viene de la compra con una bolsa en cada mano, se da cuenta de que una de estas placas no lleva a ninguna parte; tiene que salir del laberinto. El vendedor discapacitado de la ONCE, con sus dos muletas y los cupones prendidos en la camisa, sube y baja por General Ricardos bordeando las vallas que le resguardan de las largas excavaciones, las tuberías desparramadas y los escombros. Las señales para el paso de peatones sobre las vallas miran hacia los escaparates; no sirven para nada. Por todas las calles adyacentes bajan riadas de seguidores del Atlético de Madrid con sus bufandas rojiblancas, los mismos colores de las balizas y las barreras de seguridad portátiles. Da la sensación de que las han puesto para encauzarlos hacia el estadio. Un vehículo estacionado se ha quedado encerrado entre las vallas. "Quítala, Fran". "No se puede". "Sí que se puede. Quítala, que tengo que sacar el coche de aquí". En la glorieta, los vendedores vociferan su mercancía. "Pantalones de leopardo a dos euros". En la misma entrada del suburbano, la vendedora de tortillas ha colocado un saco de cuadros en el suelo. El saco se mantiene tieso, como si dentro hubiese un cubo. Los viandantes extranjeros preguntan. Ella asegura que se han hecho por la mañana. Hay oferta si se compran a pares. En una bolsita de plástico se las llevan.
La venta ambulante de tortilllas caseras puede constituir un peligro para la salud, pues se trata de alimentos no sujetos a las medidas higiénico-sanitarias adecuadas. Las obras del Plan E destruyen el paisaje urbano, perturban la vida del barrio y atentan, también, contra la salud, pues producen contaminación acústica y ensuncian el aire con plovo y partículas en suspensión. Las obras son para que unos hombres se ganen el sustento. La venta ambulante de tortillas es para que unas mujeres se lo ganen también. Las obras son para remediar provisionalmente una situación económica de crisis. La venta ambulante de tortillas también, al menos hasta que la cocinera y la vendedora encuentren un empleo mejor. Estas son las cosas que el Plan E y la venta ambulante de tortillas tienen en común, sin embargo hay sustanciales diferencias. Las obras del Plan E son legales, tienen publicidad en grandes letreros y en los medios de comunicación. La venta ambulante de tortillas es economía sumergida, se hace a escondidas, parece que no existiera. Las obras se ejecutan tranquilamente, sin prisas. La venta ambulante con la mercancía por el suelo requiere rapidez, sobre todo, en la huida.
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